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Qué gritan, proponen y lamentan los carteles en los muros de París

La capital francesa es una ciudad irreconocible bajo los carteles contra la ultraderecha de Le Pen. Página/12 estuvo allí y fotografió algunos de los que dan más testimonio de la crisis.

 Por Eduardo Febbro

Desde París
La izquierda considera que el presidente saliente deberá inventar un nuevo personaje y una nueva república a la altura de la encrucijada donde lo puso la historia. Es que los electores no confían demasiado en el futuro. Por encima de los carteles que la CGT pegó en la plaza de La Bastilla llamando a manifestar el 1º de mayo, unas cuantas manos escribieron: “Voten por el estafador. El juez Halphen (el que investigó fraudulentamente sobre las prácticas de Jacques Chirac) vendrá luego a hacer su trabajo”.
Si los muros de una ciudad son la conciencia de la mayoría, los de París expresan una conciencia lúcida. Una de las pintadas más repetidas que se ven por París dice: “Chirac, tendrás mi voto pero no mi voz”. Los afiches y las pintadas muestran una sociedad sin ilusiones, furiosamente opuesta al lepenismo, celosamente apegada a la defensa de los valores republicanos, azorada por la presencia de un heredero del nazismo en la segunda vuelta, avergonzada de la imagen que da al resto del mundo y que intenta guardar las distancias frente a quien el destino electoral la obliga a votar: Jacques Chirac. “No perdamos la memoria”, reza un afiche en donde la letra “o” está representada por la cruz gamada de los nazis. En el boulevard du Temple, un vecino pegó un cartel hecho a mano a lo largo de su balcón: “Estoy harto de Jean Marie. Por favor, apaguen la antorcha” (la antorcha es el símbolo del partido Frente Nacional dirigido por Le Pen). “No estamos en las urnas, estamos adentro de un tarro de mierda”, afirma un afiche pegado por todo París. En otro, una mujer en paños menores asegura “Todos estamos en situación irregular” (referencia a los extranjeros sin papeles).
Casi no hay cartel electoral con la imagen de Jean Marie Le Pen que haya quedado intacto: han sido todos arrancados, desfigurados, reescritos o pintados con tumbas y referencias al Tercer Reich. “Mueran los fascistas”, escribió un militante anarquista en un muro de una calle del barrio Le Marais. A dos cuadras de allí, sobre una pared blanca, un afiche con la esvástica bien visible pregunta: “¿Todavía tenés ganas de jugar. Entonces votá”. Justo al lado, otra “creación gráfica” con la imagen de Le Pen recuerda el espacio y el eco desmedido que la prensa le dio a Le Pen. El afiche asegura: “Duerma tranquilo. Los medios de comunicación velan por nosotros”.
Tanto el obelisco de la plaza de La Bastilla como la estatua de la República son irreconocibles: las interpelaciones contra el fascismo han cubierto las esculturas. Junto a ellas, Jacques Chirac recibe el mayor número de pintadas. Como si la sociedad se hubiese puesto de acuerdo, como si una misma mano hubiera recorrido todo París, sobre los afiches electorales de Jacques Chirac aparece, repetida e insolente, la misma frase escrita a mano: “No voten fascista. Voten por el estafador”.

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Una campaña mural donde se vuelca todo tipo de declaración política contra Le Pen, sin olvidar que Chirac es “el estafador”.
 
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