EL MUNDO › OPINION

Los silencios de Colombia

 Por Rafael Vilasanjuán *

El silencio empieza en el largo camino que varios miembros de una familia campesina de desplazados tienen que recorrer, huyendo del conflicto que asuela Colombia. Se agiganta cuando esta familia atraviesa las zonas donde se enfrentan los grupos armados, sufriendo la misma serie de abusos por parte de unos y otros actores del conflicto. Continúa al llegar a cualquiera de los suburbios de las grandes ciudades, donde se han de cuidar de los recelos y amenazas; y se prolonga cuando estas personas se ocultan y no se identifican, cuando no quieren decir que son desplazados porque eso, hoy en día, los expone a un peligro para el que no se les otorga protección.
El mismo silenciamiento se cierne sobre la otra parte de la familia, que permaneció junto a esas poblaciones bloqueadas entre las partes en conflicto que les imponen restricciones de movilidad y les niegan el acceso a todo tipo de servicios. Al personal de Salud no se les permite llegar a esas comunidades y si alguien trata de trasladarse al centro más cercano, lo tendrá que hacer exponiéndose a la mira de los fusiles, o a ser detenidos, o a no regresar nunca. Son miles de colombianos asediados hasta la muerte no ya sólo por los grupos armados sino por enfermedades fácilmente curables. Para ellos no hay titulares en los medios ni acciones prioritarias del gobierno. Un silencio insoportable en un país de unos 42 millones de personas de los que se estima que más de tres millones son desplazados según datos del Sistema Unico de Registro. En ocho departamentos del país, los equipos sanitarios de Médicos sin Fronteras (MSF) son testigos cada día del drama humano del desplazamiento. Por ello, no se entiende que se quiera silenciar con definiciones impropias esta grave crisis humanitaria, la mayor del hemisferio occidental, comparable a las de República Democrática del Congo o Sudán.
Los contrastes colombianos hieren cualquier sensibilidad. Bogotá está llena de clínicas de cirugía estética, sin embargo, el conflicto hace que familias enteras se desplacen desde zonas rurales hacia los suburbios de las ciudades. En Soacha, uno de los municipios cercanos a Bogotá que recibe mayor número de desplazados, los equipos de MSF trabajan desde 1999 y constatan cómo gran parte de los desplazados no se identifica ni registra como tal por varias razones: miedo a la estigmatización que sufren por parte de los vecinos y falta de garantías en la confidencialidad de los datos registrados, además del desconocimiento del trámite administrativo.
Paralelamente al impacto que tiene el conflicto sobre la población en forma de muertes, lesiones y discapacidades, hay otras consecuencias derivadas de las condiciones de hacinamiento y precariedad en las que viven a causa de la falta de protección por parte de las autoridades. Como consecuencia, hay un aumento en las tasas de desnutrición y de enfermedades respiratorias y diarreicas, sobre todo en ancianos, mujeres y niños. A ello hay que sumarle una huella del conflicto aún más compleja: los trastornos y las enfermedades psicológicas causadas por la violencia (estrés postraumático, depresión o intentos de suicidio) que aumentan debido a la incertidumbre y desprotección.
Mientras la asistencia que el Estado brinda a las víctimas exista más sobre el papel que en la realidad y no se provean los recursos suficientes para hacer llegar la ayuda en Salud a la población que la necesita urgentemente; mientras las partes en conflicto y la administración no eviten las causas que provocan el desplazamiento forzado y respeten el Derecho Internacional Humanitario, seguirán en aumento las víctimas. Es tal la gravedad de esta crisis humanitaria que se hace imposible entender que en las agendas y en los encuentros internacionales con Colombia, no se de máxima prioridad a la implementación de acciones para la atención a las víctimas directas del conflicto, por desplazamiento y por bloqueo. No escomprensible que se siga siendo cómplice del silencio atroz sobre la vida y la muerte de miles de personas en Colombia.

* Director General de Médicos Sin Fronteras en España. MSF en Buenos Aires: (msf-argentina @barcelona.msf.org).

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