EL MUNDO › OPINION

El ajedrez del Mar Caspio

Por Claudio Uriarte

Durante su sumatoria televisada de la semana pasada sobre su propia guerra antiterrorista, el presidente George W. Bush reprochó indirectamente a Rusia, un Estado bajo ataque del terrorismo islámico, vender tecnología nuclear a Irán, al que acusó de ser el promotor principal del fundamentalismo islámico. El presidente Vladimir Putin, contraparte rusa de Bush, no se cansa de aludir, cada vez que su país es atacado por el separatismo checheno, a los santuarios que las guerrillas chechenas mantienen en Georgia, un virtual protectorado militar norteamericano.
Estados Unidos amonesta rutinariamente a Rusia por su desempeño en el área de derechos humanos en la represión a la rebelión chechena, un patrón moral que ciertamente no se aplica a sí mismo a la hora de evaluar su propio desempeño en la cárceles de Irak, Afganistán y la Bahía de Guantánamo. Rusia defiende rutinariamente su derecho de vender tecnología nuclear “pacífica” a Irán, cuando los ayatolas han hecho clara repetidas veces su intención de borrar a Israel de la faz de la tierra, y financian de manera activa a movimientos terroristas que podrían recibir cálidamente un aporte nuclear a sus arsenales convencionales.
Bienvenidos al Cáucaso Norte, una región donde la lucha de rusos y norteamericanos contra el fundamentalismo islámico parece entrar en una esfumatura espacio-temporal y donde el combate a la intangible e invisible red terrorista de Osama bin Laden se da de bruces contra intereses bien tangibles y visibles. En este caso, el petróleo del Mar Caspio. Rusia y Estados Unidos están en un ajedrez político-militar a largo plazo y de alto riesgo por el control geopolítico de la zona. Georgia es un punto de avanzada importante de Estados Unidos en su lucha contra el terrorismo en Medio Oriente y Asia Central, pero también un foco de tensión permitido que desestabiliza a Rusia cada tanto. Sin santuario checheno en el valle georgiano de Pankisi, la capacidad de reagruparse y golpear de nuevo de la golpeada guerrilla separatista caería dramáticamente. Sin ventas nucleares a Irán, Rusia perdería el contrapeso de este importante copropietario del Caspio en la disputa que ya está en marcha por el dominio de la mayor reserva petrolera después de Medio Oriente y que Estados Unidos ya está cercando con su emplazamiento de bases militares en la periferia ex soviética de Rusia.

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