EL MUNDO › UN ATAQUE DE NACIONALISMO LO OBLIGO A SILENCIAR A SU CANCILLER

Evo no puede hablar de gas por mar

Las declaraciones optimistas de su canciller causaron un revuelo y obligaron al presidente boliviano a bajar el perfil del asunto, ya que quedó demostrado que cuanto menos se hable del tema, más se avanza. El idilio con Bachelet sigue viento en popa.

 Por Pablo Stefanoni
Desde La Paz

Las declaraciones pronunciadas el lunes por el canciller David Choquehuanca, indicando que Bolivia ponía punto final a la política de “gas por mar”, causaron un terremoto político aquí. Ayer el presidente Evo Morales desautorizó al jefe de su diplomacia y ratificó que no habrá gas para Chile mientras no se salde la “deuda histórica” del acceso soberano al mar, perdido en la guerra del Pacífico (1879-1884) que condenó a Bolivia a ser un país mediterráneo.

La historia de enredos empezó el domingo pasado cuando en una entrevista publicada por el diario chileno El Mercurio, en el que Morales declaró con cierta ambigüedad: “Hay un sentimiento del pueblo boliviano que dijo ‘gas por mar’ en un referéndum. No lo comparto. El presidente Mesa se equivocó. Yo nunca habría metido en una pregunta ‘gas por mar’. Hablando a calzón quitado, el tema es que a Chile le sobra el mar, tiene mucho. A nosotros nos sobran algunos recursos naturales. Entonces tenemos que entendernos para que haya cierto equilibrio”. Un día después, el canciller Choquehuanca hacía una interpretación libre de los dichos de su jefe y declaraba a la prensa boliviana que “la política de gas por mar suena a chantaje” y abría la posibilidad de venderle gas a Chile sin cerrar previamente el tema marítimo. “No es gas por mar, estamos trabajando en una política de confianza mutua con el gobierno chileno”, dijo.

Las reacciones no se hicieron esperar: a Michelle Bachelet las palabras de Choquehuanca le sonaron como música para sus oídos. “Nos satisfacen mucho (las declaraciones del canciller)”, dijo la presidenta chilena. Y la reacción contraria provino de las organizaciones sociales bolivianas, un sector del propio oficialismo y una oposición de derecha que no desperdicia oportunidad para dar fe de su patriotismo.

“Primero el tema marítimo, después el negocio”, dijo el jefe de la confederación campesina y dirigente del MAS Isaac Avalos. “Los masistas derribaron un gobierno (en el 2003) porque supuestamente iba a vender gas usando puertos chilenos y hoy, con la doble moral que caracteriza a este gobierno, hablan sin reparos de vender gas a Chile”, acusó el jefe de la bancada de Diputados de Poder Democrático Social (Podemos). “Es parte de la improvisación con la que se maneja la política exterior en este gobierno”, completó los ataques el empresario y líder de Unidad Nacional, Samuel Doria Medina.

La política de “gas por mar” fue diseñada por el ex presidente Carlos Mesa (2003-2005) y ratificada en el referéndum del 18 de julio de 2004 cuando el 55 por ciento de los bolivianos votó afirmativamente a la pregunta que proponía “utilizar al gas como recurso estratégico para el logro de una salida útil y soberana al Océano Pacífico”. Mesa llegó al sillón presidencial luego de que una asonada popular derribara a su antecesor, Gonzalo Sánchez de Lozada, justamente por intentar exportar gas a México y Estados Unidos por puertos chilenos. El saldo fue de 60 muertos y más de 400 heridos.

En Bolivia no es raro escuchar “muerte a los chilenos” en algunos actos patrióticos, pero tampoco resulta difícil ver a la burguesía de los barrios exclusivos vestida de pies a cabeza con diseños de ese país vecino. Pese a no haber relaciones diplomáticas entre Chile y Bolivia, en los últimos años se ha avanzado en el Acuerdo de Complementación Económica (ACE-22) que incluye la liberación comercial progresiva.

En ese marco de amores y odios, Evo Morales inició una política de acercamiento basada en su buena relación personal con Michelle Bachelet y los vicecancilleres avanzaron en una agenda que incluye, por primera vez, el tema marítimo. “Pronto se van a reunir los cancilleres de los dos países. No será en Chile ni en Bolivia, tampoco en Estados Unidos, por si acaso... Van a avanzar en la agenda de trece puntos”, le dijo Morales a El Mercurio.

Pero ayer Bachelet quedó en off side cuando el gabinete boliviano en pleno desautorizó de manera tajante a Choquehuanca y ratificó que las canillas del combustible que necesita Chile seguirán cerradas. “Nuestro gobierno preserva como política de Estado y de manera invariable el reclamo de reintegración marítima. No variará ni un milímetro mientras no se salde esta deuda histórica”, clausuró ayer la discusión el ministro de la Presidencia, Juan Ramón Quintana.

En público, Morales se abstuvo de criticar a su canciller, pero fuentes del gobierno aseguran que a puertas cerradas, en la reunión de gabinete, Morales le dijo a su canciller que no hable más del tema. Morales ha dicho muchas veces que con el tema del mar cuanto menos se habla más se avanza, porque la cuestión es muy sensible para los dos países.

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Morales tuvo que morderse la lengua ante la andanada de críticas que recibió.
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