EL MUNDO › DISTINTOS ENFOQUES ENFRENTAN A ESPAÑA Y FRANCIA

Cumbre migratoria caliente

Mientras el país anfitrión favorece una estrategia de fomentar el desarrollo de los países africanos, Francia pide más represión. La postura de Sarkozy terminó imponiéndose en el documento final.

 Por Oscar Guisoni
Desde Madrid

La cumbre de ministros de Asuntos Exteriores e Interior de los ocho países de la Unión Europea (UE) que comparten la cuenca mediterránea, reunidos ayer en Madrid para tratar de encontrar una solución a la crisis inmigratoria que vive la región, se cerró en medio de una virulenta polémica entre el primer ministro español, Rodríguez Zapatero, y el ministro del Interior francés, Nicolás Sarkozy.

La vicepresidenta del gobierno español, María Teresa Fernández de la Vega, dio por concluida la reunión en la que participaron Italia, Francia, Portugal, Grecia, Chipre, Eslovenia, Malta y España, en la que se le solicitó formalmente a la UE la creación de una Red de Patrullas Costeras, aclarando que el problema no tiene soluciones mágicas y que sólo a través de la estrecha cooperación de todos los Estados involucrados se podrá poner freno a un fenómeno que amenaza con desestabilizar los delicados equilibrios sociales internos de los países afectados.

La estrella de la reunión fue, sin lugar a dudas, el ministro del Interior y futuro candidato de la derecha francesa a disputar las próximas elecciones presidenciales en su país, Nicolás Sarkozy. Conocido en toda Europa por ser un sostenedor de la línea dura en materia de política inmigratoria, Sarkozy llegó a Madrid en medio de una áspera polémica con José Luis Rodríguez Zapatero, quien le había advertido el día anterior que no estaba dispuesto a que los franceses le den lecciones sobre cómo actuar frente al fenómeno, después de lo que se había visto en Francia a finales del pasado año, cuando los disturbios ocurridos en los suburbios de las principales ciudades del país dejaron al descubierto su fracaso a la hora de integrar a los recién llegados en la sociedad.

Las tesis de Sarkozy son compartidas por la derecha española. Los socialistas, en cambio, creen que la solución no pasa por un endurecimiento de las leyes que posibilitan la regularización de los extranjeros, sino por un enfoque más amplio del problema que contemple incluso un aumento de la cooperación internacional y de la puesta en práctica de programas de desarrollo sostenible que ayuden a paliar la miseria, sobre todo en los países del Africa Subsahariana, donde se origina esta auténtica avalancha humana que afecta a la UE.

Molesto por las críticas que le propinaron sus anfitriones, Sarkozy abandonó la cumbre apresuradamente, sin siquiera participar en la foto de familia que se hicieron sus colegas. Sus tesis, de todos modos, se han impuesto: la cumbre decidió la creación de un sistema electrónico de vigilancia, recomendó a todos los Estados miembro que no lleven a cabo futuros procesos de regularización masiva y hará una solicitud formal a la UE para que aumente los presupuestos que alimentan el Frontex, el único programa de control inmigratorio conjunto que existe en este momento. Se incrementará también la lucha contra las mafias que transportan inmigrantes desde el tercer mundo a la rica Europa, a la vez que se les exigirá a los países que han firmado acuerdos de repatriación bilaterales con algunos estados europeos que respeten sus palabra y acepten los aviones cargados con sus ciudadanos que parten desde el continente cada día con mayor frecuencia.

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Un inmigrante, minutos después de llegar al puerto de Arona, en el sur de Tenerife.
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