El gobierno brasileño informó ayer que invertirá 350 millones de reales, unos 175 millones de dólares, en mejoras que requieren ocho de los grandes aeropuertos del país. En tanto, el depósito de cargas de TAM Express contra el que se estrelló el Airbus A320 de esa aerolínea el último 17 de julio en un accidente que dejó al menos 199 muertos, fue demolido para dedicar el espacio a la memoria de las víctimas. Pese a la crisis aérea y las movilizaciones opositoras de la semana pasada, la imagen de Lula se mantiene intacta, reconoció la prensa paulista.

“El gobierno considera esas inversiones algo imprescindible para evitar toda limitación de tráfico en los aeropuertos, que en los últimos años han tenido una demanda creciente”, indicó una nota oficial. Según el documento, el dinero será destinado fundamentalmente a modernizar los aeropuertos de Congonhas, donde ocurrió la tragedia, y Cumbica, ambos en San Pablo, Santos Dumont en Río de Janeiro, Vitoria, Goiania, Brasilia, Macapa y Salvador. La decisión es parte de un plan para poner fin a una crisis aeroportuaria que comenzó en septiembre pasado, después del accidente sufrido por un avión de la aerolínea GOL en el que 154 personas perdieron la vida, y se agravó con el último desastre aéreo, que hizo colapsar el sistema aeronáutico de Brasil. El ministro de Defensa, Nelson Jobim, explicó que uno de los objetivos de la inversión serán las pistas de aterrizaje. En medio de un drama que rodea a los aeroparques, un informe obtenido por el diario O Globo mostró el mal estado de las terminales. “La mayoría de las pistas tiene inconvenientes que van desde problemas de adherencia hasta huecos, que no garantizan condiciones de seguridad”, señaló.

Por otra parte, una implosión destruyó ayer el edificio de tres pisos de TAM, localizado en las cercanías del aeropuerto de Congonhas. Toda la región próxima al edificio, cuya devastación demoró apenas tres segundos, fue evacuada, y las avenidas cercanas fueron bloqueadas durante algunos minutos previos y posteriores a la operación. La firma TAM reveló que cedió el terreno donde estaba el edificio a la alcaldía de San Pablo para que se construya allí un memorial en homenaje a las víctimas. Cerca de 600 residentes de los 150 inmuebles de la zona esperaban regresar a sus hogares luego de la demolición.

En tanto, luego de los golpes de la oposición y la reacción de sectores de la sociedad brasileña –sobre todo en San Pablo–, ante la inseguridad aeronáutica, la aprobación a la gestión del presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, no pareció ser afectada por la última tragedia aérea, según una encuesta publicada ayer por el diario Folha, que muestra un 48 por ciento de opiniones favorables a la administración, el mismo porcentaje que recibió en marzo. Los resultados del sondeo se deben a que el tema no afecta al grueso de una población compuesta por un 59 por ciento personas pobres, con renta familiar inferior a los 500 dólares mensuales, que nunca viaja en avión.