EL MUNDO › ACUSAN POR LAS TORTURAS AL MAS ALTO OFICIAL OCUPANTE

La pistola humeante del general

Por Andrew Gumbel *
Desde Los Angeles

El general Ricardo Sánchez, el más alto comandante norteamericano en Irak, fue acusado ayer de presenciar maltratos a los prisionero en Abu Ghraib con sus propios ojos, en una nueva y potente alegación que sugiere que oficiales de primera línea sabían lo que estaba ocurriendo en las viejas cámaras de tortura de Saddam Hussein y lo toleraron u optaron por no hacer nada en torno del asunto. La acusación, que el comando militar estadounidense en Bagdad ha desmentido, surge de una audiencia militar sostenida a comienzos de abril, varias semanas antes de que el escándalo cobrara estado público. Y coloca el dedo acusador más cerca de Donald Rumsfeld, el cuestionado secretario de Defensa, de quien ayer trascendió que habría prohibido que los soldados usen teléfonos celulares con transmisión de imágenes como los que se usaron con las fotos del escándalo.
De acuerdo con una grabación de la audiencia obtenida por The Washington Post, un abogado militar que representaba a un soldado que enfrentaba una corte marcial por su propio papel en los maltratos, dijo que podía dar pruebas en el tribunal de que el general Sánchez había estado él mismo en el infame Nivel A1 de la prisión. El abogado, el capitán Robert Shuck, dijo que había oído eso de parte del capitán Donald Reese, el comandante de la 372ª Compañía de Policía Militar más directamente implicada en la humillación y violencia sexuales infligidas a los prisioneros. El capitán Reese estaba dispuesto a prestar testimonio bajo juramento sobre el tema, agregó el capitán Shuck. “¿Está usted diciendo que el capitán Reese está dispuesto a testificar que el general Sánchez estuvo allí y vio lo que estaba pasando?”, le preguntan al capitán Shuck en la sección clave de la grabación. “Eso es lo que me dijo –replica el capitán Shuck–. Soy un oficial de la Corte, señor, y no mentiría. No voy a poner en peligro mi carrera.” The Washington Post no pudo obtener una respuesta directa del general Sánchez antes de publicar el artículo. Ayer, su oficina en Bagdad emitió una declaración afirmando que el informe era “falso”. Pero la oficina no estuvo dispuesta a hacer pública una transcripción de la audiencia del 2 de abril.
En previas declaraciones, notablemente ante el Comité de Fuerzas Armadas del Senado la semana pasada, el general Sánchez insistió en que no tuvo conocimiento de los abusos hasta enero, dos meses después que el Comité Internacional de la Cruz Roja planteara el asunto en un informe detallado. Una vez que vio el informe del CICR, dijo, ordenó una investigación inmediata. De acuerdo con la nota del Washington Post, el capitán Shuck dijo que también tenía pruebas de que la supervisora de inteligencia militar en Abu Ghraib, capitana Carolyn Wood, estaba “involucrada en interrogatorios intensivos de detenidos, permitió alguna de las actividades y enfatizó que se trataba del procedimiento usual”.
Sin que se pueda distinguir un final para las dañinas revelaciones sobre Abu Ghraib –ayer nuevas acusaciones sugirieron que guardias habían empapado de orina al menos a un prisionero–, el presidente Bush está lanzando una ofensiva de relaciones públicas para limitar los efectos negativos sobre sus propias posibilidades de reelección. Esta noche empezará una ronda de discursos en el Colegio del Guerra del Ejército en Pennsylvania.

* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.

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