EL PAíS › EL SINDICATO DE LOS MOTOQUEROS

Los combativos

Es uno de los grupos más duros y jóvenes, y tiene una afirmada costumbre contestataria que lo lleva a ser la vanguardia de las marchas de piqueteros. El odio que, juran, les tienen “los ratis” es apenas uno de sus problemas: prácticamente todos trabajan en negro en una profesión de riesgo físico.

 Por Laura Vales

–Nos odian –dice el pibe de la moto–. Para la yuta, nosotros somos el enemigo, un objetivo a destruir.
–¿Por qué cree que los odian? –pregunta Página/12.
–¿Por qué va a ser? porque son ratis. Porque ellos son policías y
nosotros gente, pueblo.
Y se queda callado, así que parece que la explicación terminó.
Nadie dice más nada. A través de la ventana del bar llega el ruido de una ambulancia lejana. Después, inesperadamente, él agrega un nuevo dato: “Nos odian, además, porque el microcentro es nuestro”. Lo dice con una pequeña sonrisa de triunfo.
Leonardo es motoquero. El prefiere usar la palabra fletero, término más ligado a la idea de trabajo. Igual, lo suyo tiene que ver enteramente con la pasión. Para subirse a la moto colgó en el pasado un título de técnico radiólogo y un empleo en el Hospital Posadas. Nada más que porque le gusta. Los integrantes de Simeca (Sindicato de Mensajeros y Cadetes) son un poco así: tienen una mezcla rara de amor desmedido por las máquinas, cultura de cancha y fuerte militancia social.
Son jóvenes, con una edad promedio de 25 años. Son sobrevivientes de continuos accidentes: cada día en la ciudad de Buenos Aires por lo menos un motoquero termina en el hospital. Son chicos duros, con olor a hollín de los caños de escape. De diciembre a hoy se convirtieron en protagonistas de la protesta en las calles. Cualquiera que vaya a una movilización puede encontrarlos delante de las columnas de manifestantes. En las marchas ellos son la avanzada, los que abren paso a las columnas.
Para el gran público se hicieron conocidos el 19 y 20 de diciembre, cuando auxiliaron a los heridos en la Plaza de Mayo, acercaron agua a los que se ahogaban con los gases lacrimógenos, buscaron ambulancias, alejaron a la gente de los golpes de la Federal. Después, todo el mundo empezó a invitarlos a abrir sus manifestaciones, especialmente las marchas piqueteras, las estudiantiles o de derechos humanos.
Ahora, con un equipo de abogados propio y principios organizativos que defienden la horizontalidad y la autonomía de partidos políticos y centrales sindicales, reclaman la personería gremial para su sindicato.
Todos en negro
Simeca agrupa a mensajeros, cadetes y personal de las agencias, como telefonistas y administrativos. Desde el punto de vista laboral es un sector desprotegido. Los motoqueros estiman que el 98 por ciento trabaja en negro. Los pocos que consiguen ser blanqueados figuran en general como empleados de comercio o vendedores. Ocurre que la actividad del mensajero no existe como categoría legal, no está regularizada. En el oficio se empieza de abajo, como caminante o con una bicicleta. El siguiente paso es una moto chica (como una Zanellita) para hacer deliveries. Después, si hay suerte, viene la máquina más grande y el trabajo para una agencia.
“Pero en las agencias te explotan. Te tienen 10 horas por día, estás en negro, si sufrís un accidente se borran, desconocen toda relación, pagan lo que quieren”, resume Leonardo. “Fijate: la nafta aumentó más del ciento por ciento pero nuestra tarifa no se movió. En marzo del año pasado yo ganaba 1200 pesos. En abril bajé a 600 y desde entonces estoy ahí, sin poder recuperar ingresos. Encima las empresas nos hacen pagar monotributo.” Por eso el que puede trata de independizarse. El camino hasta esa independencia, se sabe, es difícil y de resultados improbables.
En el local (prestado) de Simeca cuenta Gastón, también motoquero: “Los primeros en intentar algún tipo de organización fueron el Pelado y el Chino, en el ‘99. Paraban en plazoleta de 9 de Julio y Perón, cerca del Obelisco, y empezaron a convocar a una asamblea”. –¿Quiénes son el Pelado y el Chino?
–Los más viejos.
–No son tan viejos –objetan desde el fondo de la sala
–¡Sí, que no! Son viejos.
–¿Cuántos años tienen? –pregunta ya intrigado Página/12.
–Deben estar llegando a los 30 –confirma él.
–¿Después de los 30 se retiran?
–La mayoría. La espalda no lo soporta. Te duelen los ojos, perdés la
visibilidad, la audición. La moto te afecta los riñones, las rodillas, La presión del aire sobre los ojos te desgasta aunque te pongas casco y lentes.
Al principio el sindicato era la asamblea semanal convocada todos los miércoles a partir de las siete de la tarde. Hicieron dos marchas con bastante éxito, por mejoras laborales y por el libre acceso en las autopistas. Después hubo que decidir con qué criterios organizarse. Simeca entró en unos meses de fuertes discusiones internas. Era un debate necesario, pero los no militantes huyeron espantados de aburrimiento. “Así llegamos a diciembre, más referenciados en la calle pero con asambleas a las que no quería venir nadie.”
El 19 y 20 lo cambió todo. El miércoles 19 los motoqueros realizaban su asamblea semanal, como de costumbre, en el local de H.I.J.O.S, cuando se enteraron del estado de sitio y resolvieron sumarse a la protesta. “Armamos tres grupos con unas 40 motos y salimos a recorrer los barrios con alguna idea de convocar a ir a la Plaza de Mayo. Y cuando por fin llegamos pensando que seríamos los primeros la plaza ya estaba llena”, recuerda Gastón. Para ellos, la memoria del 19 y 20 es la de un largo y único día sin interrupciones. El jueves 20 terminó un fletero muerto: Gastón Riva. El viernes, el sindicato convocó a una caravana de repudio y repartió un comunicado. Con el título “Basta de robar”, decía entre otras cosas “nos dejaron una policía descontrolada, hiperviolenta, con rienda suelta para descargar sus frustraciones sobre el pueblo”. En la protesta de repudio por los asesinatos, un auto se les tiró encima. Los motoqueros lo corrieron por Diagonal Norte y entonces se les abalanzó una decena de motos de la policía. Con patadas y culatazos tiraron al piso a una de las motos de la protesta. Unos metros más allá cayeron otros dos. En total hubo 5 heridos.
Autonomía y horizontalidad
Simeca tiene como principales criterios de organización la horizontalidad y la autonomía. “Reconocemos como influencia las experiencias de la FORA y la CGT de los Argentinos”, dicen Gastón, Leonardo y Karina. Buscan dar forma a un sindicato de clase, sin cargos rentados, independiente del Estado y de los poderes políticos, económicos y religiosos, con la asamblea general de todos los afiliados como único órgano resolutivo.
Desde diciembre la cantidad de mensajeros que se ha sumado a la organización ha sido creciente. En el último año los motoqueros consiguieron una rebaja del peaje del 50 por ciento en las autopistas 25 de Mayo y Perito Moreno y la libre circulación en el microcentro, con espacios de estacionamiento demarcados. Sus actuales puntos de reclamo son el reconocimiento legal de la organización, una recomposición en las tarifas (y que su valor quede atado al precio de la nafta) y el blanqueo de los que trabajan en negro. “Hay, por otra parte, unas serie de proyectos abiertos”, dice Karina. “Tener casa propia, organizar un comedor, un taller de motos y bicicletas y una mutual con obra social y farmacia. El criterio es que el comedor sea no solamente barato para nosotros sino también para todo el barrio donde se instale”. Para el 20 de diciembre convocaron a un paro del sector. Será el primer cese de actividades del sector. Los de Simeca quieren, también, que el 20 sea declarado Día del Mensajero.

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