EL PAíS › EN EL BALLOTTAGE DE CORRIENTES, EL CANDIDATO DE LA UCR SE IMPONíA ANOCHE CON EL 62 POR CIENTO DE LOS VOTOS

Ganó el primo Ricardo y perdió Cleto

En comicios marcados por la muerte de un empresario, Ricardo Colombi fue electo gobernador y reemplazará a Arturo Colombi, el actual mandatario que apoyaba el cobismo y que ayer sumó el 37 por ciento de los sufragios.

 Por Alejandra Dandan

Desde Corrientes

Por unas horas el caluroso asfalto negro de las calles del centro de Corrientes quedó tapado por las boletas blancas con las que las tropas de Ricardo Colombi festejaron los resultados del ballottage. A las seis de la tarde en punto aparecieron los primeros resultados de los bocas de urna que poco a poco iban confirmando un resultado que terminó siendo irreversible. A casi cuatro años del término de su primer mandato, Ricardo Colombi volvió a ganar la gobernación de una provincia que llegó a la segunda vuelta bajo las sombras del cadáver ensangrentado de uno de los empresarios del poder. Apoyado por el radicalismo, Ricardo ganó con el 62,42 por ciento de los votos, sobre el 37,58 de su primo Arturo, actual gobernador. Hubo más de veinte puntos de diferencia, cinco más que los previstos por los sondeos. El suicidio de Hernán González Moreno, explotado por el gobierno de Arturo en contra del ricardismo, no tuvo los efectos negativos que auguraban. Y a lo mejor hasta los mejoró. Corrientes peleó también la interna de los radicales: la derrota de Arturo también es la derrota del radicalismo alineado a Julio Cobos.

Cuando faltaban quince minutos para las 21, con casi la mitad de las mesas escrutadas, Arturo dejó el encierro en la casa de gobierno y salió a reconocer la derrota. Sólo dos o tres frases, no más: “Hemos perdido”, dijo. ¿Por qué?, le preguntaron. “Porque ganaron los otros.”

Sólo minutos más tarde, en la casona antigua de la UCR, rodeado por Gerardo Morales, Nito Artaza y otros correligionarios llegados para las fotos desde Chaco y Formosa, Ricardo Colombi salió a festejar. “Buenas noches, realmente siento una inmensa alegría”, arrancó. Y con esa lógica con que los correntinos parecen haber reemplazado los partidos políticos por el regreso de las familias del poder, dedicó el triunfo al “honor del nombre, al hombre y al buen nombre de mi padre, de mi mamá, de mi esposa, y de mis hijos”.

Sobre la calle, los carteles pegados contra los autos avisaban “volvió Ricardo”, y se burlaban de la derrota de Arturo con las mismas leyendas que se expandieron en el centro los últimos días. “¿Qué te pasa Arturo, estás nervioso?”.

“Quiero reafirmar –seguía Ricardo– el compromiso y la voluntad de recuperar la seguridad y de recuperar la Justicia, la economía, la producción y a sus productores para poner a la provincia en el contexto nacional en el que siempre debió haber estado.” Y dijo también: “Para restablecer la libertad de prensa en la provincia de Corrientes”, una alusión al sistema de información oficial que quedó bajo un manto de sospechas tras el suicidio del empresario González Moreno (ver aparte).

No mencionó a su primo Arturo directamente, pero habló de un “mensaje de unidad” y de un “llamado a los distintos actores, y eso son también los que están gobernando la provincia”. También habló del empresario muerto: “Eso es para que lo investigue la Justicia, lamentablemente se ha tratado de usar, pero aquí está la respuesta de la gente”.

Que haya paz

El 13 de septiembre Ricardo Colombi había sacado cinco puntos de ventaja sobre Arturo: 36,4 por ciento a 31,7. El candidato del kirchnerismo, Fabián Ríos, había quedado tercero. Los Colombi salieron a buscar ese voto peronista para la segunda vuelta. Según los datos de la clase política, el PJ actuó dividido. El partido, encabezado por Rubén Pruyas, actual vicegobernador de Arturo, liberó a su tropa, aunque se suponía que iba a poner el aparato a disposición de Arturo porque eso les permitía tener a un Colombi sólo por otros cuatro años, capearlos, y luego ir por el poder. Ríos se declaró formalmente prescindente e incluso no fue a votar. En ese escenario, los dos Colombi buscaron fotos y enlaces personales con los intendentes del PJ del interior para asegurarse los acuerdos. Ricardo les prometió aumentar la coparticipación, consiguió alinear al medallista olímpico Carlos “Camau” Espíndola, el hombre apadrinado por Daniel Scioli que ganó la intendencia de la capital.

El suicidio estalló sobre ese mapa de alianzas. Desde el PJ, dicen que el sábado a la noche, un grupo de intendentes se reunió para emitir un comunicado y sacarle el apoyo a Ricardo y actuar en línea con la posición de Fabián Ríos. Pero anoche, la abstención parecía de poco valor: la suma del voto en blanco, nulo, impugnado o no válido daba 6,22 poco más de las elecciones pasadas. Otro dato desde temprano empezó a generar tensión: el ausentismo. Desde las radios se hablaba de un alto porcentaje de ausentes. La frenética actividad en el comité radical del ricardismo buscaba convencer a la gente de que salga y vote.

Desde 2005, el porcentaje de participación en la provincia estuvo en alrededor del 70 por ciento, también sucedió así en las elecciones de septiembre. En la escuela Mariano Moreno, al mediodía, sólo una o dos personas esperaban ante una mesa.

–¿Qué pasa? ¿Hay poca gente? –indagó este diario.

–¿Poca gente? No –dijo un fiscal–. A esta hora el sufragio en la escuela es del 30 por ciento, igual a septiembre. El tema es que antes había cuarenta boletas adentro del cuarto oscuro, ahora sólo hay dos y todo se hace más rápido.

Con el correr del día, las cuentas cambiaron. Del total de 674.214 electores habilitados, a las diez de la noche, cuando todavía faltaban escrutar 48 mesas, habían votado 415.370 personas, un 62 por ciento.

El cabalista

Ricardo Colombi empezó el fin el semana con los datos de Enrique Zuleta Puceiro en la mano, que le daban una ventaja de 16 puntos. El sábado al mediodía cargó el auto, y arrancó con las cábalas. Siempre sale a la misma hora y viaja en el mismo auto hacia Mercedes, la ciudad donde nació; jamás hizo cambio de domicilio y aparentemente nunca va a hacerlo. En el camino, suele detenerse en los mismos lugares, intenta llegar a la misma hora, se pone una remera amarilla cuando hace un asado y el sábado a la tarde se corta el pelo siempre en el mismo lugar. Cuando arrancó el auto, para irse a Mercedes chocó contra otro coche que iba contramano, a cien metros de la casa. Dicen los que lo conocen que el problema a partir de ese momento dejó de ser el auto: era cómo llegar a Mercedes sin romper sus meticulosas cábalas.

Ayer a las 9.30 entró en el cuarto oscuro da la escuela 84 con la boleta del voto doblaba en el bolsillo, otra cábala. Los correntinos dicen que es un tipo que suele parecer además siempre enojado, con el vozarrón cortado. Los cronistas de televisión intentaron alcanzarlo y lograron hacerle dos preguntas: el voto y el muerto. “¿Pero creen que uno es tonto?”, bramó. “Me hacen preguntas inoportunas, después de las seis de la tarde explico todo lo que haya que explicar. ¡Estamos en veda.!” Una hora después, como en una escena replicada, en la misma mesa votó Arturo Colombi.

Arturo volvió a la capital provincial en el avión oficial y Ricardo, en auto. Uno se refugió en la casa de gobierno. El otro llegó al bunker de la UCR cuando aún nadie decía nada de los datos de boca de urna: “No queremos darlos, vamos bien, mejor de lo que pensábamos, pero si lo decimos, creemos que la gente va dejar de ir a votar”. Un poco más tarde salían a celebrar.

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Ricardo Colombi dio un “mensaje de unidad” y llamó “a los distintos actores” a colaborar con la provincia.
Imagen: Ever Benitez
 
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