EL PAíS › EN LOS CONFLICTOS DE BASE RESURGE UNA VIEJA DISPUTA ENTRE CGT Y CTA

La unidad o la libertad sindical, eje del debate del modelo sindical

Pedro Wasiejko, adjunto de la CTA, y Julio Piumato, titular de Prensa de la CGT, confrontaron posiciones en torno del modelo sindical y el modo de fortalecer al movimiento obrero. Las posturas frente a los conflictos del subte y de Kraft.

 Por Roberto Navarro

El conflicto laboral en la alimentaria Kraft, que aún no finalizó, es manejado por delegados disidentes al Sindicato de la Alimentación, el gremio que forma parte de la CGT. La discusión que desató las huelgas en los subtes directamente es por la representatividad de ese medio de transporte. Estos casos, y otros con menor repercusión, abrieron el debate sobre el modelo sindical vigente. La CGT pregona la unidad; CTA prioriza un modelo que permita más de un gremio por sector. Página/12 organizó un debate sobre el modelo entre Pedro Wasiejko, secretario General del Sindicato Unico de Trabajadores del Neumático, por CTA, y Julio Piumato, de CGT, que preside la Unión de Empleados de la Justicia de la Nación. Piumato afirmó que “ante la concentración económica actual es imprescindible la unidad”. Wasiejko señaló que “primero se debe asegurar que las organizaciones disidentes tengan los mismos derechos que las históricas”.

–¿Cuál es el modelo gremial más conveniente para este momento del país?

Pedro Wasiejko: –Del tema del modelo sindical se habla mucho, pero una de las cuestiones que son básicas es que primero tiene que haber unidad sindical en serio en el lugar de trabajo. Y en esto, la realidad muestra que muchas veces eso no ocurre. Nos encontramos con que en una empresa hay tres o cuatro representaciones. Con lo que, por más buenas intenciones que haya, la fuerza del sector sindical no es de la misma intensidad. Y el otro aspecto, en un marco más general, es que nosotros nos encontramos al principio de los años noventa con una clase trabajadora totalmente fracturada, de trabajadores que estaban en una situación irregular o semirregular o que estaban desocupados. Toda esa situación era muy difícil de poder interpretar y expresar por las organizaciones sindicales de las que nosotros provenimos en general, que fueron construidas en la década del veinte al cincuenta, y que durante todo ese período expresaban una realidad de nuestra sociedad. Ahí es donde surgió la necesidad de generar una alternativa en el movimiento sindical, como la CTA, que pusiera en discusión todas estas cuestiones. Es cierto que hoy esa realidad cambió y hay que repensar el modelo.

Julio Piumato: –Yo entiendo que hoy más que nunca el desafío sigue siendo la unidad y entiendo que la división es el negocio de los que quieren avanzar sobre los derechos del trabajador. Es más, está claro que las experiencias de división en Argentina tienen que ver con la tentativa de debilitar el poder de las organizaciones sindicales, que llegó a ser muy grande. Tenemos que ver que hoy no tenemos una Constitución que nos garantice los derechos que estaban en la Constitución de 1949, no tenemos una Ley de Contratos de Trabajo. Si bien en los últimos años venimos recuperando derechos de a uno, con una tarea muy persistente en el Congreso, no tenemos una cobertura como la del pasado. En los noventa, uno de los primeros objetivos del ex presidente Carlos Menem fue dividir a los trabajadores para avanzar sobre sus derechos. Ahí también hubo una resistencia que estaba marcada por las circunstancias, porque el Gobierno siempre le dio la legalidad al sector más afín y hubo una batalla muy importante donde, si se quiere, cada uno, con su visión de la realidad, le fue dando una característica. Nosotros, desde el MTA, siempre defendimos que el modelo sindical era fundamental para los trabajadores. Nosotros no creíamos esto de que la desocupación viniera para quedarse, que el modelo argentino se iba a construir de acá para la eternidad con millones de trabajadores desocupados. Pensábamos que la Argentina productiva era posible y, por lo tanto, planteábamos la necesidad de recuperar la conducción de la Confederación General del Trabajo. El problema eran los dirigentes que en ese momento conducían la CGT y no era el modelo sindical lo que nos afectaba.

–¿Hay diferencias ideológicas o estratégicas para relacionarse con el Gobierno que hagan inviable esta unión?

P. W.: –En realidad, cuando nosotros hablamos del tema de la unidad de los trabajadores creemos que no es un imposible, pero que es una tarea que hay que construirla todos los días, y que no se resuelve con la construcción de una unidad orgánica. La unidad se construye a través de proyectos, a través de objetivos comunes. Una organización sindical tiene que tener basamentos claros en los principales temas de la democracia y la participación interna. Debe generar la discusión y el debate profundo en nuestra sociedad; primero en nuestra clase trabajadora, y luego en la sociedad entera. Las reivindicaciones son claras: una situación para la clase trabajadora de pleno empleo, acceso a la educación y a la salud para todos son valores irrenunciables. A esos reclamos hay que sumarles, obviamente, los valores de la democracia, la distribución de la riqueza, una matriz redistributiva que permita un desarrollo sustentable. Hay que proponer un desafío profundo al conjunto de la sociedad con respecto a abrir el debate sobre la necesidad de una red de seguridad social. O sea, hablar del tema del subsidio para los desempleados, subsidio de empleo y formación, la asignación universal por hijo, todas medidas que, en una Argentina acostumbrada al pleno empleo, no eran fáciles de plantear, pero que hoy son imprescindibles.

–¿Por qué la CGT se sigue resistiendo a que se le otorgue la personería gremial a la CTA?

J. P.: –Hoy el desafío nuestro, en los tiempos que vivimos, en los que el poder está cada vez más concentrado, es discutir la unidad en cada rama y en cada lugar de trabajo. Hagamos el proceso en conjunto. Estamos recorriendo el camino contrario al que necesitan los trabajadores. Cada vez hay más divisiones. Ese proceso se está dando en muchas actividades, como la de los medios de comunicación social, que tiene una confederación donde hay dos gremios de la CTA, o como la confederación del transporte. Usando la línea de personería, en algunos momentos, se generó esa dispersión, pero fueron trampas de una política particular: la de la fragmentación. Es un debate que internacionalmente se está dando.

–¿No cree que las divisiones se fueron dando de manera natural, porque había trabajadores que no se sentían representados?

J. P.: –En algunos casos puede ser, pero hay que desandar ese camino. El concepto de libertad sindical nace después de la Segunda Guerra Mundial y ahí la libertad sindical era la necesidad de los países occidentales de garantizar el Plan Marshall en la Europa occidental. Porque cuando termina la guerra estaba todo destruido y lo único que quedaba en pie eran los sindicatos. Y éstos eran todos dominados por los comunistas. Ahí inventan este concepto de libertad sindical para dividir al movimiento sindical y permitir que se aplicaran las políticas del Plan Marshall. Hoy, ese proceso se dio vuelta. Entonces se empezó a dar el proceso de unidad en todo el mundo. Argentina es uno de los pocos países con tantos gremios.

–¿Cuán importante es el tema de la personería para la CTA?

P. W.: –La cuestión de la personería siempre la hemos planteado porque es un acto de absoluta justicia. Pero, en realidad, a lo que apuntamos es a que se resuelvan las cuestiones que garanticen la libertad sindical. O sea, que las organizaciones sindicales tengan la capacidad de desarrollarse y ahí hay cuestiones básicas: el fuero para los delegados, la cuestión de la igualdad ante la ley desde el punto de vista impositivo, el tema de la negociación colectiva y también el descuento por nómina salarial. Todas cuestiones prioritarias que permitan a las organizaciones poder formarse, crecer y representar genuinamente estos intereses que son parte de la realidad. Y esto está por delante de todo. A partir de ahí, hoy tenemos que tener herramientas que permitan construir esta unidad que pide la CGT, pero en serio. Si los trabajadores no pueden expresarse genuinamente en organizaciones de primera o de segunda cuando son realmente representativas, estamos hablando de una cuestión de sellos sin peso alguno ni posibilidad. Estamos hablando de organizaciones que tienen presencia real, que tienen el apoyo de los trabajadores y que, para poder construir una unidad en serio, hay que construir con ellos, con las organizaciones que están y también con ellos. Es ahí donde nosotros no entendemos por qué se limita esta situación.

J. P.: –Para avanzar en un proceso de unión deberíamos trabajar en algunas diferencias que existen en sectores importantísimos de la economía. Perder la unidad en la alimentación o en el transporte sería un gran error. En el largo plazo los trabajadores se van a ver perjudicados. El tema es que muchas veces el problema no tiene que ver con el modelo, sino que el problema está en los dirigentes. Y si tenemos esa participación horizontal y la llevamos a la práctica, es imposible que se den situaciones que violenten la voluntad de los trabajadores. También en la CTA hay casos y hay situaciones de denuncias de fraude y otras cuestiones. Pero no podemos, por una cuestión puntual de ciertos dirigentes, perder de vista que el mejor modelo para los trabajadores es el que se está trabajando en Europa: pocos gremios muy poderosos.

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