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Testimonio de un conscripto

En el primer juicio oral por la represión en Mendoza, ayer declaró uno de los soldados que tuvo a su cargo parte de la custodia de Francisco Tripiana, uno de los cuatro desaparecidos de la causa. En su testimonio aseguró que la dictadura era una época de “matar o morir” y entre los acusados reconoció al represor Aníbal Alfredo Guevara, que se desempeñaba como teniente del Ejército pero, además, comandó los grupos de tareas en los secuestros.

“A los quince días de ingresar nos dijeron que nos trasladaban a Tucumán a pintar escuelas, pero cuando llegamos allá nos cambiaron el pincel por un fusil, porque decían que en la selva había grupos guerrilleros, montoneros y del ERP.” Mario Agustín Lemos entró a hacer el Servicio Militar Obligatorio en Campo Los Andes en diciembre de 1975 y de ahí fue trasladado a San Rafael y a Tucumán. Según recordó, el general Antonio Bussi los arengaba y les decía que “quizá nunca más fuéramos a volver a nuestros hogares, pero que supiéramos que era por defender a la Patria”. Eran épocas de “matar o morir”, dijo, “pero nosotros éramos conscriptos recién ingresados y muchos no sabíamos ni manejar un fusil”. Cuando dejó la selva y volvió a San Rafael participó, según dijo, de la detención de Tripiana, quien “fue llevado desde un humilde hogar a la Departamental en un camión comandado por Guevara”. Ya encarcelado, mantuvo una relación de casi una semana con él, le convidaba cigarrillos, tortitas, y hasta le prestó papel y lápiz para que pudiera mandar unas líneas a sus familiares.

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