EL PAíS › EMPEZó EN ROSARIO EL JUICIO ORAL CONTRA EL EX JEFE DEL SEGUNDO CUERPO RAMóN GENARO DíAZ BESSONE

Llanto, emoción y llamadas amenazantes

El ex director del Círculo Militar será juzgado con otros cinco acusados. Varios querellantes recibieron llamadas de un supuesto cementerio de Funes, donde funcionó un centro clandestino.

 Por Sonia Tessa

Desde Rosario

Ramón Genaro Díaz Bessone, un irreconocible José Rubén Lo Fiego, Mario Alfredo Marccote, José Antonio Scorte-cchini, Ramón Rito Vergara y Ricardo Miguel Chomicky escucharon ayer, en el banquillo de los acusados, algunos de los delitos por los que serán juzgados. Sólo Díaz Bessone cumple prisión domiciliaria. El resto transcurrirá el juicio en libertad. Mientras tanto, varios querellantes reciben sugestivas llamadas de un supuesto cementerio de Funes, que les aseguran que ganaron una parcela a perpetuidad. La sofisticada amenaza da cuenta del peligro que significa esta situación para los casi 200 testigos que pondrán el cuerpo durante los próximos meses con el objetivo de esclarecer la represión ilegal en la zona. Unicamente Chomicky, un civil que ingresó secuestrado y colaboró en secuestros y torturas (la agrupación HIJOS no lo acusó) hacía gestos mientras decía que no con la cabeza cuando la secretaria del Tribunal Oral Federal, Silvina Andalaz, leía las acusaciones del requerimiento de elevación a juicio. El resto estaba imperturbable. Incluso, Díaz Bessone se durmió en algunos tramos. Para el público sentado en la sala, la situación fue conmovedora. Ana María Moro, testigo y querellante, rompió en un llanto desesperado cuando se relataron los hechos de los que fue víctima su hermana gemela, Miriam. Lo mismo le ocurrió a Josefina “La Tana” González, cuando escuchó lo vivido por su madre Ruth, junto a ella, que era una beba de cinco meses y su hermana de 3 años.

Ana Moro estuvo también secuestrada en el servicio de Informaciones, junto con su compañero, Juan Cheroni, quien ayer le acariciaba el brazo mientras ella se tapaba la cara llena de lágrimas. Militante de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticos desde la misma dictadura, para Ana, nada de lo escuchado allí sobre los nueve impactos de bala que recibió el cuerpo de su hermana fue una sorpresa. El valor se lo dio que se estuviera leyendo frente a algunos acusados, en la instancia de un juicio oral y público. Algo similar atravesó La Tana, secuestrada junto a su hermana Marina y su mamá, Ruth, que fue asesinada. Ayer a la mañana, en la primera jornada, se leyeron los hechos de los que fue víctima cuando era una beba, junto a su hermana y su mamá. La Tana estuvo secuestrada en el Servicio de Informaciones y sufrió golpes de la patota de Feced, una tortura dirigida a quebrar la voluntad de Ruth. También militante de los organismos de derechos humanos, es difícil que La Tana llore al contar su historia. Pero ayer no pudo evitarlo. “Entendí a la gente que se emociona cuando me escucha, hasta ahora no me había pasado”, dijo al salir de la sala de audiencias, todavía conmovida.

Esta semana, Beatriz Barabani presidió el tribunal integrado también por Otmar Paulucci y Jorge Venegas Echagüe, así como José María Escobar Cello como conjuez. El juicio que comenzó ayer es histórico. Su principal imputado, Ramón Genaro Díaz Bessone, fue una figura clave de la dictadura, aunque sea menos célebre que su sucesor en el cargo, Leopoldo Fortunato Galtieri. El nombre y la cara de Díaz Bessone no son tan conocidos como los de Jorge Rafael Videla o Alfredo Astiz, pero el hombre de 84 años que ayer estaba sentado en el banquillo de los acusados fue el comandante del Segundo Cuerpo de Ejército hasta el 12 de octubre de 1976, cuando fue designado como ministro de la Nación de la dictadura militar. Desde el Comando ideó la represión en seis provincias. En ese puesto lo sucedió Galtieri, a quien no se puede juzgar porque ya murió. Como el interventor de la policía provincial, Agustín Feced y varios acusados por los delitos que desde ayer comenzaron a juzgarse. El segundo juicio oral y público por crímenes de lesa humanidad en la región es el más voluminoso y concentra a figuras claves de la represión ilegal. Se conoció como causa Feced y vino motorizado desde 1984 por ex prisioneros políticos, aunque sufrió los avatares de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida. Cuando lo elevó a juicio oral, el tribunal le cambió la carátula al considerar a Díaz Bessone el máximo responsable de la represión en la zona, mientras estuvo al frente del comando. En este juicio se ventilará lo ocurrido en el Servicio de Informaciones, el centro clandestino más importante de la provincia, por donde se estima que pasaron entre 1800 y 2000 personas.

Lo Fiego, lugarteniente de Feced y acusado por más de 60 delitos de lesa humanidad, está pelado. Según la resolución de la Cámara de Casación Penal y una más reciente del Tribunal Federal Oral número 2, Lo Fiego y los otros cuatro acusados transitarán el juicio en libertad. El lunes pasado, las dos querellas presentaron un nuevo pedido para apresar a los represores durante el transcurso de las audiencias, pero aún no recibió respuesta.

Para el primer día del juicio dijeron presente, como lo habían hecho en la causa Guerrieri, la vicegobernadora Griselda Tessio, el ministro de Justicia y Derechos Humanos, Héctor Superti, así como la secretaria de Derechos Humanos, Rosa Acosta. El resto de la sala estaba ocupado por testigos y querellantes. Cuando entraron del brazo Gustavo de Vicenzo y su abuela, Noemí, Madre de la Plaza 25 de Mayo, parecía estar presente –de manera simbólica, claro– Roberto, hijo de una y padre de otro, cuyos restos fueron identificados recientemente. “Por fin voy a ver la justicia, después de tantos años de lucha”, se esperanzó la infatigable Madre, próxima a cumplir 83 años.

Afuera de la sala, la fría mañana de ayer encontró a testigos, querellantes, organismos de derechos humanos y el amplio abanico de organizaciones congregados en el Espacio Juicio y Castigo haciendo el aguante en el cantero central de bulevar Oroño, mientras en la sala de audiencias se acomodaban los imputados, y luego comenzaba el juicio propiamente dicho. Una radio en vivo conducida por Carlos del Frade daba la bienvenida a las Madres, Noemí de Vicenzo y Chiche Ma-ssa, así como también a Iris Avellaneda, la mamá del Negrito, de-saparecido de la provincia de Buenos Aires. Del Frade recordó también que ayer se cumplieron 24 años de la muerte oficial de Feced. Una investigación suya demostró que dos años después, el jerarca de la policía provincial seguía vivo. Y lo confirmó el propio nieto del represor, Agustín Feced, que tiene serias dudas de ser hijo de desaparecidos y milita en organismos de derechos humanos.

La radio fue además un espacio para que hablaran querellantes e integrantes de todas las organizaciones presentes. Mientras tanto, Freddy Sciarratta y André Núnez, de El Movimiento, pintaban un mural que representaba a los represores con una lápida, asustados, y las Madres, así como los organismos, reclamando justicia. Entre los rostros estaba el de Eduardo Nassini, uno de los querellantes de la causa Feced que falleció hace unos años, como consecuencia de un cáncer. El Tortuga, le decían, y sus compañeros quisieron recordarlo ayer. El lienzo estaba terminado al mediodía, justo cuando los integrantes del Espacio Juicio y Castigo comenzaron la bicicleteada por lugares donde se produjeron algunos de los secuestros de militantes que comenzaron a juzgarse. Al mediodía, cerca de las 14, hubo hamburguesas, hechas en una pequeña parrilla halconera y servidas por varios integrantes de Juicio y Castigo, entre ellas, la sobreviviente Olga Moyano.

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Ramón Genaro Díaz Bessone, el general que echó a Martín Balza del Círculo Militar.
Imagen: Télam
 
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