EL PAíS › EL CONGRESO SINCERO LA FRACTURA DEL PARTIDO JUSTICIALISTA

Uno, dos, tres, muchos peronismos

El duhaldismo impuso su cómodo dominio en el congreso de Lanús. Dejó sin efecto la interna, implantó los neolemas y facultó a Menem, Kirchner y Rodríguez Saá a candidatearse “por afuera” del PJ, pero con su simbología. El menemismo se retiró del cónclave y lo impugnará.

 Por Fernando Cibeira

”Llamen al gorila musulmán, para que vea...”, cantaban las tribunas y algunos congresales. Los delegados menemistas se retiraban del congreso nacional del PJ al poco entrador grito de “in-ter-nas” mientras levantaban en andas a un hombre patilludo, clon de Carlos Menem versión ‘89. Fue el clímax del encuentro: los menemistas se retiraron para no presenciar cómo el duhaldismo consolidaba su incipiente hegemonía dentro del PJ al aprobar por amplia mayoría la suspensión de las internas y el sistema de neolemas para las elecciones de abril. El fallo de la jueza María Servini de Cubría llevó al duhaldismo a redoblar la apuesta: también votaron una cláusula según la cual si la Justicia impide los neolemas será el partido a través de su Comisión de Acción Política (CAP) la que designe a los integrantes de la fórmula presidencial.
No fue sencillo, pero el presidente Eduardo Duhalde se salió con la suya y confirmó dos cosas: que el justicialismo quedó fracturado y que el menemismo representa una minoría dentro de la dirigencia del PJ. Hubo cuatro fechas diferentes de internas fijadas en distintos momentos pero ayer Duhalde pudo echar por tierra con esos compromisos para evitarle a su favorito, el gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner, el mal trago de enfrentar a Menem. Ahora, Kirchner, Menem y también Adolfo Rodríguez Saá podrán competir directamente en la elección general como candidatos oficiales del justicialismo. El riesgo es que dividirán votos, pero Duhalde sostiene que igual habrá dos peronistas en el ballottage.
En el congreso se criticó mucho el fallo de Servini, considerado una intromisión de la Justicia en los asuntos internos de un partido. En el PJ confían que la Cámara Electoral dejará sin efecto la sentencia. Pero como la última palabra la tendrá la Corte Suprema (ver nota aparte en página 2), los duhaldistas decidieron curarse en salud e inventaron la salida de una fórmula electa a través de la CAP, un organismo que controlan (ver recuadro).
Lanús amaneció preparado como para una invasión armada. Había vallas dos cuadras a la redonda del microestadio en donde se realizó el congreso, protegidas por dos filas de policías. El menemismo había amenazado enviar diez mil manifestantes pero apenas si habrán ido unos veinte. Se fueron junto a sus congresales arrojando unos panfletos que decían “chirolita” y en los que se veía a Kirchner en las rodillas de un Duhalde ventrílocuo (ver asimismo foto en página 2).
Estaba previsto un primer llamado a las 11 y un segundo a las 13, pero el congreso recién comenzó pasadas las 14, una vez que se solucionaron los inevitables problemas de acreditación y demás. Dentro del microestadio, los congresales se ubicaron en sillas de plástico de cara a la mesa de autoridades. Afuera era un día peronista, pero en el gimnasio no circulaba el aire y todos se apantallaban con lo que tuvieran a mano.
Las autoridades se reunieron en una oficina en el segundo piso del Club Lanús y decidieron el sistema de oradores: en caso de que alguna provincia tuviera más de una posición hablarían dos congresales, cinco minutos cada uno. La mesa estuvo encabezada por el bonaerense Eduardo Camaño y también participaron los menemistas Juan Carlos Romero y Angel Maza.
Argumentos
Como el orden era alfabético, comenzó la provincia de Buenos Aires que propuso en la voz pedregosa del diputado José María Díaz Bancalari la moción que luego apoyó la mayoría. El argumento del duhaldismo para suspender las internas fue el siguiente:
- El país y la clase política en particular atraviesan una crisis excepcional.
- En momentos excepcionales, hacen falta medidas excepcionales.
- La lógica, entonces, pasa por evitar la interna y no someter al justicialismo a una competencia de consecuencias imprevisibles.
- Que no sean los afiliados sino la sociedad argentina quien decida qué fórmula y qué modelo de país prefieren.
Díaz Bancalari quiso brindar ejemplos concretos de los peligros que acarrearía la interna. Habló del escándalo del radicalismo, claro, y también de “lo que pasa con esa señora gorda que se juntó con los socialistas” para terminar con “lo que pasa con esos que dicen ‘que se vayan todos’, los de la Izquierda Unida, que son dos y se separan”, en aparente alusión a Elisa Carrió y Luis Zamora. Cuando terminó de hablar, Camaño anunció que había presentes 724 congresales, un número mayor a los cálculos más optimistas. En eso influyó el aporte del menemismo.
La primera reacción la provocó el menemista cordobés Oscar González. “Me sorprende que los padrones truchos que supuestamente impiden la interna a nivel nacional sirvan para hacer la interna bonaerense el 30 de marzo”, lanzó. Los congresales bonaerenses le empezaron a decir de todo mientras el gobernador Felipe Solá lo miraba desde la primera fila. Le respondió Camaño. “Creo que está cometiendo un error: en la provincia la interna es abierta y simultánea.”
El pampeano Rubén Marín se puso del color de su camisa fucsia. “Me importa un carajo el que gane con tal de que sea peronista. Lo que no puedo admitir es que busquen cómo le van a quitar al pueblo peronista el derecho de elegir o ser elegido”, sostuvo. Los pampeanos votaron en contra de la mayoría, los cordobeses de José Manuel de la Sota se abstuvieron mientras que los santafesinos de Carlos Reutemann votaron a favor de la realización de internas abiertas. Los misioneros de Ramón Puerta apoyaron su propia postura de impulsar una ley de lemas.
Como esposa del candidato, el discurso de Cristina Fernández de Kirchner tuvo un clima especial. “Se es democrático cuando se es minoría y se banca la opinión de los demás. Yo muchas veces fui minoría pero jamás fui a reclamar al estrado de un juzgado”, explicó. Como el discurso se excedía de los cinco minutos, los menemistas la empezaron a abuchear. “Más allá de las diferencias que tengamos, compañeros, no volvamos a los tiempos de Herminio Iglesias”, dijo Cristina, que ya no pudo seguir, chiflada e insultada por sus compañeras menemistas.
La voz cantante del menemismo la llevó la riojana Alejandra Oviedo, pero el golpe de efecto lo tenían reservado con el último orador, un congresal tucumano que anunció que no convalidaría con su presencia “la proscripción de los afiliados”. Los menemistas se levantaron y se fueron. Marín se ganó una ovación sólo porque se quedó sentado. “¿Por qué carajo se fueron? Justo cuando estábamos profundizando el debate sobre el modelo se fueron”, se lamentó (muy autoindulgente) Lorenzo Pepe, pero los menemistas ya habían salido.

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Eduardo Camaño displicente, casi canchero, fue el presidente de un congreso con holgada mayoría.
A su izquierda, Cristina Kirchner, que fue blanco de pullas y abucheos por parte de los menemistas.
 
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