EL PAíS › ELISA CARRIO EN CAMPAÑA

“Están todos jugando para mi”

Pese a que mantiene su silencio oficial ante la interna del PJ, se divierte con la situación. Lo que piensa de Kirchner, lo que ve en su gira por el interior, la razón de las amabilidades con Ricardo López Murphy.

 Por Marta Dillon

La carcajada viaja más de mil kilómetros por los satélites telefónicos y llega tan clara como agua de deshielo. Las últimas noticias de sus rivales electorales hacen que Elisa Carrió festeje sin pudor: “Si esto sigue así, están todos jugando para mí”, dice, contenta también con la rima. “No es una idea mía, lo dijo el mismo Alasino”, aclara, porque con respecto a las internas del PJ su opinión oficial es “que se arreglen ellos”. Carrió está muy ocupada con la campaña presidencial minimalista que emprendió hace casi veinte días viajando en auto por el sur del país y quiere demostrarlo. “Nosotros (por su partido) tenemos que tener la serenidad de esperar, porque hasta marzo no se va aclarar el panorama. Pero si en algún momento me preocupó que se instale el doble discurso, ahora creo que ya decantó. Se sabe quién es quién”, dice la diputada en obvia alusión a quien en algún momento se perfiló como un posible aliado: Néstor Kirchner.
“Este es el tiempo de la toma de conciencia colectiva, del discernimiento”, dice Elisa Carrió y algo del paisaje marino que ve desde su ventana parece colarse en sus palabras. Está en Monte Hermoso, frente al Océano Atlántico, después de haber recorrido casi cinco mil kilómetros de rutas patagónicas, deteniéndose en pueblos y ciudades para dar charlas que convocaron, dice, entre 100 y 500 personas, según las características del lugar. Recorrer el interior es una actividad habitual para Carrió, lo hizo durante todo el año para armar la estructura de su partido. Y mucho antes, en el ‘98 y el ‘99, cuando era oradora en los actos de campaña de Fernando de la Rúa, aunque después se haya convertido en la primera en criticar los actos de su gobierno. Pero esos escenarios por los que la pasearon le sirvieron para darse a conocer en todo el país aun antes de insinuar cualquier aspiración al sillón de Rivadavia, del que ahora se siente tan cerca.
–¿Cree que este modo de hacer campaña le permitirá competir con el aparato de los candidatos del PJ?
–Esta es nuestra forma de hacer campaña. Yo necesito el contacto con las personas. Me parece más importante escuchar a la gente que ellos me escuchen a mí. Por eso lo que se organiza en cada lugar son charlas para favorecer el intercambio. Y como viajamos casi como una familia, podemos caminar por la calle, sentarnos en los bares. Eso permite que yo no sienta la presión de lo que a mí más me molesta: el aparato de campaña me pone mal. Me sentiría asfixiada de otra forma. A mí no me preocupa si el acto es menor o mayor, a mí me interesa una democracia con participación de las bases sociales y para eso hay que saber escuchar.
–Pero tampoco se puede despreciar el poder de los medios audiovisuales y de las campañas políticas tradicionales. Más cuando ahora va a tener tres competidores.
–Si esto sigue así, estarán jugando todos para mí. Yo sigo confiada absolutamente y tengo la certeza de que esto decanta bien. Es cierto que tuve la preocupación por el doble discurso, la doble moral de los que se dicen progresistas o que traen aires nuevos y después pactan con lo viejo. Pero eso ya decantó, ya está.
–¿Se refiere a Néstor Kirchner?
–Por supuesto, ya quedó cómo son las cosas. Igual vamos a tener un esquema de instalación de candidaturas al estilo de De la Sota. Se instalarán candidatos como seguros desde el poder, no sólo del Gobierno, sino desde la comunicación. Pero desde ese lugar ya no se puede armar nada en este país porque el pueblo perdió ingenuidad y eso es muy interesante. Nosotros tenemos que tener la serenidad de saber esperar los tiempos. No estará claro hasta marzo cómo será el escenario electoral. Hay que esperar que estos intentos avancen y se caigan. Sucede desde hace dos años, suben y bajan, como Ruckauf. Tenemos que esperar con templanza, sin hacer alianzas y sin alquimias electorales.
–¿Por qué es tan reacia a tener socios políticos?
–Está muy claro, si yo hubiera hecho una alianza con Kirchner, como querían imponer los medios de prensa cuando exigimos la caducidad de los mandatos, hoy estaría en el consejo del PJ ¿se entiende?
–¿Ni siquiera considera una pérdida la división con los socialistas?
–No, no es una pérdida, al contrario. Nosotros estamos convencidos de tres cosas: creemos en la autoridad legítima y no en el poder, en la autoridad que se funda en la legitimidad moral, no discutida ni colegiada; en un proyecto de democracia participativa pero no partidocrática sino con bases sociales, y en un camino claro en términos de futuro para cada uno de nosotros. La alianza partidocrática tradicional (por el socialismo) hace prensa desafiando la autoridad, complica el proyecto de participación ocupando el lugar de los militantes sociales con aparatos partidarios y nubla el futuro. Una cosa distinta es que todos tengamos el mismo proyecto, el tema es que no todos quieren cambiar el país sino candidaturas. Estuvimos acertados en la estrategia, cualquier alianza nos hubiera convertido en tontos.
–¿Qué fueron esas galanterías que cruzó con Ricardo López Murphy?
–Lo único que dije es que no era un mafioso y que el país debería tener una derecha seria. Estoy en los antípodas ideológicos de López Murphy, no tenemos proyecto común pero no puedo decir que es Menem. Lo que hay es una necesidad de construir noticias agrandando algunas cosas.
–¿Por qué habla de la necesidad de una derecha seria?
–Para que mucha gente que piensa de esa manera vea canalizada su opinión. Un país serio necesita debates serios, los que opinan de otra manera necesitan una expresión genuina, el otro no es delincuente porque piensa distinto sino porque roba. Aunque muchos de los que rodean a LM están entre los que roban.
–Usted viajó varias veces al sur el año pasado para alentar la formación de su partido ¿es distinto viajar en campaña?
–Lo que cambió es que hubo un crecimiento muy consistente para nosotros. Ya no se camina con dificultad. Este es como un tiempo de cosecha, el aire se alivianó, es el tiempo de la toma de conciencia. La sociedad está saliendo de la confusión y todo va a ser más claro a partir de marzo. Están claros los dos caminos: uno de mucha oscuridad, de conflicto, de violencia y otro de construcción nueva.
–¿Esta toma de conciencia la percibe también en Capital?
–En el interior siempre se ve todo desde otro lugar, ya sea en el norte como el sur. Porque el pueblo de las provincias es espectador, tiene la posibilidad de la distancia que facilita el discernimiento. La Capital es un espectáculo y cuando una vive allí se es actor y espectador. Pero estoy segura de que viene un tiempo colectivo que tiene que ver con la resolución de nuestra propia identidad colectiva. Qué queremos ser más allá de las personas. De todos modos es una decisión colectiva que se expresa en el voto, pero es una decisión interior. Algo votó Brasil más allá del candidato. Cuando Lula dice que Brasil se encuentra consigo mismo está hablando de una identidad colectiva que se está fortaleciendo en toda América latina. Y acá pasará lo mismo.
–¿Puede interpretar lo que sucede en Venezuela según ese mismo parámetro?
–No podría, en Venezuela la sociedad está en conflicto. Pero aquí, como en otros países, lo que es claro es que se dará una alianza entre la clase media y la clase empobrecida. Porque las clases empobrecidas fueron clase media y lo que se trata es de recuperar no sólo bienes concretos sino una pertenencia cultural. Eso es lo más importante: recuperar la idea de progreso, el valor de la educación, el valor de la palabra, de lo cotidiano, de las mesas bien tendidas dentro de los hogares. Eso es lo que yo llamo la paz interna.
–¿Por qué no se entrevistó con Lula cuando estuvo en Brasil? –El hombre estaba asumiendo y yo estuve muy bien en los actos. La verdad, ni siquiera fui a la recepción en la casa presidencial porque ya no me aguantaba estar parada ni un minuto más. De todos modos hay buenas relaciones de partido a partido. Pero yo no me saco fotos para mostrar en la campaña. A mí esas cosas me parecen vulgares.
Todavía le quedan recorrer a Carrió al menos mil kilómetros más, su agenda de campaña la llevará por Mar del Plata, Mar Chiquita, Villa Gesell y otras localidades de la costa. Pero tendrá que despedirse de los corderos patagónicos y las cazuelas de calamares con que la convidaron en el sur. Si de algo puede jactarse Carrió es de haber gastado lo mínimo en este mes de campaña: “No pagamos ni alojamiento ni comida, en cada pueblo nos recibieron, nos alimentaron y nos abrieron sus casas”. Eso sí, todo lo ahorrado lo traerá la pequeña comitiva en kilos de más. Pero eso para Carrió, es un detalle menor.

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En Sierra Grande, Patagonia, visitando una industria “maltratada”.
 
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