EL PAíS › JORGE RIVAS, CANDIDATO SOCIALISTA

“Quieren ser Lula y nadie quiere construir el PT”

“La crisis política no sólo afectó a los partidos tradicionales, también infectó a cualquier expresión de la izquierda democrática o del campo nacional y popular”, afirmó el diputado Jorge Rivas, candidato a gobernador bonaerense por el Partido Socialista.

 Por Eduardo Tagliaferro

Los periodistas acreditados en el Congreso suelen recordar que cuando Jorge Rivas les abría la puerta de su despacho, irremediablemente terminaban preguntándole: ¿No está el diputado? La mayoría iba con el preconcepto de que el legislador socialista debería tener de 50 años para arriba. Luego de cinco años en la Cámara de Diputados, Rivas es recordado por más de un vehemente discurso. En diálogo con Página/12, días antes de ser elegido como candidato a gobernador por el socialismo en la provincia de Buenos Aires, revisa autocríticamente algunas prácticas de la izquierda, la fallida experiencia de la Alianza y las frustradas relaciones de su fuerza con Carlos “Chacho” Alvarez primero y con Elisa Carrió posteriormente. “Todos quieren ser Lula, pero nadie quiere construir el PT”, afirma cuando compara a la izquierda argentina con la fuerza que convirtió a Luiz Inácio Lula da Silva en el presidente de Brasil.
–¿La Argentina necesita un cambio? ¿Qué clase de cambio propone el socialismo?
–El cambio que se necesita en la Argentina es muy profundo. Los problemas que tenemos, aunque son estructurales, muestran un grado de agudización nunca conocidos. Algunos datos, como la existencia de 20 millones de pobres y más de 9 millones de indigentes, cuesta asimilarlos como algo natural. Además de lo terrible de estas cifras, tal vez lo peor sea la falta de indicios de que esto pueda modificarse a corto o mediano plazo. La actual situación es el saldo de políticas neoliberales y de un fundamentalismo de mercado al que se le agrega la falta de una articulación entre las fuerzas políticas que expresamos una mirada distinta al discurso dominante. El punto de inflexión en esta historia sólo puede lograrse con un fuerte aglutinamiento de sectores populares.
Cualquiera de las expresiones del justicialismo que hoy sumadas abarcan casi el 50 por ciento del electorado, según indican las encuestas, son una muestra muy clara de continuidad económica, política y social. Néstor Kirchner pasó de ser un dirigente que, proveniente del PJ, podría haber probado una construcción política que contuviera expresiones no peronistas, a convertirse en el candidato oficial del PJ y más concretamente en el candidato de un duhaldismo que no se caracterizó por ser muy distinto de lo que fue Carlos Menem en el poder.
–¿Por qué las fuerzas que se definen como alternativas al bipartidismo no logran superar a los dos partidos tradicionales en los que se asentó ese modelo neoconservador del que usted habla?
–De alguna manera, el suponer que la crisis política se agota en los partidos tradicionales es un error. Indiscriminadamente penetró en los poros de todos los partidos. Esto le afecta a cualquier expresión de la izquierda democrática o del campo nacional y popular, como usted prefiera denominarla. Este sector también está contaminado por la irracionalidad que condujo a esta fragmentación y división, al poner las diferencias por delante de las coincidencias. Así se explica como se dilapidó la oportunidad del Frepaso, de la Alianza e incluso del ARI. El ARI que en sus comienzos nació como una fuerza política heterogénea, que debía representar a la izquierda democrática y demostrar que la izquierda puede gobernar en la Argentina y no ser sólo un mero controlador o fiscal de los actos de otros, también dilapidó una gran oportunidad. Se necesitaba crear algo nuevo.
–¿Por qué a su juicio el ARI no pudo construir ese espacio nuevo?
–Porque no hubo voluntad política de conformarlo. Del mismo modo que no puede solamente culparse al Imperialismo por la dependencia, sino que también hay que mirar hacia adentro, desde la izquierda uno no puede responsabilizar solamente a los operadores de la derecha por nuestras fallas. Todos estuvimos de acuerdo en que la matriz económica del modelo de exclusión se asentó en un sistema político expresado por los dospartidos tradicionales, UCR y PJ. El error estuvo en pensar que una propuesta para transformar a la Argentina puede conseguirse sin tener en cuenta cuál es el sujeto social que va a sostener esos cambios. Y esto ha faltado en las últimas experiencias de la centroizquierda argentina. Una centro izquierda que ha preferido convertirse en opinadores u observadores externos de la cuestión política en lugar de ser actores dispuestos a incidir en la realidad para transformarla.
–¿Cómo explica que ni la posibilidad de que el modelo neoliberal pudiera profundizarse o de que algunos de sus exponentes más emblemáticos como Carlos Menem pudiera ganar la próxima elección, logran unificar un amplio conglomerado opositor?
–Hasta hace muy poco tiempo, la oleada neoconservadora, neoliberal parecía irremediable. Se repetía que lo que se implementaba en la Argentina no era más que una adecuación a una ola internacional. Ahora esta fragmentación resulta más incomprensible si se ve que desde la izquierda a nivel internacional van surgiendo algunos referentes triunfantes. El PT en Brasil demostró que se puede enfrentar poderes que parecían invencibles como el poder económico vinculado a los grandes centros transnacionales. Si tuviéramos que hacer una analogía entre la experiencia brasileña y lo que sucede en la izquierda argentina, diría que acá todos quieren ser Lula, pero ninguno quiere construir el PT. Y el PT, como el Frente Amplio en el Uruguay, son construcciones colectivas y si algún factor de unidad han tenido fue el contar con un proyecto de Nación que les permitía saber hacia donde se debía ir. Obviamente que en nuestro país con la fuerte hegemonía de la derecha se impone un reagrupamiento de las fuerzas del progreso que tengan claro para qué se unen. Hoy el PJ, como partido, es el partido del establishment, es el partido de la derecha. Si hay algo que no está articulado es el partido de la izquierda capaz de enfrentar a ese establishment.
–¿Por qué la izquierda argentina no parece consciente de eso?
–Nuestra tarea es entender precisamente eso. La alternativa a Menem no es Kirchner ni es (Adolfo) Rodríguez Saá. Esta claro que la alternativa a ese modelo neoliberal, está por construirse. Más allá de la cuestión electoral que nosotros enfrentamos con nuestros candidatos, Alfredo Bravo y Rubén Giustiniani, es necesaria una mirada a mediano plazo que contenga a un amplio sector de la sociedad que hoy no tiene referencia política. Durante demasiado tiempo, la izquierda no fue un vehiculizador de la demanda social. Cuando eso pasa, los partidos dejan de tener necesidad de dar respuestas a la demanda social.
–¿Fue realmente inevitable la ruptura con Elisa Carrió?
–El partido puso tres condiciones. Dos eran secundarias y una era esencial. Uno era incidir en la propuesta programática del espacio y la otra era incidir en las definiciones de candidaturas, no estoy hablando de poner un socialista sino de incidir en las definiciones. El punto central era que este espacio fuera una coalición de fuerzas políticas permanentes. Esto buscaba evitar la realización de alianzas que simplemente fueran acuerdos electorales que se sostuvieran según el éxito o el fracaso del resultado electoral. Frente a esto nos encontramos con una negativa difícil de explicar. Se nos dijo que Carrió no estaba dispuesta a realizar alianzas partidocráticas. Confundir una coalición de gobierno con alianzas partidocráticas es insólito. Conozco la inteligencia de los actores políticos y me queda claro que en el caso del ARI había una voluntad de desprenderse de algunos sectores que solemos ser simpáticos y presentables cuando se trata de contar con una pincelada de honestidad o de coherencia política, pero que podemos convertirnos en tapón a las aspiraciones presidenciales de algunos candidatos. El socialismo no hizo más que aceptar una realidad que mostraba que quien lideraba ese espacio, no pretendía contenernos como fuerza.
–Además de las diversas líneas internas, en la vida del PT no pasan desapercibidas las definiciones o los vaivenes que tiene el movimientosocial, que por otra parte en Brasil tiene una gran actividad y organización como lo muestran los Sin Tierra, por citar tan sólo un caso.
–Eso demuestra que muchas veces en los esquemas de la izquierda argentina está faltando el sujeto social sobre el que se asentará una propuesta. La conducción del PT es una conducción de cuadros políticos. Lula es un cuadro político y un constructor por excelencia. En nuestro país no estamos frente a una crisis de participación, pero sí estamos frente a un repliegue de los partidos políticos a los que no les interesa contener a esas expresiones sociales. Si no entendemos que estamos frente a un problema político y que desde la política debe articularse una respuesta, estamos siendo funcionales a la derecha. El dato objetivo es que después de un año, pareciera que el 19 y 20 de diciembre del 2001 no hubiera existido. Después de un año hay un escenario electoral monopolizado por el justicialismo.
–Le propongo que me entregue definiciones breves sobre los siguientes temas y personalidades. ¿Qué significa la próxima elección?
–Toda elección es una oportunidad y en la naturaleza de todo partido político está también dar la batalla electoral. El suponer que las elecciones son neutras para cada uno de los ciudadanos es un grave error.
–¿Qué representa Kirchner?
–Es el candidato de la oligarquía del PJ.
–¿Carrió?
–Es una dirigente política. No es el enemigo, aunque seamos adversarios electorales.
–¿Luis Zamora?
–Es un emergente de la izquierda en la Argentina. Considero que no está en condiciones de dirigir un proceso de reconstrucción de la izquierda, pero también creo que no es prescindible.
–¿Qué es para usted ser socialista?
–Hoy creo que el socialismo es fundamentalmente una esperanza de cambio.

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