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“Fuera la Corte corrupta, que el pueblo pueda elegir a los jueces”

A pesar del fallo a favor de los ahorristas, el cacerolazo contra la Corte Suprema no sufrió bajas. Repudio a la impunidad.

 Por Victoria Ginzberg

Un coche fúnebre avanzaba por la calle Talcahuano. Estaban velando a la impunidad y las coronas las habían mandado las causas Armas, Embajada de Israel y Corralito. El auto irrumpió en el sexto cacerolazo contra la Corte Suprema, frente al Palacio de Tribunales. Al conservar su poder de convocatoria luego de que la Corte declarara la inconstitucionalidad de las restricciones bancarias, la protesta demostró que excede el problema económico. Esta vez, los cortesanos zafaron del escrache privado en sus domicilios. Los manifestantes prefirieron ir al Congreso para exigir que se realice con rapidez y transparencia el juicio político contra los nueve magistrados y que sus reemplazantes sean “jueces independientes, honestos y sin vínculos con el poder económico y político”.
“La gente no come vidrio. Aun con el fallo a favor de los ahorristas, la Corte no falló por la Constitución y los intereses de la sociedad argentina. Aquí hay diferentes grupos que comparten el reclamo por la falta de justicia, no sólo por el corralito”, afirmó Luis Ramírez, presidente de la Asociación de Abogados Laboralistas, agrupación que impulsó los cacerolazos contra la Corte. Ramírez aseguró que ya se recolectaron cerca de “200 mil firmas” para exigir el enjuiciamiento de los jueces.
Los diferentes sectores a los que se refería Ramírez estaban ayer batiendo las cacerolas, panquequeras, latas de gaseosas y otros utensilios. Lo hacían las Madres de Plaza de Mayo, miembros de Memoria Activa, la CTA, los trabajadores aeronáuticos, los estudiantes de Filosofía y Letras, los integrantes de las múltiples asambleas barriales y los familiares de personas cuyos asesinatos están sin esclarecer. Entre treinta fotos que estaban colgadas frente a Tribunales, estaban la de Sebastián Bordón, Natalia Melmann y José Luis Cabezas.
Las demandas de los ahorristas también estuvieron presentes. Un grupo se tapó la boca con cinta adhesiva en la que pintó “214”, por el número del decreto con el que el Gobierno intentó paralizar los juicios por el corralito por seis meses. Hugo, que sostenía una bandera en la que reclamaba la devolución de los depósitos en dólares, aseguró que “el fallo de la Corte me pareció bárbaro pero esta Corte privó a la gente de sus derechos durante mucho tiempo en el gobierno de Menem, se tiene que ir y tienen que poner a una que no esté hecha a la medida de los gobiernos de turno”. La diputada de Izquierda Unidad Vilma Ripoll caceroleaba en las escalinatas del Palacio con un cartel en el que hacía alusión a las últimas medidas económicas: “No a la licuación de las grandes deudas ¿Por qué no se licuan las pelotas? Para lo que les sirven ¿no?”, se leía.
Luego del canto del Himno Nacional la manifestación –tres cuadras largas por la Avenida Corrientes– partió hacia el Congreso. Debajo de una gran bandera con la leyenda “fuera la Corte corrupta, que el pueblo elija a los jueces” iba el coche fúnebre y atrás el resto de los vecinos que, como cada semana, se esforzaron por realizar una protesta con ingenio. Después del velorio de la impunidad –que se habría logrado a fuerza de cacerolazos y ahora con el juicio político– lo más admirado fue el grupo de Arte Plop, cuyos integrantes se habían caracterizado como ministros de la Corte con las pelucas típicas de los jueces ingleses y caretas de chancho.
En la ruta hacia el Congreso, los vecinos de las avenidas Corrientes y Callao acompañaron desde los balcones con papelitos y cacerolas y los automovilistas adhirieron con bocinazos. Al llegar al Parlamento, los manifestantes que acostumbran protestar contra el Poder Judicial se despacharon contra el Legislativo. El laboralista Pedro Kesselman había afirmado en Tribunales: “No aceptaremos el intercambio de figuritas. El nombramiento de los nuevos jueces debe ser un proceso abierto con participación de las organizaciones de derechos humanos, sociales y profesionales, para que no sean cortesanos sino jueces independientes yhonestos. Respaldaremos sólo a los diputados que acaten el mandato popular”.

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Los miles de manifestantes que se concentraron frente a tribunales enterraron la impunidad menemista.
 
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