EL PAíS › NOMBRO EMBAJADOR EN BRASIL A DOS MESES DE SU SALIDA

El canciller no repara en gastos

Ruckauf designó a Vitorio Taccetti, un hombre de su riñón, para ir a Brasilia. Así le deja un (carísimo) presente griego al nuevo gobierno.

 Por Sergio Moreno

Carlos Ruckauf es un canciller al que poco le interesan las relaciones internacionales. Además, es un funcionario que no repara en gastos, cuando se trata de abrir la espita del dinero del erario. El ministro de Relaciones Exteriores acaba de designar a Vitorio Taccetti embajador argentino en Brasilia, si se quiere, uno de las dos legaciones más importantes que el país tiene en el exterior. Notorio es que esta designación se realice a dos meses de las elecciones generales y a tres del cambio de gobierno. “Rucucu”, tal como mentan al canciller, le dejará al próximo presidente –sea quien fuere éste– el presente griego de Taccetti ya que el futuro mandatario seguramente intentará poner a un embajador de su confianza en el corazón del Mercosur, y no un diplomático que fue destinado a Brasil por su relación política con el efímero ex gobernador de la provincia de Buenos Aires.
Hay destinos diplomáticos que son más importantes que otros. El caso de Brasilia es uno de ellos. La capital brasileña es prioridad uno para los intereses de la nación argentina. Si el futuro presidente fuese cualquiera excepto Carlos Menem o Ricardo López Murphy (quienes definieron su aversión por el Mercosur y están dispuestos a cerrar un acuerdo, a como dé lugar, con Estados Unidos para ingresar al ALCA), la legación diplomática en Brasilia adquirirá una importancia estratégica mayor a la que tiene. El resto de los candidatos presidenciales ha destacado la importancia que tendrá la solidificación y relanzamiento del bloque regional para el futuro del país, en concordancia con los criterios del presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva.
Por lo dicho hasta aquí, es lógico que el futuro presidente quiera nombrar a su embajador en Brasilia –o en otro de los destinos importantes, que no son muchos– sea éste diplomático de carrera (como lo es Taccetti) o designado políticamente.
Tal alternativa ha sido complicada por otra de las livianas decisiones de Ruckauf, dado a no medir las consecuencias de sus palabras ni de sus actos (viene al caso recordar cuando, no bien asumió la gobernación bonaerense, quiso romper relaciones con los estados del sur del Brasil –Santa Catarina, Rio Grande do Sul– debido a que tentaban a empresas argentinas para emigrar a esas tierras). Taccetti, que llegará a Brasilia a fines de abril, no tendrá demasiado tiempo para acomodar los muebles de su casa. Suponiendo que el próximo presidente quiera designar a otro embajador, la movida habrá costado cuanto menos 10.000 dólares en mudanza de los petates de Taccetti, más otros diez mil para su regreso, más las mismas cifras para trasladar allá al embajador que lo reemplace.
Ruckauf no ha medido dicho costo, que se paga con los impuestos de los argentinos –al menos de los pocos que pagamos los impuestos– o, quizás, el canciller apueste a dejar en Brasilia uno de los hombres que le ha resultado más servicial.
Taccetti, que se califica peronista, fue subsecretario técnico y subsecretario de Política Exterior durante la gestión de Guido Di Tella, tras lo cual fue designado embajador en México, un destino que no depara demasiados sobresaltos, donde recaló durante seis años (1994-2000). Tras la llegada de Fernando de la Rúa a la Casa Rosada, Vitorio –como llaman al diplomático en el ministerio– pasó a engrosar la cancillería paralela que Ruckauf había armado en La Plata, comandada por el embajador Diego Guelar y cuyas oficinas estaban en el edificio del Banco Provincia en el microcentro porteño (la diplomacia platense atendía a Capital Federal).
Con la huida de Rucucu de la provincia y su aterrizaje en la Cancillería, Taccetti no tuvo más que arrimarse a la succión para regresar al ministerio de marras y obtener la jefatura de gabinete del canciller, que ahora trocará por el sillón de embajador ante la República del Brasil.
La designación de Taccetti, a pesar de ser un diplomático de carrera, responde a la relación política que mantiene con Ruckauf quien, tal como reveló este diario días atrás, busca desesperadamente colar en la lista dediputados nacionales por la provincia de Buenos Aires (ver asimismo página 4), cosa de tener palenque ande rascarse cuando el presidente Eduardo Duhalde regrese a Lomas de Zamora y le cierre su paraguas protector.

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Carlos Ruckauf, un canciller de escasas apariciones públicas pero de manejos caros.
 
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