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Guelar inauguró con Valentina otra era de relaciones carnales

El nuevo embajador en Washington presentó sus credenciales llevando una vaquita de peluche de regalo. La bautizó Valentina.

Diego Guelar siempre encuentra la forma de no pasar inadvertido. Ni la gravedad de la crisis argentina ni la guerra que todavía libra Estados Unidos contra Afganistán consiguieron amilanarlo. Ayer, al presentar sus credenciales como nuevo embajador argentino en Washington, Guelar le llevó al presidente norteamericano, George Bush, una vaca de peluche como regalo. Como justo coincidía con San Valentín, el Día de los Enamorados, bautizó a la vaquita Valentina. “Espero que Valentina nos represente en la Casa Blanca hasta que podamos entrar con nuestra carne”, se entusiasmó Guelar, quien ya ocupó el mismo cargo durante la época de las relaciones carnales de la era Menem. El objetivo de Guelar y de Valentina es conseguir que las carnes argentinas ingresen sin restricciones al poderoso mercado estadounidense, vedado desde la reaparición de la aftosa.
Guelar es el primer embajador argentino en Estados Unidos que reincide. Ya ocupó el cargo desde 1997 hasta fines del ‘99. En esa época, el mercado de carnes estaba abierto y la preocupación de Guelar también pasaba por difundir las bondades del churrasco argentino. En una promoción más consistente que la que puede significar Valentina, mandó a construir una parrilla en el jardín de su residencia diplomática e ideó el “Smiling Beef Club”, reuniones en las que diplomáticos, políticos y periodistas se juntaban a comer asado. Cuando volvió al país, Guelar hizo una versión porteña llamada el “Club de la Vaca Sonriente”.
No es el único rasgo pintoresco de Guelar. Por ejemplo, admite que usa bastón sólo por coquetería, porque no tiene ningún problema para caminar. Ayer dio la nota cuando se apareció en la Casa Blanca con la vaca de peluche –que por los cuernos más bien parecía un toro– y prometió que hasta tanto no se reanude la venta de carne armará un “Smiling Pizza Club”, en el que promete promover la cerveza argentina.
La vaquita Valentina se justificaba en que, según la ley de los Estados Unidos, los regalos al presidente no deben superar los cien dólares, de lo contrario pasan a ser patrimonio del Estado. Cuando en 1997 presentó credenciales ante Bill Clinton, le regaló un lomo entero. “En este momento me toca representar una tragedia, la Argentina está viviendo una verdadera tragedia, se requiere mucha austeridad, mucha humildad, para expresar con claridad esta Argentina que me toca representar hoy”, respondió Guelar al momento de comparar la gestión que comenzó ayer con la realizada durante el gobierno de Menem. También dijo que su función será mostrar a la Argentina cercana a Brasil y formando un bloque unido dentro del Mercosur, “actuando e intercalando con nuestros vecinos”.
Durante la presidencia de Fernando de la Rúa, la embajada en Washington la ocupó Guillermo González y Guelar pasó a ocupar la Secretaría de Relaciones Económicas Internacionales de la gobernación de Carlos Ruckauf. Desde ese lugar, motorizó la candidatura de las Abuelas de Plaza de Mayo para el Premio Nobel de la Paz, que no prosperó. Antes se desempeñó como embajador en Brasil y representante argentino ante la Unión Europea.
Guelar esquivó las curiosas frases que caracterizaron las últimas gestiones en Cancillería. No habló ni de las relaciones carnales de Guido Di Tella, ni de las polígamas que proclamó Ruckauf. En cambio, calificó a la Argentina como “aliado, amigo y socio” de los Estados Unidos. Y, como agregado, contó que tiene una relación muy estrecha con Bush desde la época en que era embajador primerizo y el actual presidente norteamericano gobernaba el estado de Texas.
Pese a esas ventajas, Guelar admitió que le llevará tiempo a la Argentina conseguir despejar la confianza perdida en el Norte. “No podemos esperar que, exclusivamente por nuestras expresiones de deseo o programas declarativos, la recuperación de la confianza sea inmediata”, sostuvo. Lo que no le queda claro es qué productos intentará venderles a los norteamericanos porque, sostuvo, los cuatro mercados que piloteó en su gestión anterior –carne, cítricos, miel, siderurgia– fueron severamente dañados en los últimos tiempos. “Me gustaría tener una lista de productos nuevos”, se esperanzó.

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De bastón y con vaquita, Guelar se presentó en la Casa Blanca.
El regalo sirve para recordar que se cerró el mercado a nuestra carne.
 
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