EL PAíS › EL JEFE DEL CENTRO CLANDESTINO POZO DE BANFIELD SE ESCAPO PARA NO IR A PRISION

Antes muerto, ahora prófugo

Estaba bajo arresto domiciliario, pero cuando se lo revocaron se escapó. Antes se había hecho pasar por muerto, pero fue hallado por Marta Ungaro, hermana de uno de los chicos desaparecidos en la Noche de los Lápices.

El ex policía Juan Miguel Wolk, jefe del centro clandestino Pozo de Banfield durante la dictadura, se convirtió el domingo en un nuevo prófugo de la Justicia. El comisario mayor retirado, que tiene 78 años y todavía no fue juzgado, gozó desde 2009 del beneficio de arresto domiciliario que le concedió el juez federal platense Arnaldo Corazza. Si bien la Cámara Federal de La Plata revocó esa resolución, la decisión quedó firme recién el mes pasado, cuando la confirmó la Corte Suprema de Justicia. Corazza ordenó entonces que la policía lo fuera a buscar a su casa de Punta Mogotes, en Mar del Plata, pero cuando llegaron ya era tarde.

Abuelas de Plaza de Mayo de La Plata junto con organismos de derechos humanos y querellantes locales convocaron a una conferencia de prensa para el lunes en las escalinatas de los tribunales platenses, “para denunciar la cadena de impunidades que resultó en la fuga de este genocida y exigir la resolución de esta situación”, informaron en un comunicado.

Comisario inspector durante la dictadura, conocido como El Nazi, El Alemán y El Patón entre sus pares, Wolk fue jefe de uno de los principales centros de tortura del circuito Camps, entre 1976 y 1978. Por el Pozo de Banfield pasaron los militantes secuestrados en la denominada Noche de los Lápices. Wolk se benefició en 1987 con la ley de obediencia debida de Raúl Alfonsín y durante 22 años vivió libre e impune. En 1998 el juez español Baltasar Garzón pidió su extradición por el delito de genocidio junto con la de Videla, Massera & Cía. Entonces fue el gobierno de Fernando de la Rúa el que se negó a concederla.

Tras la reapertura de las causas penales se lo daba por muerto, hasta que Marta Ungaro, hermana de Horacio, uno de los jóvenes de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) desaparecidos en septiembre de 1976, lo descubrió cuando iba a cobrar su jubilación en Mar del Plata. “Acá me encuentra de chiripa porque nunca estoy”, le dijo al periodista Roberto Garrón, que lo buscó para hacerle preguntas sobre su pasado. Wolk vivía en un chalet en la calle Benedetto Crocce 3045, en la periferia de Punta Mogotes, a pocas cuadras de la casa de su ex superior Miguel Etchecolatz, condenado a prisión perpetua desde 2006.

Corazza lo citó a indagatoria después de que se publicara ese diálogo. Lo procesó por secuestros, torturas y asesinatos, pero le concedió el arresto domiciliario, medida que apelaron y repudiaron todos los organismos de derechos humanos de La Plata. La Cámara Federal revocó esa decisión, que fue apelada por la defensa del represor. El 10 de abril la Corte Suprema de Justicia desestimó un último recurso del abogado. El viernes pasado, Corazza ordenó citarlo para comunicarle la mala noticia. Un día antes, el abogado defensor del ex policía le comunicó al juzgado que la hija de Wolk, garante de que cumpliera el arresto domiciliario, denunció la desaparición de su padre en la comisaría 5ª de Mar del Plata. “Se encuentra imputado por apropiación de niños, privación ilegal de la libertad y tormentos de más de trescientas víctimas. Veinticuatro mujeres embarazadas pasaron por el Pozo de Banfield”, recordó ayer Abuelas de Plaza de Mayo de La Plata.

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El centro clandestino Pozo de Banfield, donde estuvieron secuestrados los jóvenes de la Noche de los Lápices.
Imagen: Pablo Piovano
 
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