EL PAíS › EL éXODO DE LOS LEGISLADORES DEL BLOQUE DE DE NARVáEZ

El empresario que está solo y espera

De los 19 legisladores provinciales que llegó a tener tras las elecciones de 2009, al bloque de De Narváez hoy sólo le quedan cinco. Entre quienes lo abandonaron, señalan “los constantes errores” en las alianzas que “arma y rompe”. Cerca del Colorado minimizan las deserciones.

 Por Miguel Jorquera

Ni la constante campaña publicitaria ni las permanentes recorridas proselitistas por la provincia de Buenos Aires le alcanzaron a Francisco de Narváez para evitar el éxodo de la mayoría de sus legisladores provinciales, donde sólo un puñado sigue cobijado bajo el paraguas partidario Celeste y Blanco en la Legislatura y donde ya no todos respetan silenciosamente sus decisiones políticas. Entre quienes los abandonaron coinciden en que “los constantes errores” a la hora de construir alianzas, que “arma y rompe”, despojaron al Colorado de base territorial y lo “debilitaron” políticamente. Por el contrario, en el círculo más íntimo del empresario minimizan las deserciones y consideran, con encuestas en la mano, que De Narváez “lidera la intención de voto entre las alternativas antikirchneristas”, lo que –según afirman– “lo ubica en un lugar de privilegio en cualquier mesa de negociación”. Con la idea de desdoblar estrategias electorales para las legislativas de este año y los comicios para gobernador en 2015, De Narváez ve en el intendente de Tigre, Sergio Massa, a su principal adversario (por dentro o fuera del kirchnerismo) en su ansiado camino a la gobernación. En tanto prefiere no confrontar con Daniel Scioli, con quien se ilusiona en confluir dentro de dos años.

La representación política y la influencia de De Narváez en la Legislatura bonaerense quedaron muy debilitadas. La diputada provincial Mónica López, su ex compañera de fórmula a la gobernación en 2011, abandonó el bloque Celeste y Blanco y al Colorado para pasar a tributar al proyecto político de Massa. Un camino que también siguió la diputada María Torresi de Mércuri y que ya había iniciado en la Cámara de Diputados de la Nación el esposo de López, el sindicalista petrolero Ricardo Roberti. De Narváez intentó aplacar la rebelión y nombró jefe de bloque a un incondicional, Gonzalo Atanasof, sin la complacencia de los otros tres legisladores que lo integran.

Ellos cuatro y la senadora Nidia Moirano son los únicos legisladores que todavía le responden al empresario, de los 19 que llegaron al Parlamento provincial en 2009, cuando De Narváez venció –en alianza con Mauricio Macri y Felipe Solá– al propio Néstor Kirchner en territorio bonaerense. La euforia de aquellos tiempos también se desdibujó. En 2011, ya en alianza con la UCR, De Narváez apenas cosechó como candidato a gobernador el 15,8 por ciento de los votos bonaerenses, muy lejos del 55,6 de Scioli.

Su oscilante política de alianzas comenzó a desmembrar su base territorial, compuesta especialmente por peronistas anti K. Y los escasos resultados en el intento de unificar a todo el peronismo disidente de la provincia alentaron las de-serciones. “No es consecuente con sus ideas”, “arma y desarma alianzas” y “rompe todo espacio que él mismo genera”, son algunos de los conceptos que recogió Página/12 entre quienes abandonaron al Colorado. Algunos prefieren cargar los errores al entorno de De Narváez y ven al diputado Gustavo Ferrari como “la mano negra” en las decisiones. Otros le apuntan directamente a De Narváez: “Con las cosas que hace, da la sensación de que labura para el gobierno nacional”, sentencian.

Muchos de ellos emigraron hacia las filas de Massa, a quien el Colorado ve como su principal contrincante en las legislativas de este año (por dentro o fuera del kirchnerismo) y el escollo más importante en su proyectado camino hacia la gobernación bonaerense en 2015. No fue casual que De Narváez le exigiera en más de una oportunidad y sin suerte al intendente de Tigre “que defina si está o no con el kirchnerismo”, con la intención de mostrarlo como “vacilante” y ungirse como “única” alternativa al oficialismo en la provincia. “Saber si va a contribuir o no al proyecto re-reeleccionista de la Presidenta es fundamental para nosotros”, afirmaban en el denarvaísmo.

De todas maneras, en el entorno de De Narváez confían en la “buena imagen” del Colorado. Consideran que las deserciones sólo “conmocionan al microclima político y periodístico”, pero que “no influyen en el electorado”. Apuestan a las constantes giras proselitistas por el interior bonaerense y a la campaña publicitaria, como cuando difundieron una fotografía suya con un libro de cocina en la mano y frente a una olla sobre una hornalla apagada para responderle a Diego Maradona, que había afirmado que los opositores al gobierno “no saben hacer ni un guiso”.

“De Narváez está en los afiches, en las gigantografías, en los diarios y en todas las revistas. Es un referente político y uno de los de más alto nivel de conocimiento para los habitantes de Buenos Aires”, insistieron colaboradores muy cercanos al empresario. Con encuestas a la vista, afirman que “De Narváez encabeza la intención de voto” entre todas las alternativas opositoras al kirchnerismo, algo que “lo ubica en un lugar privilegiado en cualquier mesa de negociación”.

Como parte de esas negociaciones, De Narváez se sienta por separado con los macristas que construyen un armado electoral con el intendente radical de San Isidro, Gustavo Posse, y el jefe comunal de Malvinas Argentinas, el peronista antikirchnerista Jesús Cariglino; con quienes tributaron en la provincia a la candidatura presidencial del puntano Alberto Rodríguez Saá; y con los que intentan un incipiente armado bonaerense detrás de la figura del gobernador cordobés José Manuel de la Sota. “Con todos ellos tenemos una excelente relación”, dicen en el entorno del Colorado.

“Queremos que la unidad en 2013 no esté condicionada por las candidaturas de 2015. Que si dentro de una lista o un espacio hay varios candidatos a presidente y a gobernador se resuelva en 2015, y no ahora”, afirmó Ferrari en una entrevista con Página/12. Tampoco quieren confrontar con Scioli: “No es nuestro adversario en esta elección, ni puede ser candidato a gobernador en 2015 porque la Constitución provincial se lo prohíbe”, se justificó entonces Ferrari. La idea de desdoblar la estrategia electoral para no cerrarle el paso a una posible confluencia con Scioli en 2015 no le ha dado buenos resultados hasta ahora a De Narváez. El Colorado no ha podido sellar ningún acuerdo que lo tenga a la cabeza de una alternativa anti K, mientras sus más fieles seguidores comienzan a abandonarlo.

Compartir: 

Twitter

Imagen: Joaquin Salguero
 
EL PAíS
 indice

Logo de Página/12

© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina | Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados

Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux.