EL PAíS › OPINION

Los Tedéum en el país

 Por Washington Uranga

Los actos religiosos de acción de gracias (Tedéum) que se celebraron en todo el país tuvieron como denominador común las referencias a palabras antiguas y actuales del papa Francisco, renovados pedidos de los obispos en favor de la inclusión y combate a la pobreza, llamados al diálogo y a la unidad nacional y también el reconocimiento de lo actuado, “aunque falte mucho por hacer”. En el acto más importante celebrado la Basílica de Luján, al que asistió la presidenta Cristina Fernández y buena parte de su gabinete, el arzobispo Agustín Radrizzani recordó palabras de Jorge Bergoglio para señalar que la Argentina de hoy “tiene demasiados pobres y excluidos, los cuente quien los contare”, pero señaló también que “es mucho lo que se viene haciendo, pero es mucho todavía lo que falta para crecer en justicia y hermandad”.

En la Catedral de Buenos Aires el nuevo arzobispo Mario Poli presidió su primer Tedéum y sostuvo que “debemos apostar por una comunión que no le tenga miedo a la variedad de ideas, porque una convivencia razonable tiene la capacidad de construir la unidad deseada a partir de la saludable diversidad de las personas, que lejos de confundirla, más bien la manifiesta”. En las puertas del templo capitalino el jefe de Gobierno porteño, Mauricio Macri, aprovechó para plantear sus diferencias con la decisión presidencial de acudir a la ceremonia religiosa en Luján y, en tono de campaña, sostuvo que “seguramente en 2015 vuelva el Tedéum a la Plaza de Mayo”. Junto a Macri estuvieron la vicejefa María Eugenia Vidal y el intendente de San Isidro, Gustavo Posse.

En Luján, donde llegó después del mediodía, la presidenta Cristina Fernández estuvo acompañada por el vicepresidente Amado Boudou; el jefe de Gabinete, Juan Manuel Abal Medina; los ministros Julio De Vido (Planificación), Carlos Tomada (Trabajo), Julio Alak (Justicia), Florencio Randazzo (Interior y Transporte), Nilda Garré (Seguridad), Alicia Kirchner (Desarrollo Social), Enrique Meyer (Turismo), Débora Giorgi (Industria). También estuvieron presentes el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Daniel Scioli; el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno; el titular de la AFIP, Ricardo Echegaray; el vicegobernador bonaerense, Gabriel Mariotto; el presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, y el titular del bloque oficialista en esa misma Cámara, Agustín Rossi.

En Luján el arzobispo Radrizzani habló de sus “sueños” y para expresarlos se apoyó en frases que Bergoglio pronunció en distintos momentos. Parafraseando al hoy papa dijo que “más allá de los esfuerzos que se realizan, debemos reconocer que somos una sociedad injusta e insolidaria que ha permitido, al menos consentido, que un pueblo otrora con altos índices de equidad sea hoy uno de los más desiguales e injustos de la región”. Expresó también su “sueño” de “una nación donde se multipliquen las fuentes de trabajo aquí y en el interior de nuestra Patria, pero nunca el afán de ganancias debe ir en desmedro de lo que Dios nos dio en esta maravillosa Argentina”. Radrizzani hizo además un llamado a respetar la ecología subrayando que en esa materia “no bastan los esfuerzos aislados” y aprovechó la oportunidad para agradecerles a la Presidenta y a Néstor Kirchner por haber autorizado los fondos para refaccionar la Basílica de Luján.

En Santa Fe, el arzobispo José María Arancedo, presidente de la Conferencia Episcopal, advirtió que “caemos fácilmente en la tentación de amigo-enemigo, que nos puede dar una aparente seguridad pero que es signo de nuestra debilidad como República”. El obispo santafecino abogó por la solidaridad que “debe iluminar el camino de una economía que, en su globalización y adelantos, esté al servicio del hombre y su familia” y, en una de las pocas alusiones a las próximas elecciones, pidió “austeridad y magnanimidad a toda la clase dirigente” para “crecer en concordia y amistad social” y para “amar a todos, sin excluir a nadie, privilegiando a los más pobres, aborreciendo el odio y construyendo la paz”.

En Río Grande, el obispo local Miguel D’Annibale pidió “rezar por los enemigos (...) por los que nos hacen sufrir”, porque “somos cristianos vencidos si no perdonamos a los enemigos y si no rezamos por ellos”. Jorge Lozano, obispo de Gualeguaychú, planteó que “la ética debe estar por encima de la economía” para no mirar “sólo el lucro o el máximo beneficio” y por encima de la política, “para que ella sea una herramienta del bien común”. Alfonso Delgado, arzobispo de San Juan, pidió “cuidar el país” para que “nadie se lleve por delante a los argentinos, a sus instituciones, a su república, a su historia, su cultura, su democracia, los frutos del esfuerzo de todos”. El arzobispo correntino Andrés Stanovnik dijo que “se hace cada vez más necesario generar contextos de encuentro y de diálogo que nos ayuden a salir de los desencuentros y polarizaciones, y nos permitan reconocernos hermanos y tratarnos bien unos a otros”.

Juan Puíggari, arzobispo de Paraná, aseguró que frente a las dificultades “tenemos que superar la tentación de la queja inútil, de la protesta por la protesta”, porque “el verdadero patriota busca y se compromete en la búsqueda de los medios, para poder contribuir a hacer una gran nación”. También dijo que “la indiferencia o el ‘no te metás’ es un pecado”.

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