EL PAíS › EN TUCUMAN, UNA ELECCION SIGUE DEMORADA Y LA OTRA FUE IMPUGNADA

Lo único definido es el escándalo

El escrutinio de la capital provincial recomenzó y tardará días. El represor Bussi (con sospechosa falta de entusiasmo) y el peronista Vargas Aignasse se declararon ganadores. Todos los partidos opositores impugnan la elección de gobernador.

 Por Felipe Yapur

Mientras el oficialista José Alperovich se muestra, habla y se desplaza como gobernador electo, la definición de la puja entre el genocida Antonio Bussi y el justicialista e hijo de desaparecido, Gerónimo Vargas Aignasse, por la conducción de la intendencia capitalina se dilata. La junta electoral provincial decidió ayer no comenzar el recuento definitivo de los votos por las 17 mesas que no participaron del escrutinio provisorio. A todo esto, representantes de los tres partidos de la oposición, entre los que se encuentra el ex fiscal anticorrupción, Esteban Jerez, solicitaron la impugnación y la anulación de los comicios, que incluye además un pedido de intervención a la provincia. De esta manera comienza, como hace cuatro años, una larga disputa sobre la transparencia y la legalidad de la elección.
El lunes por la tarde la junta electoral decidió suspender el recuento provisorio de los votos justo cuando faltaban 17 mesas que servirían para definir la pelea por la municipalidad capitalina. Así las cosas, Vargas Aignasse anunció su triunfo sobre el ex dictador que, hasta ese momento, había mantenido su boca cerrada. Sin embargo, ayer Bussi decidió romper su autoimpuesto silencio.
Fue en una amplia habitación con una lúgubre luz que generaba un clima que distaba mucho del que debería provocar el anuncio del ex dictador. Bussi, rodeado por algunos de sus colaboradores, anunció con su típica voz de general tropero que había triunfado en la disputa por la conducción de la intendencia municipal.
Moviendo exageradamente su mandíbula, que por momentos parecía separarse de su envejecido rostro, el genocida aseguró que de acuerdo con los datos que arrojaban las planillas de sus fiscales estaba “superando por más de 1500 votos al candidato del Frente Fundacional (PJ)”, Gerónimo Vargas Aignasse.
Ni el rostro del general retirado ni el de sus socios demostraban alegría por el autoproclamado triunfo. Todo lo contrario. La casona gris, donde funciona la sede de Fuerza Republicana, parecía más una casa mortuoria que un local donde se debería estar festejando el triunfo del líder. “Mi triunfo es ajustado pero es un triunfo al fin”, sentenció el represor mientras sus seguidores lo miraban casi en silencio. Con respecto a las 17 mesas que resta escrutar del conteo provisorio, el ex militar dijo contar con los certificados de los fiscales, “que tienen la firma del presidente de mesa”, y que dan cuenta de su anuncio. “En algunas ganamos nosotros y otras favorecen al PJ”, indicó.
La cautela del anuncio de Bussi no deja de sorprender. Parecía que la convocatoria de la conferencia de prensa tenía como objetivo diluir el efecto producido por el anuncio realizado por Vargas Aignasse. El ex dictador llegó a decir que todavía no se sentía intendente: “Lo seré cuando me consagre la junta electoral”, señaló, para luego agregar que estaba dispuesto a reconocer una derrota si la decisión de la junta no lo beneficiaba. Una derrota que a nivel de la gobernación tanto él como su hijo ya asumieron, remitiendo una nota en un papel amarillento con membrete del partido a José Alperovich. Padre e hijo lo felicitaban por el triunfo obtenido y se ponían a disposición del gobernador electo.
Mientras Bussi hablaba, a unos cien metros de allí, la junta electoral recibía una impugnación y una solicitud de anulación de los comicios. La presentación la realizaron los candidatos Renzo Cirnigliario (Frente Anticorrupción), Esteban Jerez (Unión por Tucumán) y Roberto Lix Klet (Fuerza Republicana). Sin duda en el partido del genocida hay una suerte de crisis política, ya que el propio Bussi se despegó de la actitud del candidato a vicegobernador y de Javier Morof, apoderado de su propia fuerza. La desmentida de Bussi se produjo en el mismo momento en que se realizaba la presentación de la oposición. Los tres partidos entregaron un extenso escrito a la junta electoral denunciando maniobras para perjudicarlos. Mencionan la ausencia de votos testigos en las urnas y de mazos de votos correspondientes tanto a lemas como a sublemas en más del 70 por ciento de las mesas habilitadas. El texto indica además que el oficialismo se valió de los planes sociales para “extorsionar” a los indigentes de la provincia y así conseguir el apoyo electoral. Sobre la base de estos argumentos exigen la anulación de los comicios al mismo tiempo que recusan a los miembros de la junta por considerarlos responsables de las maniobras denunciadas.
La movida de los opositores incluye también un pedido de intervención provincial que formalizarán en los próximos días los diputados nacionales que responden a estas fuerzas. También solicitarán una entrevista con el ministro del Interior, Aníbal Fernández.
“Se ha violentado la voluntad popular a través de prácticas clientelares para conseguir el apoyo a un candidato”, aseguró Jerez. El diputado del ARI, José Vitar, que integra el frente Unión por Tucumán, fue incluso un poco más allá al considerar que la decisión de Bussi de no apoyar el escrito que firmaron representantes de su partido “responde a oscuras negociaciones que están llevando adelante con Miranda en pos de quedarse con la intendencia de la capital”.
Las posibilidades de que la embestida de la oposición tenga éxito son por ahora limitadas. Sobre todo porque los argumentos esgrimidos son ciertamente frágiles y se centran en prácticas políticas repudiables pero que son difícilmente comprobables. De todas formas, al genocida Bussi parece importarle poco lo que está sucediendo. Ayer, poco después de su tibio anuncio de triunfo, emprendió un veloz viaje a Buenos Aires, donde reside habitualmente.

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La Junta electoral comienza un farragoso escrutino definitivo que posiblemente insumirá semanas.
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