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La “Piba” se apresura a lanzar hoy su candidatura presidencial

La ex ministra de De la Rúa, Patricia Bullrich, aspira a representar a la centroderecha y sumar más que Macri y López Murphy.

 Por José Natanson

Astuta, eligió al sindicalismo –el único actor social más desprestigiado que el Gobierno– para una batalla con la que se ganó un lugar en la sociedad. Después saltó justito a tiempo, un mes y seis días antes de que Fernando de la Rúa abandonara la Casa Rosada. Y hoy, convertida en una dirigente nacional, Patricia Bullrich lanzará su candidatura presidencial por el movimiento “Ahora Argentina”. Su objetivo es ambicioso: aspira a liderar el embrionario polo de centroderecha para disputar con Elisa Carrió y los dos partidos tradicionales las elecciones del año que viene.
El modo en que construyó su carrera es un tanto errático: ex militante de la Juventud Peronista, Bullrich abandonó el PJ y se alió con Gustavo Beliz, formó su partido propio, se acercó a Domingo Cavallo y fue funcionaria de Juanjo Alvarez en Hurlingham. Hasta que, allá por 1998, conoció al hombre que cambiaría su vida: Fernando de Santibañes la introdujo en el entorno de Fernando de la Rúa y le presentó a Antonito. Ya elegido Presidente, aprovechó el primer cambio de Gabinete para designarla ministra de Trabajo.
Y se hizo famosa. Convertida en defensora todoterreno de la gestión, se destacó a fuerza de ejecutividad en un Gabinete caracterizado por la inoperancia. Aprovechó el Ministerio de Trabajo para combatir los privilegios sindicales, se cruzó cotidianamente con Hugo Moyano y lideró una lucha que le ganó cierta reputación.
Quizás por eso, hoy las encuestas destacan su energía y capacidad de gestión como atributos principales, aunque –reconocen cerca de la ex ministra– la opinión pública le critica también su excesivo pragmatismo. Tiene, de todos modos, un alto grado de conocimiento y una imagen más que aceptable: el último sondeo de Analogías publicado por Página/12 la ubica como la tercera dirigente con mejor imagen del país, detrás de Carrió y Carlos Reutemann.
Con esta base ha decidido salir a dar pelea. Su partido Ahora Argentina (ella prefiere denominarlo “movimiento”) funciona en unas amplias oficinas en el microcentro, donde trabajan sus “equipos de Gobierno”. Algunos dirigentes delarruistas aseguran que De Santibañes ocupa –otra vez– el lugar de mentor de Bullrich, y que su aporte financiero fue clave para el lanzamiento de la nueva agrupación. “Eso es mentira. No puso ni un peso. Son todos aportes de la gente y en la presentación vamos a detallar el sistema de financiamiento, para que no queden dudas”, aseguró Bullrich a este diario.
Su estrategia, por ahora, consiste en no cerrar ninguna puerta. Se reúne con todos: con justicialistas como Reutemann y Ramón Puerta, con ex cavallistas y con radicales como el cordobés Rubén Martí. Sin embargo, cree que su futuro no está dentro de los partidos tradicionales sino en la construcción de una fuerza política alternativa.
Está convencida de que el año que viene van a generarse tres opciones electorales: una conformada por un frente entre el peronismo y el radicalismo, con una fórmula conjunta que garantice la continuidad del gobierno de unidad nacional. Otra de centroizquierda liderada por Carrió. Y, finalmente, un polo de centroderecha, en el que tiene puestas sus ambiciones.
No es la única. El economista radical y ultraliberal Ricardo López Murphy y el presidente de Boca, Mauricio Macri, vienen trabajando en el mismo sentido. López Murphy incluso le ofreció convertirse en la pata porteña de su candidatura, pero ella va por el premio mayor. Además, a cada uno le encuentra un problema: cree que López Murphy, además de un bajo nivel de conocimiento, tiene una imagen y un discurso ligados irremediablemente al universo de la derecha, que le marcan un techo electoral muy bajo. A Macri, en cambio, lo ve asociado al capitalismo prebendario del cual su padre es uno de los exponentes más notorios.
Ella cree que su nivel de conocimiento público y su imagen positiva la ubican en un escalón superior al de los dos hombres. “El único que me puede sacar el lugar es Reutemann, si se decide a romper con el peronismo y jugar por afuera. Pero no se va a animar: es demasiado parecido a De la Rúa”, sostienen cerca de la ex ministra.
Desde luego, es consciente de que para construir una candidatura presidencial todavía le falta mucho. Hoy, en un acto en el Hotel Panamericano, presentará sus equipos, integrados por unos 140 técnicos. Será el punto de partida para la construcción de un movimiento que pretende más amplio, aunque reconoce un problema elemental: no tiene nada que se parezca a una estructura a nivel nacional, ni dirigentes de peso que la apoyen, ni –hasta ahora– ha logrado atraer a desprendimientos de los partidos tradicionales. Por eso, prepara una gira que la llevará a recorrer todas las provincias y cada una de las localidades de Buenos Aires.
Un problema extra: sabe que si forma una sociedad exclusivamente con Lopez Murphy y Macri corre el riesgo de quedar muy corrida a la derecha, lo que la haría indigerible para amplios sectores de la sociedad. “Yo no soy la nueva derecha”, insiste.
Su estrategia, más amplia, consiste en construir una opción que se plantee como la verdadera alternativa a los aparatos políticos sin quedar asociada a los economistas ultraliberales, los empresarios y los banqueros. En este sentido, la incorporación del ex concejal ucedeísta Fernando Bustelo –el primer político que ingresa formalmente a su agrupación– parece un poco desafortunada.

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Patricia Bullrich va con su movimiento “Ahora Argentina”.
 
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