EL PAíS › ASUMIO EUGENIO RAUL ZAFFARONI EN LA CORTE SUPREMA

Una gran fiesta en el Palacio

El salón de audiencias de la Corte Suprema estaba repleto de amigos que iban a saludar al nuevo ministro. Eso, sí, para llegar tuvieron que sortear la ruidosa protesta de los ahorristas y de los judiciales.

 Por Irina Hauser

El aplauso se prolongó, sin cortes, por varios minutos. Fue creciendo en intensidad y terminó en una gran algarabía, con elogios a viva voz y un “bravo” tras otro. Rara vez la jura de un nuevo ministro de la Corte Suprema resulta tan convocante. En la de Eugenio Raúl Zaffaroni, en la sala de audiencias del máximo tribunal, ayer no cabía ni un alfiler y durante más de una hora la gente hizo cola para saludarlo con besos y abrazos. Después de la ceremonia, el penalista dio una conferencia de prensa en la que dijo que la Corte “atraviesa una situación crítica que hay que tratar de remontar”. El presidente Néstor Kirchner dijo que su nombramiento constituye “la mayor prueba del esfuerzo por tener un Poder Judicial independiente” y que no propicia “una Corte kirchnerista”.
Zaffaroni llegó al Palacio de Justicia poco antes de las 11, la hora estipulada para su asunción, y se topó con dos protestas superpuestas que aprovechaban la presencia mediática: una de empleados judiciales que reclaman un aumento y otra de ahorristas irritados por una versión que decía que el supremo Antonio Boggiano impulsa un fallo contrario a la redolarización de depósitos. Aun con su alboroto, no entorpecieron el paso del nuevo ministro. Pero siguieron tirando petardos, tocando silbatos y protestando por lo suyo mientras transcurría el acto de asunción.
La escena era surrealista. Los fieles de Nito Artaza llegaron hasta el cuarto piso, donde era la jura, y tuvieron que quedarse en los pasillos. En contraste, dentro de la sala de la ceremonia el clima era distendido, más bien festivo, hombres de traje, damas maquilladas y aroma a perfume. Había jueces, en su mayoría de instrucción, y del fuero federal estaba Sergio Torres, circularon camaristas, el viceministro de Justicia Abel Fleitas Ortiz de Rozas, integrantes del Consejo de la Magistratura, el abogado Jacobo Grossman (el colaborador más cercano de Zaffaroni), el decano de la Facultad de Derecho, Atilio Alterini, la diputada frepasista Nilda Garré, dirigentes de la DAIA, entre muchos otros, y sorprendieron algunas presencias como la de Julio Piumato, secretario general de la Unión de Empleados de la Justicia de la Nación (UEJN).
Sobre el estrado estuvieron sólo tres de los siete supremos: el presidente del tribunal, Carlos Fayt, Juan Carlos Maqueda y Boggiano. La mayoría de los restantes avisó con anticipación que no iría. Los jueces presentes primero se sentaron en las sillas de altos respaldos, mirando hacia la plantea. Completando la escenografía, en los butacones que suelen usar los cortesanos, se apoltronaron el procurador general de la Nación, Nicolás Becerra, y el jefe de los defensores oficiales, Juan Carlos Romero.
Fayt tomó juramento al prestigioso penalista, de 63 años, por Dios, la Patria y los Santos Evangelios aunque, al parecer, la fórmula que había elegido no incluía a estos últimos. Fue un trámite fugaz, después vinieron las ovaciones y la multitud se abalanzó sobre el nuevo juez de la Corte. Para organizar los saludos, lo llevaron a la sala de acuerdos y él quedó ubicado detrás de una puerta que se convertía en señal de llegada para quienes se armaban de paciencia y hacían la cola correspondiente hasta llegar a él y felicitarlo.
En la conferencia que dio para hablar públicamente, algo nada habitual en la asunción de jueces supremos, Zaffaroni dijo: “Se han producido dos vacantes por renuncia, hay dos juicios políticos en andamiento, lo que indica que hay una situación crítica que hay que tratar de remontar”. Habló de una “situación crítica, incómoda y desagradable”. También se pronunció por mantener la cantidad de integrantes del cuerpo. “Se ha estado jugando con el número de jueces, pero ese juego debe cesar. Son nueve y hay que mantener ese número”, sostuvo. En otro orden, volvió a hablar de una reforma constitucional y de generar un sistema de designación de jueces que evite suspicacias.
Entre los temas a tratar “lo más rápido posible” en la Corte, señaló la definición sobre la aplicación de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y la situación de los ahorristas. Consideró “un desastre” la situación generada por el corralito, pero aclaró que antes de firmar cualquier fallo va a escuchar “a todas las partes”. Descartó la posibilidad de presidir el alto tribunal porque, al ser “el último en ingresar”, no se considera en condiciones.
Los pisos de cerámicos lustrados de casi todos los pisos de los tribunales quedaron llenos de papelitos. Los que esparció UEJN decían: “Dr. Zaffaroni, el primer acto de justicia es hacer justicia con quienes trabajamos en ella. Paguen ya”. Entremezclados, otro alud de panfletos, pero de color verde-esperanza, daban la bienvenida al nuevo miembro de la Corte, cuyo ingreso marca el comienzo de una nueva etapa: de un lado se leía “Con Zaffaroni en la Corte” y del otro, “será justicia”.

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Eugenio Raúl Zaffaroni juró ante el presidente de la Corte Suprema, Carlos Fayt.
 
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