EL PAíS › LA PRUEBA SOBRE EL ARMA QUE CAUSó LA MUERTE DEL FISCAL ALBERTO NISMAN

Un disparo con distinto resultado

La pericia indicó que la pistola dejó restos de una combinación de bario, plomo y antimonio. Desde la fiscalía explicaron que el test es relativo y no puede ser una prueba concluyente ya que las condiciones ambientales fueron diferentes.

 Por Irina Hauser

El arma original que causó la muerte de Alberto Nisman, una Bersa calibre 22, volvió a ser disparada en una prueba pericial destinada a establecer si deja rastros de pólvora al ser accionada. A diferencia de los dos estudios de barrido electrónico previos en la causa, y que no hallaron fulminante en la mano del fiscal cerca de la fecha de su muerte, esta pericia dio resultado positivo, informaron funcionarios de la investigación a Página/12. Es decir, al reproducir el disparo sobre la mano de un maniquí cubierta con piel de cerdo, la pistola dejó restos de una combinación de bario, plomo y antimonio. Desde la fiscalía ya habían explicado que el resultado de este test es relativo y no puede ser una prueba concluyente sobre ninguna hipótesis, ni de suicidio, ni de homicidio. Las condiciones ambientales en que se realizó son diferentes y esta vez –además– no había sangre en la mano utilizada para el simulacro, como sí había en la de Nisman, lo que pudo borrar o tapar la presencia de partículas del proyectil.

El nuevo estudio se hizo por la insistencia de la querella de Sandra Arroyo Salgado, con aval de la jueza Fabiana Palmaghini. Fue la semana pasada, en Salta, en el laboratorio del Departamento Técnico Científico del Cuerpo de Investigaciones Científicas (CIF) del Ministerio Público Fiscal. Del procedimiento se ocuparon los expertos de ese organismo, en presencia del secretario de la fiscalía de Viviana Fein, Bernardo Chirichella, y del perito de la querella Daniel Salcedo. Allí mismo se había hecho un estudio de barrido electrónico en base a la recolección de rastros del cuerpo del fiscal fallecido, que dio negativo, al igual que la pericia inicial, en laboratorios de la policía bonaerense en La Plata. Esta vez usó el arma original con sus proyectiles, proporcionados por el dueño, el informático Diego Lagomarsino, quien dijo que se la había prestado a Nisman, ante su pedido. La querella ha intentado implicar al técnico en la muerte, ya que estuvo en el departamento de Nisman el día previo a que lo hallaran sin vida.

Fein no estaba convencida de hacer el estudio al sostener que así como el resultado negativo no descartaba el suicidio, uno positivo que resulta de una recreación a siete meses de los hechos, tampoco lo descarta ni lo confirma. El abogado de Lagomarsino, Maximiliano Rusconi sostuvo: “Un resultado positivo no dice nada concluyente, ni nada en contra de Lagomarsino”.

Hubo tres pruebas de laboratorio en base a tres disparos del arma. Se utilizó un maniquí con la mano cubierta por piel de cerdo –la que más se parece a la piel humana– y con un dispositivo se hizo gatillar la Bersa. Dos de los tests se hicieron en baños y el tercero en un vestuario de un edificio de la nueva morgue salteña, casi sin uso. En cada prueba se tomaron tres muestras: la primera para verificar si había bario, plomo y antimonio en el ambiente; la segunda de la mano limpia, antes del disparo, y la tercera después. El primer disparo se hizo en uno de los baños y las muestras se tomaron enseguida; el segundo, fue en un baño cercano, se dejó el maniquí allí dentro, con una faja firmada por Chirichella y Salcedo y la muestra fue retirada diez horas después; el tercero se realizó en un vestuario y se dejaron pasar veinte horas.

Todas las veces el arma dejó fulminante, revelado en la combinación de bario, plomo y antimonio. Los abogados de Arroyo Salgado y sus hijas no quisieron opinar hasta ser notificados de un resultado oficialmente. Es previsible –según sus últimos planteos– que insistan con su teoría de que la investigación está mal hecha, y que se recogieron mal las pruebas inicialmente o que alguien las manipuló, para poner todo en duda, a medida que es evidente que se robustecen las pruebas de suicidio. En su informe pericial, el criminalista Salcedo había dicho que un “matador” tomó por detrás la mano de Nisman, a su entender ubicado con una rodilla en tierra frente al espejo, y lo obligó a dispararse.

Cuando la fiscalía y también el perito Luis Olavarría –de Lagomarsino– señalaban la relatividad del valor de esta prueba ya hace tiempo consideraban que no puede recrear las condiciones exactas de la muerte de Nisman: se hace en condiciones ambientales diferentes; no se analiza sobre una mano ensangrentada como la de Nisman (que puede tapar rastros) sino en tejido limpio; y cada cartucho del arma es diferente.

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La pistola Bersa de Diego Lagomarsino de la que salió el disparo que causó la muerte de Nisman.
 
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