EL PAíS › OPINIóN

¡Cambiemos!

 Por Héctor Pedro Recalde *

A mí no me la vas a contar (Mordisquito)

Mirá, yo puedo cambiar, vos podés cambiar, nosotros podemos cambiar. Así que te sigo, probemos aunque sea por un rato, ¡Cambiemos! Pero antes contame qué querés cambiar.

Porque yo me acuerdo cuando te vi por la 9 de Julio gritando porque los bancos se habían quedado con los ahorros tuyos, los de tu mujer y tus hijos. Yo lloré con vos, pero vos ahora querés votarlo a Prat-Gay y a Aranguren. Ah, ¿no sabés quiénes son porque estabas bailando al son de “La Macarena” creído que el trillado fin de ciclo se acercaba? Yo te cuento, porque no me puedo olvidar. Hice fuerza, pero no puedo, y me acuerdo. Me duele, pero me acuerdo. Aranguren era el CEO de Shell. Sí, yo tampoco sé qué corno es un CEO, imagino que es el que hace pis desde lo más alto de una multinacional. Y Aranguren hacía pis desde Shell cuando a YPF la teníamos que llamar Repsol. Aranguren, que va contar con tu voto, es el que compró 3.5 millones de dólares a $8,40 cuando costaban $7,14. Un vivo bárbaro, ¿no? ¿Por qué? Porque quiso valuar el dólar ese que a vos te quita el sueño. Ese papelito verde que se convirtió en tu lechuga, ¡tortugón! No tenías laburo y Rodrigo, tu hijo mayor, se rajó a España porque acá le habían dado una patada en el tujes. Ahora tiene dos pibes y a vos te va bárbaro con tu empresita, que les da de morfar, no sólo a vos sino también a ocho empleados que a su vez les dan de morfar a sus hijos que ya no piensan en irse sino en estudiar. Pero a vos te quita el sueño el dólar, y el cepo. ¿No sabés que los verdugos cuando te sacan del cepo es para cortarte la cabeza? Te quita el sueño el dólar, y que no conseguís un Iphone, ni zapatos italianos. ¡Zapatos Italianos! Pero toditos tus empleados tienen celular y zapatos que no son italianos, son argentinos y los fabrica Raúl, que pudo retomar el negocio. Aranguren, que va a ser el Secretario de Energía si el 22 cambiamos, ¡dijo que no le importa la soberanía energética ni el autoabastecimiento!

¿Qué querés que te cuente de Prat- Gay? Que administraba la cuenta de Amalita Fortabat, que se escandalizó de que pudiéramos tener un presidente provinciano y sin currículum. Eso lo puede escandalizar a él que se formó en los think tanks del gran país del norte, pero no a vos... prontuario famoso.

Cuando este gobierno, sí, el de la loca coraje –dejame, si vos le decís loca que le agregue el “coraje”, porque tal vez haya que estar loca pero no puede faltar el coraje para tocarle el traste a la bestia como lo hizo tu loca y mi presidenta coraje– reactivó las paritarias y dignificó el salario, no saliste a la calle a festejar porque todavía llorabas con la rebaja del 13% de la otra Alianza, y no te pido que festejes y bailes danzas folclóricas –o “La Macarena” que le da a alegría a tu cuerpo– te pido que no seamos giles. Si tu candidato habla de salario como un costo más y sostiene que hay que rebajar los costos decime cuánto es uno más uno. Mauricio ya lo hizo en el Correo, y el cartero no te importó. Con el cambio va a golpear tu puerta el cartero que te va a decir que le bajaron el sueldo. Ya ni cartas va a traer. ¿O te traerá una de tu nieto de España o una de que te sacaron los subsidios y vas a tener que poner un globo ocular para pagar cada factura de servicio?

Querés seguir cambiando, ¡mirá que sos porfiado, che! Te acompaño, ¡Cambiemos! Dejá de darle alpiste al canario y dales lomo a los buitres, y a los caranchos. Y adobalo con una deuda que la empezás a pagar vos y la termina de pagar tu tataranieto. ¿Escuchás lo que te digo? Dejá de sacarte selfies haciendo fuck you para aparecer en tiví pero dejá quietito ese dedo del medio antes obsceno y subí ahora un índice vigoroso. Que el desprecio por la voluntad de tu pueblo se convierta en la V de la victoria, de la victoria del pueblo, la de tu familia, la de tus vecinos, volvé a cantar el himno y decime que no te ponés a llorar como un pavote sintiendo que todavía calzás en el delantal blanco y la escarapela. La que le faltó a Macri en el debate.

Vos y yo caminamos juntos la desesperanza, vos soltaste la cacerola para rajarle al palo y al gas, pero recuperaste la cacerola que ya no está abollada sino repleta de comida, porque aunque vos estés resentido, tu plato de comida está feliz de alimentarte, repleto de legumbres y leguminosas que pudieron quedarse en la patria alimentándote. Yo sé que vos no querés que tu plato de comida tenga que exiliarse porque afuera da más ganancia. Vos no querés que nuestras vaquitas lloren la leche derramada en un corte de ruta sino que llenen los vasos de tu casa. Ya viste, podemos recordar con y sin nostalgia, podemos cambiar para bien y podemos cambiar para mal, para peor, para lo que yo recuerdo con pena y parece que vos olvidaste o hacés fuerza por olvidar.

* Diputado nacional. Frente para la Victoria.

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