EL PAíS › INTERPOL CONFIRMó QUE EL JEFE DEL GRUPO DE TAREAS DE LA ESMA FALLECIó EN 2005 EN SUDáFRICA

La larga muerte del represor Vildoza

La mujer de Vildoza fue arrestada en 2012 y dijo que su marido estaba muerto, pero que lo habían cremado bajo un alias. Ahora, Interpol comparó las huellas dactilares que figuraban en el documento falso y las que pertenecían al represor.

Ana María Grimaldos fue arrestada en julio de 2012. Había estado prófuga durante 25 años, acusada de la apropiación de Javier Penino Viñas, el niño que Cecilia Viñas había parido en la ESMA. “Soy viuda”, declaró en ese momento. Con esas palabras anunciaba la muerte no sólo del apropiador de Javier Penino Viñas, sino del jefe del Grupo de Tareas de la ESMA y segundo de todo el centro clandestino, Jorge Vildoza, acusado de miles de crímenes: secuestros, torturas, asesinatos y robo de bienes de los desaparecidos. Pero la situación del represor había quedado en un limbo para la justicia, porque Grimaldos aseguraba que había sido cremado en 2005 bajo el alias de Roberto Sedano, es decir, que no había ninguna partida de defunción de Vildoza ni posibilidad de exhumar el cuerpo para comprobar su identidad. Ayer, Interpol le notificó al juez federal Sergio Torres que, a partir de la comprobación de las huellas dactilares, considera que Sedano y Vildoza eran la misma persona.

Grimaldos había declarado que su marido había muerto el 27 de mayo de 2005, cerca de las once de la noche, en Johannesburgo, tras sufrir una arritmia cardíaca “luego de un día normal en la oficina”. La misma versión dio Javier Penino Viñas tiempo después, cuando repartió una carta en distintos juzgados en los que sus apropiadores tenían causas en su contra: “Mi padre adoptivo falleció en Sudáfrica el 27 de mayo de 2005, apenas veinte días después de mi casamiento. En ese momento yo ya vivía en Londres desde hacía unos años, pero logré viajar a su funeral en Johannesburgo, donde fue cremado bajo el nombre Roberto Sedano”.

Vildoza fue uno de los principales jefes de la ESMA entre 1976 y 1980. La causa por la apropiación de Javier se abrió en 1984 a partir de la denuncia de la madre de Cecilia. En 1986, antes de ser citado, el matrimonio se fue a Suiza con el niño robado y dejó en el país a sus tres hijos. Durante 25 años no se supo más de ellos, aunque se sospechaba que habían estado en Sudáfrica e Inglaterra. En 1998, mientras navegaba por Internet, Javier leyó una noticia acerca del pedido de captura sobre quienes creía sus padres y le envió una carta a la jueza María Servini de Cubría donde se ponía a disposición para realizarse el ADN. El joven viajó solo a la Argentina y se realizó el examen. El 13 de agosto de 1998 recuperó su identidad, pero siguió ligado a los Vildoza.

El jefe del grupo de tareas de la ESMA se convirtió en una sombra. En 25 años la justicia no pudo seguir su rastro. Hasta que fue arrestada Grimaldos. La mujer fue descubierta luego de realizar llamadas telefónicas desde la casa de Acassuso a sus hijas y fue detenida cuando estaba a punto de salir a Londres, donde vive Javier.

Se supo entonces que había entrado y salido del país varias veces con dos identidades falsas -Ana María Marianuchi y Ana María Sedano- y del allanamiento en un departamento que ocupaba se secuestraron fotos familiares tomadas durante las últimas dos décadas, incluida una de Javier con sus apropiadores durante su casamiento.

A través de la carta que Javier repartió a varios jueces se conoció parte de la historia de la larga fuga de Vildoza. Como contó Página/12, el relato por momentos parecía el guión de una película de espías de la Guerra Fría. “La Armada Argentina les facilitó a mis padres (y a mí) la salida del país en 1984. Inicialmente, nos llevaron a Paraguay (dos agentes/operativos de Marina), cruzando la frontera en auto como pasajeros. La documentación utilizada en ese momento era la ‘original’, o sea portando el apellido Vildoza. Estando en Asunción, Jorge Raúl Vildoza consiguió trabajo como empleado/administrador en una empresa electrónica, utilizando un título falsificado (provisto por la Armada) de ingeniero/técnico electrónico (no recuerdo en qué instituto). Durante toda nuestra estadía en Paraguay mi padre de crianza nos mantuvo con su trabajo y con dinero provisto por la Armada”, aseguró Javier. La historia incluye una estadía en Viena, el pase a Sudáfrica y una Armada forjada con los códigos de la dictadura que siguió viva moviéndose como cofradía por el mundo. “Recuerdo muy bien el trámite final de la documentación para adoptar el apellido Sedano. Cuando fuimos a la ciudad Presidente Stroessner (ahora Ciudad del Este), en la frontera con Iguazú y en un hotel fronterizo, nos reunimos con un personal operativo de la Armada (que ya nos había venido a visitar en Asunción). Recuerdo que tomando muchos cuidados (supuestamente estábamos ahí para conocer las Cataratas), fuimos a su habitación uno por uno para hacernos hacer las huellas digitales sobre el pasaporte. El señor tenía un equipo completo de tintas, etc, para lograr un documento completamente ‘oficial’. También nos entrenó sobre nuestras nuevas identidades, fechas de cumpleaños, nombres de abuelos, etc.”

Javier es el hijo de Hugo Reinaldo Penino y Cecilia Viñas Moreno de Penino. La pareja fue secuestrada el 13 de julio de 1977 en el departamento de la calle Corrientes de la ciudad de Buenos Aires, donde vivían. Los dos estuvieron secuestrados en Mar del Plata, pero como Cecilia estaba embarazada de cinco meses la trasladaron a parir a la maternidad clandestina de la ESMA. Cecilia siguió viva durante un tiempo que excedió la dictadura e hizo llamadas desgarradoras a su familia durante los primeros meses de la democracia.

Vildoza fue también involucrado en el robo de bienes. Las escuchas que ordenó en su momento Servini de Cubría para detener a Grimaldos abrieron un camino de investigación hacia la empresa American Data SA, que se dedicaba al juego de azar y pertenece al hijo y al yerno de Vildoza, uno personal civil de Inteligencia de la Armada entre 1980 y 1988, y el otro, piloto del Ejército entre 1978 y 1983.

En una entrevista con Página/12, Javier contó que a Vildoza le molestaba que lo acusaran de ladrón, pero relató que el represor le reveló que participó en los vuelos de la muerte, en los que los secuestrados eran arrojados al mar. “Fue piloto en vuelos de la muerte. El volaba. Y tenía alto rango. Siempre cuando le tocó hacer el vuelo estaba a cargo del avión. Parece que hubo una cierta influencia religiosa. La idea era que ser tirados del avión vivos aunque dormidos era una forma humana y cristiana de llevar a cabo la ejecución. A mí me pareció un horror. Creo que se dio cuenta de que era algo difícil de explicar”, afirmó Javier.

Ayer, Interpol le informó al juez Torres, que tiene a su cargo la instrucción de la causa ESMA, que las huellas dactilares que figuraban en los documentos del Sedano cremado en Johannesburgo eran las mismas que las que correspondían al registro que hay de Vildoza en la Argentina. El juzgado sigue siendo cauteloso y buscará ratificar la información, aunque todo indica que Vildoza efectivamente murió en Sudáfrica, un destino popular entre los represores, sobre todo entre los marinos de la ESMA. Rubén Chamorro aparece pasando allí un “período de descanso”. La sobreviviente Adriana Marcus declaró que Jorge “El Tigre” Acosta, les dijo que ante la posibilidad de la recuperación democrática “no lo iban a encontrar porque iba a estar en Sudáfrica”, a donde efectivamente viajó en 1981 para asesorar al gobierno del apartheid. Este diario publicó hace tiempo el tránsito por Sudáfrica del capitán Horacio Estrada, el hombre que sucedió a Vildoza en la ESMA, que estuvo ligado al contrabando de armas y murió el 25 de agosto de 1998 de un balazo en la cabeza en su departamento. Hacia fines de los ‘70, fue destinado a la agregaduría naval de la embajada argentina en Sudáfrica. En 1998 el represor Alfredo Astiz prestó declaración ante el entonces juez federal Adolfo Bagnasco. “Cuando fue interrogado por una cuenta en Suiza, admitió su existencia pero dijo que sólo la utilizaba para cobrar su sueldo como agregado en la embajada argentina en Sudáfrica.”

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Vildoza se escapó de Argentina rumbo a Paraguay en 1986, estuvo en Viena y todo indica que murió en Sudáfrica.
 
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