EL PAíS › EL MINISTRO DE EDUCACION Y LA PLATA DE LOS PLANES SOCIALES

“La van a usar para balas”

Esteban Bullrich dijo que el objetivo del Gobierno es “terminar con la pobreza”, pero “esto no se va a cambiar con planes sociales. A ese pibe le podés dar un plan social, pero esa plata la va a usar para comprar balas”.

 Por Nora Veiras

El ministro de Educación y Deportes, Esteban Bullrich, recitó en sintonía con el presidente Mauricio Macri que el objetivo es “terminar con la pobreza” y advirtió: “Esto no se va a cambiar con planes sociales. A ese pibe le podes dar un plan social, pero esa plata la va a usar para comprar balas. Lamentablemente tenemos que pensar eso. Hoy ese pibe no ve el futuro, nosotros, la dirigencia política, no se los estamos mostrando”. El razonamiento de Bullrich reactualizó el del ex senador Ernesto Sanz –uno de los arquitectos de la alianza de gobierno entre el PRO, la Coalición Cívica y el radicalismo– quien había denunciado que la Asignación Universal por Hijo “se va por la canaleta del juego y de la droga”.

La estigmatización de la pobreza asociada a la ineficacia de las políticas soiales empezó a reforzarse en el relato de funcionarios de Cambiemos desde que se difundieron los índices de pobreza calculados con una nueva metodología por el Indec. El pionero en sincerar el dispositivo fue el secretario de Cooperación con los Poderes Judiciales, Ministerios Públicos y legislaturas del Ministerio de Seguridad, Gonzalo Cané: hace dos semanas escribió en un tuit que “el aumento consolidado de la pobreza sólo confirma que los planes sociales no sirven para nada, salvo para aumentar los impuestos”.

En los últimos meses, Bullrich, quien se desempeñó durante seis años como ministro de Educación de la Ciudad de Buenos Aires y figura como uno de los candidateables a un cargo legislativo por la provincia de Buenos Aires, ha ido superándose en razonamientos desafortunados. El 15 de setiembre, al inaugurar el hospital veterinario de la Universidad Nacional de Río Negro en Choele Choel, dijo: “Esta es la nueva Campaña del Desierto, pero sin espadas, con educación”. La imposibilidad de establecer cualquier analogía positiva a partir de un genocidio generó el repudio de cientos de acadáemicos e investigadores.

El jueves pasado, durante el coloquio de IDEA, se enredó en un discurso incomprensible: “No sirve mas el sistema educativo argentino. Está diseñado para hacer chorizos, todos iguales. Se diseño para tener empleados en una empresa que repetían una tarea todo el día, que usaban el músculo y no el cerebro y nunca lo cambiamos. Acá arriba en el desayuno había huevos revueltos y había panceta, en ese desayuno la gallina se comprometió, puso huevos pero el que verdaderamente se compromtetió fue el cerdo ¿no? Nosotros queremos el compromiso del cerdo en la educación (sic). Cincuenta por ciento de jóvenes no termina el secundario ¿es casual? ¿es casual que el 50 por ciento de los menores de 18 años estén en la pobreza? Eso es pobreza, es tener la riqueza al alcance de la mano de poder elegir la universidad que vos quieras gratis y no poder hacerlo porque la escuela no te enseñó a leer. Eso es pobreza y no lo resolvemos con un plan social porque hoy la escuela no solamente expulsó a la mitad, muchas veces es impermeable al reingreso y eso es lo que tenemos que cambiar”.

Ayer, el ministro en una entrevista con la agencia oficial Télam consideró que los jóvenes pobres que reciben planes sociales pueden terminar usando ese dinero para balas. Además de la discriminación, el error conceptual de considerar a la AUH un plan social cuando se trata del reconocimiento de un derecho social y económico a quienes tienen un empleo precario o están desocupados. Un mecanismo equiparable a la asignación familiar que reciben los trabajadores en relación de dependencia.

“Los pibes de 15 a 18 años que cometen asesinatos son pibes que deberían estar en la escuela y nosotros los políticos los estamos condenando. La clase política no le dio la respuesta, eso es la pobreza y la solución es dar educación de calidad. El problema es que la escuela hoy en el formato que tiene esta diseñada para el siglo 19 y no esta dando respuestas, lo está expulsando, y, lo que es más grave, es impermeable al ingreso de los que están afuera. Eso tenemos que cambiar, porque así vamos a terminar con la pobreza”, señaló el ministro hasta que derrapó con el uso de la ayuda social para comprar balas. A lo largo del año, las decisiones de su cartera tampoco apuntaron a la inclusión: se desactivó el Plan de Finalización de Estudios Secundarios (FinEs) y se suspendió el reparto de libros y computadoras.

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“Los pibes de 15 a 18 años que cometen asesinatos deberían estar en la escuela”, dijo Bullrich.
Imagen: Bernardino Avila
 
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