EL PAíS › OPINION

Todo a la vez

 Por Eduardo Aliverti

Tipo extraño este Kirchner. Aun en la peor de las hipótesis, consistente en suponer que en “la política” juega así de fuerte hacia la izquierda porque se trata de amortiguar un rumbo de derecha en “la economía”, lo que hizo y lo que pasó el miércoles fue impresionante.
Si un tipo se planta en el Colegio Militar de la Nación y les descuelga los cuadros o las fotos o lo que fuere de dos de los mayores exponentes de esa fábrica de criminales. Si después va y les hace un acto en la ESMA y se pone a llorar y se aguanta y aplaude a cada rato el discurso de la piba de HIJOS y por primera vez en la historia argentina pide perdón en nombre del Estado y les dice directamente que son unos asesinos y abre las puertas del más emblemático de los campos de concentración para que entren todos los que quieran y les sugiere a los gobernadores de su partido que se vayan al carajo. Si un tipo hace todo esto para terminar de arroparse como progre con los huevos bien grandes, porque entiende que es la mejor manera de hacerle colchón a un modelo, el suyo, que en lo sustantivo no se diferencia/ría del de la rata menemista (es más: que entonces no se diferenciaría del objetivo fijado por los patrones de los milicos de la dictadura). Si un tipo hace todo esto para eso, de Presidente tenemos a un monstruo.
No entra en la cabeza que Kirchner sea un monstruo así, porque serlo significaría ser peor que las propias bestias a las que llamó por su nombre. Puede, ante todo, apuntarse que lo del miércoles fue una conquista de los luchadores incansables e imprescindibles de estos 28 años y que Kirchner “sólo” ejecutó la obra de búsqueda de justicia más conmovedora y aleccionadora que un grupo de argentinos haya desarrollado jamás. Que Kirchner es efectivamente muy contradictorio en su trayectoria política, aunque no más que el grueso de la sociedad argentina. Calló o no se le escuchó con la fuerza que era menester cuando los indultos, manejó su provincia con firmeza autoritaria, avaló la privatización de las riquezas petrolíferas y recién en los últimos años de la rata adoptó una postura opositora. Que sin embargo es evidentemente un tipo sensible a las luchas y las utopías setentistas, y a los compañeros caídos, y que en todo caso tiene la más severa de las contradicciones: reivindicar la justicia contra los genocidas y los sueños de su generación, mientras en el timón de la economía apenas si se plantea el sostén de las expectativas de la clase media. En este último punto danza la probabilidad de que desmienta lo que pregona. La conclusión es que podríamos estar frente a quien objetivamente es más de lo mismo con partitura progre, pero subjetiva y simultáneamente un tipo al que se le pueden creer los hechos y las lágrimas de ese miércoles inolvidable.
Lo que ocurrió el miércoles pasado está a la izquierda del conjunto de los argentinos, a quien no cuesta nada imaginar ni escuchar bastante molesto con la determinación de hacer justicia con los represores. Se percibe que demasiada gente vio en lo de la ESMA la probabilidad de que el clima se enrarezca y perjudique el “veranito” de la “recuperación” económica. Se advierte que hay mucho infeliz pidiendo que las autoridades se dediquen a problemas como la inseguridad, en lugar de revisar el pasado (a propósito: ¿No es una incoherencia absoluta urgir mano dura y pena de muerte para bandoleros y secuestradores, mientras se pide no hacer más bulla contra animales de uniforme usurpadores de bebés?).
Lo que a uno le parece es que estos son momentos para dudar, criticar, advertir y emocionarse. Todo junto. Personalizo el cierre de estas líneas: el miércoles vi la ESMA tomada por la gente común y un tipo de Presidente que les gritó “asesinos” en la cara y se me hizo un nudo en la garganta. Y eso no me impide mantener un pensamiento crítico ni dejar de alertarme sobre las características neo-entreguistas de este gobierno.
¿Kirchner es o será un claudicante frente al poder económico? Sí, o entre sí y muy probablemente. ¿Pero el miércoles pasado no se podía creerlo que estábamos viendo y dieron ganas de decirle “gracias”, más allá de las dudas enormes sobre su futuro? Sí, también. No es contradictorio. Es dialéctica. Que no es otra cosa que la resolución de las contradicciones.

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