EL PAíS › NUEVOS TESTIMONIOS SOBRE CUERPOS DE DESAPARECIDOS

Cadáveres sobre el Paraná

En Entre Ríos, un testigo de identidad reservada dio precisiones sobre la represión. El Gobierno dará su apoyo.

“Los cuerpos eran puestos en tanques de 200 litros y tapados con cemento. Helicópteros verdes, sin identificación, los arrojaban en los tramos más profundos del río Paraná Bravo.” El testimonio es de un poblador del Delta entrerriano que veintiocho años después logró vencer su temor y rompió el silencio. Sus palabras sobre el horror de los vuelos de la muerte demuestran que no sólo en el mar y en el Río de la Plata los militares arrojaron cuerpos durante la última dictadura. El testigo, de identidad reservada, se presentó días atrás ante la Justicia y a partir de su declaración muchos otros lugareños se animaran a contar cómo aviones militares abrían sus panzas para enviar al fondo del río a personas atadas de pies y manos. El gobierno provincial se comprometió a asumir “decididamente la responsabilidad de la investigación para descubrir la verdad y que se haga justicia”.
En 1995 el capitán Adolfo Scilingo –actualmente detenido en España– confesó públicamente haber participado en el asesinato de prisioneros de la Escuela de Mecánica de la Armada arrojándolos vivos al mar. Desde aquel momento, muchos sobrevivientes testimoniaron sobre ese método utilizado por los represores para hacer desaparecer los cuerpos de los secuestrados. Pero hasta ahora siempre se habló de vuelos sobre el Atlántico y sobre el Río de la Plata. Nunca se mencionó el Paraná.
A partir de la denuncia presentada ante el Juzgado de Instrucción número 1 de Gualeguaychú, el periodista de la emisora local Radio Máxima Fabián Magnotta comenzó una investigación para rastrear a otros testigos. Un antiguo isleño explicó al aire que “muchas veces los helicópteros verdes pasaban hasta cinco veces por semana y tiraban los bultos al agua”. Su voz en el parlante de la radio animó a otros vecinos del lugar, que durante la dictadura habitaban la zona del Delta, a contar los secretos que guardaron en su memoria por largos años.
Uno de aquellos pobladores, que actualmente reside en Campana, contó que asiduamente veían sobrevolar helicópteros casi al ras del agua y del monte. Otro señaló que aviones Hércules volaban a muy baja altura y en medio del Paraná Bravo. “Abrían su panza –recordó– y lanzaban hasta veinte bultos juntos.” Según el mismo relato, tiempo después comenzaron a aparecer en el río cuerpos flotando atados de pies y manos con alambre.
Pero el miedo silenció a los pobladores. “Quien intentó hacer la denuncia no tuvo eco”, coincidieron muchos testigos. Algunos isleños dicen haber visto militares que desde la puerta de los helicópteros los apuntaban con ametralladoras. Otros, incluso, recibieron amenazas. Uno de los hombres que habló por la radio recuerda que a la zona del Delta llegaba una lancha llamada Galofré. Las personas que surcaban los brazos del Paraná a bordo de ella se acercaron en una oportunidad al puesto de una fuerza de seguridad para informar que más de una vez habían encontrado cuerpos en el agua. “Miren... Si no les gusta, no pasen más por ahí”, fue la respuesta de los militares.
Aquellos bultos que veían lanzar desde los helicópteros muchas veces no se hundían en el agua del Paraná, sino que caían en tierra firme. El testigo que habló ante el juez recordó que los lugareños descubrieron que se trataba de personas cuando uno de los enormes tanques cayó sobre la playa del Delta. Luego de la sorpresa, los pobladores sepultaron el cuerpo que aún hoy podría ser localizado. Los habitantes de Villa Paranacito también relatan sobre la aparición de cadáveres en sus costas durante aquellos años. Quizás eso explique la gran cantidad de cuerpos NN que existen en el cementerio del sur entrerriano.
Todos los testimonios sobre los vuelos de la muerte en el Paraná señalan que fueron realizados entre los años ‘77 y ‘78. Uno de los testigos, incluso, detalla que “durante el Mundial fue el momento donde los helicópteros pasaban con mayor asiduidad. La gente estaba en otra cosa, todos metidos con el tema del fútbol, por eso creo aprovecharon para tirar mucha gente”. “Estoy convencido de que los relatos de los pobladores del Delta son verdad. Creo que recién pudieron contarlo tantos años después porque ahora sienten confianza. Saben que hay un gobierno serio que los va a escuchar”, expresó el vicegobernador de Entre Ríos, Pedro Guastavino, a Página/12. El funcionario detalló que, además de “asumir decididamente la responsabilidad de que se descubra la verdad y se haga justicia”, el gobierno provincial se presentaría como querellante ante el Juzgado Federal de Concepción del Uruguay, a cargo de Guillermo Qadrini. “Queremos que se investigue rápidamente, por eso pondremos a disposición de la Justicia todas las herramientas que sean necesarias”, explicó.
El vicegobernador considera fundamental el papel del Estado en las políticas de derechos humanos: “Es responsabilidad de los gobiernos y no sólo de las organizaciones, que mucho han hecho, continuar con todas las investigaciones, como la de los chicos apropiados por los represores que hasta el momento sólo son 77 los que se han recuperado”. Guastavino sufrió en carne propia el terrorismo de Estado. Pasó seis años preso, tiene un hermano desaparecido y una hermana asesinada.

Informe: Martina Noailles.

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El vicegobernador de Entre Ríos, Pedro Guastavino.
 
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