EL PAíS › INCURSION “HUMANITARIA” DE LOS MARINES EN MISIONES

Guerra al mosquito

Justo en la zona de la Triple Frontera opera una unidad especial de los marines norteamericanos. Su objetivo militar es el mosquito Aedes Aegypti, transmisor del dengue. Las implicancias bélicas de la misión “humanitaria”.

 Por Miguel Bonasso

“Marines” norteamericanos ya combaten en Misiones. Por ahora solamente al mosquito Aedes Aegypti que transmite el virus del dengue. La inquietante información, prolijamente ignorada por los grandes medios nacionales, fue destapada por el periodista Mauro Federico en El médico del conurbano, una publicación especializada que suele brindar notables primicias. Con la colaboración de Federico, Página/12 llevó a cabo su propia investigación y pudo establecer que la misión norteamericana que colabora con las autoridades provinciales de Misiones y con las nacionales del área Salud en una tarea aparentemente humanitaria responde a objetivos militares claramente admitidos en documentos oficiales de los Estados Unidos. Los científicos castrenses que vienen a combatir al mosquito dependen orgánicamente de un centro naval norteamericano enclavado en el Perú. Un dato más que se suma a los ya conocidos de maniobras y bases estadounidenses en nuestro país en ratificación de una alianza “extra OTAN”, que singulariza a la Argentina como blanco potencial de los enemigos de Washington.
El grupo de elite de la milicia norteamericana trabaja en el control del dengue en la provincia de Misiones, merced a un acuerdo con las autoridades provinciales y bajo la cobertura del Plan Vigía de control y vigilancia de las enfermedades infecciosas, que financia el Banco Mundial y ejecuta el Ministerio de Salud y Acción Social de la Nación. En ese marco, los infantes de marina norteamericanos se proponen seguir luego hacia Formosa y finalmente, hacia la Capital Federal.
El llamado “Componente II” del Plan Vigía está orientado a prevenir enfermedades “prioritarias”, entre las que destaca el dengue, especialmente el de tipo hemorrágico, que puede tener consecuencias letales. El Ministerio de Salud emitió recientemente un documento donde asegura que unos cuatro millones de argentinos se encuentran en situación de “alto” y “muy alto riesgo de contraer la enfermedad”.
Recientemente, un despacho de “Misiones on line”, firmado por Pedro Oviedo, daba cuenta de la firma de un convenio entre el gobierno provincial y “un grupo de elite del ejército norteamericano conocido como Marines (que) tiene la delegación más importante de Sudamérica instalada en la ciudad de Lima”.
Según la página de la embajada norteamericana en Perú, se trata del Destacamento Naval de Investigación Médica de los Estados Unidos (NMRCD, es su sigla en inglés), “que fue establecido en Lima, Perú, en 1983 mediante convenio suscrito entre la Marina del Perú y la Marina de Estados Unidos”, aparentemente para investigar “enfermedades infecciosas de interés común”. El NMRCD “es un destacamento del Centro Naval de Investigación Médica (NMRC), con sede en Forest Glen, Maryland, Estados Unidos y constituye una agencia de apoyo a la Embajada de los Estados Unidos en el Perú”.
El NMRCD asentado en el puerto peruano de El Callao cuenta con un sofisticado laboratorio para la detección de las enfermedades epidemiológicas como dengue, tuberculosis, mal de Chagas o fiebre amarilla.
Según el texto, transparente, de la propia embajada norteamericana en Perú “el NMRCD tiene como objetivo la conducción de investigaciones sobre enfermedades infecciosas que afectan la salud humana en Centro y Sudamérica (principalmente en la región andina y la cuenca amazónica), particularmente aquellas de importancia para la actividad militar”. Por si existieran dudas reitera más abajo que la meta número 1 es “determinar y establecer prioridades en cuanto al peligro de que enfermedades infecciosas afecten a fuerzas militares”. O, más claro aún: “La misión de NMRCD es identificar amenazas infecciosas de la enfermedad de importancia militar en Perú y países circundantes en la región sudamericana y determinar los medios más eficaces de diagnosticar y prevenir estas enfermedades para reducir al mínimo su impacto en las capacidades operacionales del combatiente en la guerra”. Pura ayuda humanitaria, como puede apreciarse.
Un objetivo estratégico que debe ignorar, probablemente, Telmo Albrecht, ministro de Salud de Misiones, que considera el convenio “favorable para la provincia”. Porque los marines “nos van a aportar todos los reactivos, tecnología y todo lo que el laboratorio de Iguazú necesite para ser un centro de referencia epidemiológico para el diagnóstico”. La “ayuda” comprende asimismo que Débora López, una bioquímica de Iguazú, viaje a Lima para trabajar “durante dos meses en la base militar”.
A cambio, las autoridades misioneras se comprometen a proveer al NMRCD información “sobre todos los casos posibles de dengue, tanto los positivos como los sospechosos y a qué tipo de cepa corresponden (I-II-II o IV)”, así como “toda la información epidemiológica que tengan sobre casos de la enfermedad que se detecten en el territorio provincial en general y en la ciudad de Puerto Iguazú en particular”. (Puerto Iguazú, casualmente, es una de las ciudades de esa Triple Frontera que desvela a los servicios secretos norteamericanos por tratarse de un presunto “santuario de terroristas”. Una de las funciones del centro naval de Lima es, también casualmente, “la detección de agentes biológicos y químicos durante tiempo de paz y tiempo de guerra”.) Puerto Iguazú tiene confirmados cuatro casos de dengue y 15 muestras sospechosas que se están analizando. Del otro lado de la frontera, en Foz de Iguazú, hay más de 60 casos positivos y 300 sospechosos. Según el ministro Albrecht, “estamos muy complicados” porque “hay entre 25 y 30 por ciento de infectación casa por casa” y “si llueve se va a complicar más la situación”.
De acuerdo a lo informado por el ministro de Salud de Misiones, “el trabajo consistirá en determinar si el paciente está afectado de una viremia, si tiene un virus. La confirmación final del tipo de dengue, o la hacen ellos en Lima o la enviamos nosotros a Pergamino”. El ministro Albrecht aludía al Instituto Nacional de Enfermedades Virales Humanas (Inevh), más conocido como el Instituto Maiztegui de Pergamino, otra gloria de la ciencia argentina como el Malbrán, que ganó buena fama internacional por su lucha contra el “mal de los rastrojos” y está a punto de cerrar por la debacle final del Estado.
Esta no es la primera vez que efectivos militares norteamericanos desembarcan en Argentina con presuntos fines sanitarios. A mediados de los ochenta, por ejemplo, se instaló en Azul un laboratorio del ya desaparecido Centro Panamericano de Zoonosis (CEPANZO). Según El médico del conurbano, “ex trabajadores del establecimiento recuerdan que ‘había milicos norteamericanos por todas partes’. Es que en ese centro se realizaron pruebas con virus recombinantes de rabia y viruela, supervisados celosamente por guardia militar estadounidense. El proyecto era secreto hasta que se produjeron fugas accidentales que ocasionaron graves consecuencias en la población”.
Es curioso, parece literario y seguramente no tiene nada que ver, pero en el año 1970 el autor de esta nota viajó a Azul con un fotógrafo en pos de una pista que se difuminaría en la leyenda: la presencia secreta en el monasterio trapense de la zona de uno de los pilotos del Enola Gay, el avión que arrojó la bomba atómica sobre Hiroshima. En el convento fuimos recibidos por el superior, un simpático monje norteamericano que interrumpió su voto de silencio para refutar la especie de manera muy curiosa: “No hay nadie así entre nosotros, pero si lo hubiere, si se hubiera refugiado aquí para huir de los males y pecados del mundo, jamás lo delataría”.
El destino final del CEPANZO se esfumaría también como la pista del piloto que destruyó Hiroshima en el convento trapense. En octubre de 1986,el Ministerio de Salud y Acción Social creó una comisión clínicoepidemiológica para estudiar el caso y el Centro Panamericano fue cerrado. Según denunció Alberto Echezarreta, miembro de aquella comisión, “todos los expedientes desaparecieron misteriosamente de la bóveda en que se encontraban”. El caso fue archivado.
Epílogo: en un site de la web titulado “rebelión internacional”, circula un documento publicado por la Dirección de Políticas y Planes Estratégicos del Ejército de los Estados Unidos titulado “Visión Conjunta 2020” (Joint Vision 2020). El texto, traducido para “Rebelión” por Jorge Capelán, continúa otro documento anticipatorio de los mandos norteamericanos titulado “Visión Conjunta 2010”. Ambos resultan fundamentales para entender el mundo que viene desde la perspectiva militar de Washington.
Que no solo comprende “el conflicto con empleo de fuerzas estratégicas y armas de destrucción masiva” sino también “aquellas situaciones ambiguas que se ubican entre la paz y la guerra, tales como las operaciones para mantener y hacer cumplir la paz, así como operaciones no-combativas de ayuda humanitaria y el apoyo a las autoridades locales”.
El caso de Misiones, precisamente.

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