EL PAíS › MASIVA ASISTENCIA DE PUBLICO POR LA FIESTA DEL 25 DE MAYO

Show, emoción y acto cívico en la Plaza

Una plaza colmada siguió primero las peripecias de Piñón Fijo, luego cantó junto a una gran cantidad de artistas, sobre todo las canciones del cubano Silvio Rodríguez, y finalmente acompañó la vibrante versión del Himno Nacional cantada por Charly García.

 Por Luis Bruschtein

Con mucho Piñón Fijo y músicos para todos los gustos, decenas de miles de personas participaron ayer en Plaza de Mayo en el festival convocado por el Gobierno por el 25 de Mayo, al cumplirse un año de su asunción. El presidente Kirchner apenas rozó la fiesta, cuando abandonó el Tedéum y se dirigió a la Casa Rosada. Durante la seis horas que duró el espectáculo, la Plaza de Mayo fue abarrotada por una masiva asistencia de todas las edades, clase media y sectores humildes, familias que deambulaban apretujadas entre puestos de choripanes, panchos y hamburguesas, golosinas y hasta un pony con un sombrero mexicano para los chicos. Esa combinación entre los que llegaban para ver el espectáculo o para festejar el día patrio generó un clima que tenía esa misma mezcla rara de acto musical, cívico y político a la vez.
Es difícil decir cuántos aguantaron a pie firme las seis horas, si la señora que viajó desde Valentín Alsina para que sus hijos vieran a Piñón Fijo se quedó hasta el himno que cantó Charly García o si la asistencia fue rotando. Lo cierto es que miles de personas llenaron la plaza completa, ya que no estaba cerrado el vallado detrás de la Pirámide de Mayo y se movían en forma permanente de un lugar a otro. Desde el escenario, los locutores anunciaron que habían pasado más de 120 mil personas, que se habían repartido cien mil escarapelas y 50 mil libros.
Antes de las once ya había mucha gente frente al palco levantado delante del Cabildo donde se presentaría el espectáculo para niños, en el que también actuaban la orquesta de niños de Villa Lugano, el coro toba Los Chacas y el Tutu Marambá. Pero como se retrasó el Tedéum, el show no empezó y la impaciencia se hizo notar. Otra gran cantidad de público, gran parte del cual ya llegaba aprovechando los tres y subtes gratis, se agolpó frente a los vallados sobre Rivadavia por donde debía pasar la comitiva oficial. Veteranos de Malvinas con cruces blancas de madera con los nombres de sus compañeros caídos aguardaron la salida del Presidente para gritar “¡Malvinas, Malvinas, Malvinas argentinas!”, alguien que gritó “Aguante Néstor” y otra mujer que exclamaba “Cristina, tirá algo pa’ los pobres”.
Ya avanzado el mediodía, el bar que está en la esquina de Alsina y Bolívar se había convertido en un centro de ebullición con dirigentes de las agrupaciones que participaron, como Barrios de Pie, FTV, MP-20 y los MTD Evita y Resistir y Vencer, aunque no ingresaron encolumnados ni llevaron gran cantidad de carteles.
De todos modos, se vieron algunos flameadores de estas agrupaciones. En otro sector estaba la “Carpa Negra de la Memoria y la Dignidad” de los inundados de Santa Fe, un cartel con la bandera vasca que pedía la libertad y no extradición de Josu Lariz Iriondo y los grandes carteles en los escenarios con la consigna del acto: “25 de mayo de 2004, todos somos argentinos”.
Cuando terminó el espectáculo para los chicos, la mayoría dió media vuelta y se apostó frente al escenario que estaba sobre la casa de gobierno, donde actuaron Maximiliano Guerra, el trío Vitale-BarajGonzález, Omar Mollo, Juan Carlos Baglietto, Teresa Parodi, Ignacio Copani, Lito Nebbia, Adriana Varela, los uruguayos de Falta y Resto, Los Superatones, Hugo Giménez, Julia Zenko, Víctor Heredia, Luis Eduardo Aute, Silvio Rodríguez y Charly García.
Había colas de una cuadra en los puestos de choripán y en las cocinas móviles donde el ejército repartía chocolate caliente. La nube parrillera envolvía la plaza en la que se instalaron vendedores de arañas y ratones de goma, de los falsos gatos embolsados, más escarapelas, banderitas y vinchas argentinas y de Piñón Fijo, que formaban una romería apretujada por donde desfilaban cientos o miles de padres con sus hijos a caballito.
El contenido cívico del acto estaba claro. Pero el sentido político, inevitable al cumplirse el primer año de gobierno de Kirchner, sólo había aparecido en forma esporádica. La primera señal fue con Ignacio Copani quecantó dos canciones, una sobre los barrios de la ciudad y otra sobre “los que vendieron al país” y el público las coreó y aplaudió las estrofas más duras. “Es bueno estar acá, en este lugar que a veces vinimos a cascotear, pero que ahora venimos para festejar el Día de la Patria –afirmó Copani en medio de una ovación–, para recordar que esta casa es de nosotros, y que esta plaza es de los trabajadores y de las Madres”.
Adriana Varela cantó “Con la frente marchita”, de Sabina, sobre una exiliada en España y luego Lito Nebbia fue coreado con sus dos caballitos de batalla: “si la historia la escriben los que ganan, eso quiere decir que hay otra historia” y los uruguayos de Falta y Resto fueron ovacionados con sus letras latinoamericanistas y antiimperialistas. Como Copani, que había hecho referencia a los barrios porteños, los uruguayos pasaron lista de los países del continente y su historia, donde Cuba y Venezuela fueron ovacionados y Pinochet y “la potencia del Norte” abucheados.
El acto se politizó sin discursos y con canciones, con letras que ese público, en su gran mayoría espontáneo, comenzó a corear y aplaudir. En ese momento comenzó a llover, mucha gente buscó refugio en la recova de Alsina, otra parte se retiró, pero la mayoría se mantuvo para escuchar a Víctor Heredia y Aute. Los locutores Coco Silly, Claudio Morgado, Mex Urtizberea, Daniel Aráoz, Rosario Lufrano y la directora de Radio Nacional, Mona Moncalvillo exhortaron al público a aguantar el chubasco.
La llegada de Silvio Rodríguez provocó una ovación en toda la plaza y el grito de “Cuba, Cuba, Cuba”. Fue su primera presentación pública en cinco años y cantó diez canciones. Solamente Charly García consiguió un aplauso mayor. Las canciones del cubano fueron coreadas por ese público que finalmente resultó no ser tan heterogéneo como se podría haber pensado por una convocatoria tan amplia. Y García cerró el acto con su versión bluseada del himno, cantada por todos los presentes. La versión de García suena con una fuerza épica, poderosa, que provoca alguna mueca de disgusto en algunos mayores pero que los jóvenes cantan con emoción, a voz en cuello y sin el burocratismo del himno escolar. Cuando todavía sonaban los últimos acordes, disconforme con su instrumento, Charly destrozó la guitarra contra el piso en un final a toda orquesta.

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Miles de personas siguieron el desempeño de los numerosos artistas.
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