EL PAíS › SEMINARIO DE ECONOMISTAS, POLITICOS Y PERIODISTAS DE LA DERECHA

Una sobredosis de amor por los ’90

La Fundación Atlas y la alemana Friedrich Naumann convocaron a un grupo representativo de la intelligentzia de la derecha criolla. Allí calificaron a Kirchner como “monto de cebita” y armador de milicias. Furia antipiquetera.

 Por José Natanson

Manuel Solanet acusó al Gobierno de “atacar ideológicamente” a los empresarios. Carlos Escudé dijo que “De la Rúa casi fue preso por querer defender el estado de derecho”. Malú Kikuchi calificó a Néstor Kirchner como un “monto de cebita”. Julio Ramos sostuvo que el Presidente está armando una “milicia en la calle”. Diego Guelar pidió volver a las “relaciones carnales”. Y Ricardo López Murphy llamó a construir “una alternativa de poder para enfrentar este proyecto hegemónico”. Organizado por la Fundación Atlas y la alemana Friedrich Naumann, el seminario que cerró ayer reunió en el Sheraton a los principales representantes del arco político, económico y cultural (es un decir) de la derecha argentina, que expusieron sus ideas en un clima antipiquetero, noventista y antikirchnerista.

Los economistas

El panel de los economistas fue uno de los más escuchados. Lo abrió Miguel Angel Broda. Suelto y con dotes de orador, Broda habló de manera clara y mostró en una pantalla gigante gráficos comprensibles y ambiciosos, uno de los cuales era una proyección de la economía argentina hasta el...2034. Aunque en mayo del 2002 había pronosticado un dólar a 5 pesos y una inflación imparable, ahora es un poco más optimista. “Lo que ha sucedido es lo que sucede con todos los países que colapsan”, aseguró Broda, cuyo diagnóstico pasó de la “caída libre” al “rebote técnico”.
Siguió Julio Piekarz, referente económico de Ricardo López Murphy. Mucho más técnico, Piekarz mostró unos gráficos que estaban escritos en letra demasiado chica y que casi no se veían, y pronunció un discurso lleno de números, difícil de seguir, cuya conclusión era de todos modos comprensible: el Gobierno –dijo– debería mejorar la oferta por la deuda. Cerró Solanet, que no tiene ni el histrionismo de Broda ni la pretensión matemática de Piekarz, y tiene en cambio un tono de voz excesivamente agudo, con el que repitió la cantilena liberal de reducir el déficit. Solanet cuestionó a Kirchner por “atacar ideológicamente” a los empresarios. “Necesitamos seguridad jurídica, respeto por el estado de derecho y la libertad”, aseguró el ex secretario de Hacienda de Galtieri.

Los pasillos

En el público se mezclaban dos grupos diferentes. Por un lado los ejecutivos, empresarios y profesionales, que llegaban sobre la hora y con portafolios, después de la oficina. Estaban también los jóvenes, que hubieran militado en la UPAU en los ’80 y que ahora vuelcan su energía en alguna fundación u ONG liberal, de esas que hacen campaña en contra de la lista sábana. Se los distingue por el pelo: corto adelante y un poco más largo en la nuca, ideal para un tercer tiempo del SIC o para la fiesta de fin de año del curso de posgrado del CEMA.
Entre panel y panel, los asistentes –ejecutivos y jóvenes– salían a los pasillos para fumar y hablar de política. Los diálogos se resumen en algunas palabras, repetidas una y otra vez: “populismo” (de Kirchner), “racionalidad” (que falta), “socialismo moderno, tipo Chile” (a lo mínimo que podemos aspirar) y “país exitoso” (el objetivo máximo). Entre todos los términos, hay uno que merece especial atención: los famosos “incentivos”, la clave del neoinstitucionalismo, la corriente de moda en la economía y la ciencia política norteamericanas, que recomienda importar instituciones de los países desarrollados, y que la derecha argentina sumó en los últimos años a su neoliberalismo original.

Los periodistas

El panel de periodistas llevaba el título “Entendiendo a Kirchner” y fue abierto por Julio Ramos, director de Ambito Financiero, que trazó una panorama sombrío del primer año de gobierno. “Se reestatizan empresas, se lleva a jueces abortistas a la Corte”, se quejó Ramos, antes de dar el alerta. “¡Cuidado! Kirchner tiene una milicia en la calle. Vamos a una suma del poder público alarmante, a un esquema en el cual está en juego la democracia”, aseguró.
Hablaron también Carlos Mira y Fernando Laborda, de La Nación. Y Malú Kikuchi, una señora bien que suele comenzar su programa de cable con frases tipo: “¡Cómo me gustó el discurso de Bush el día de la invasión a Irak!”. En el panel, Kikuchi aseguró que Kirchner es un “monto de cebita”, que “no se arriesgó como otros, que estaban equivocados pero se la jugaron”. “Como tiene el complejo de lo que no hizo ahora quiere ganar la guerra que perdieron en los ’70. Es un populista y un capataz de estancia”, resumió Malú. El público aplaudió.

Relaciones carnales

Elegante con su bastón, Diego Guelar defendió las relaciones carnales y propuso “reconstruir el vínculo con Estados Unidos”. Carlos Escudé se recortó la barba y ya no parece el guitarrista de los ZZ-Top, pero conserva su histrionismo y sus ambiciones. “El realismo periférico (así denominó la política exterior menemista) tiene un capítulo ganado en la historia de las ideas”, sostuvo Escudé, que no se privó de cuestionar a Kirchner. “Tiene alardes de compadrito y es obsecuente con los piqueteros”, acusó.
No fue el único. El clima antipiquetero dominó el seminario. El abogado José Ignacio García Hamilton habló de “los señores feudales de la extorsión y del piquete, arreglados con los señores feudales que están en las gobernaciones y hasta en la Presidencia”. El cavallista arrepentido Guillermo Cantini y el bussista arrepentido Pablo Walter también cuestionaron a los piqueteros. Y Martín Simonetta, titular de la Fundación Atlas, confesó sus temores. “Teniendo en cuenta lo que pasó en este mismo hotel –dijo en referencia a la toma del Sheraton por un grupo de desocupados– la verdad es que teníamos dudas sobre lo que podía pasar con el seminario.”

Los políticos

Las dos jornadas cerraron con paneles políticos. El del miércoles lo abrió Rosendo Fraga, que dio una luz de esperanza para la derecha. “Si el peronismo finalmente se parte hay posibilidades de construir una fuerza alternativa”, aseguró. Curiosamente, el segundo orador era el radical Rodolfo Terragno, que había sido invitado con un par de meses de anticipación y aceptó –según confesaron sus íntimos– sin saber bien de qué se trataba. Astuto, Terragno pronunció un discurso técnico, cargado de cifras y gráficos en power point, sobre la mejor manera de terminar con el desempleo, y se ganó un aplauso de compromiso.
El cierre quedó a cargo de las dos esperanzas electorales de la derecha cuyos discursos es interesante comparar. El de Macri, pronunciado ayer, tuvo como eje la necesidad de recuperar el valor de las instituciones. “La gente no es tan tonta, lo que pasa es que no hemos explicado por qué conviene recuperar la institucionalidad. Para eso hay que recrear el Estado”, aseguró el empresario que estuvo procesado por contrabando.
López Murphy optó en cambio por un discurso duro, de barricada. “Todos los que están acá creen en otro país, que no es el de la gente tomando los hoteles o los locales de comida”, arrancó el economista, y acusó a Kirchner de liderar “un proyecto hegemónico”. “Nosotros sabemos que otro país es posible. Pero para construirlo no podemos ser sólo una fuerza testimonial. Tenemos que generar una alternativa”, concluyó López Murphy, por lejos el más aplaudido luego de dos días de sobredosis de derecha.

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Miguel Broda, Julio Piekarz y Manuel Solanet fueron los expositores del pensamiento económico.
 
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