EL PAíS › BLUMBERG Y EL SUEÑO DERECHISTA DEL CANDIDATO POSIBLE

La gran esperanza blanca

Hay quien aspira a que Blumberg se lance a la política. Los medios y la derecha buscan el centro de la escena. Qué espera la Rosada y cómo influye Blumberg en la política de seguridad. Nuevas borrascas entre Kirchner y Solá por la inseguridad. Versiones sobre roces entre el gobernador y Arslanian. Las broncas del Presidente.

 Por Mario Wainfeld

El jueves próximo, Juan Carlos Blumberg encabezará su tercera marcha contra la inseguridad. Cuando promovió la primera era casi un desconocido. Hoy es una de las caras más conspicuas del país y ha andado bastante por el mundo. En una nota publicada anteayer en La Nación, el periodista Fernando Laborda insinuó que la marcha de Blumberg puede enfilar desde Congreso hacia Plaza de Mayo, un camino que implicaría una opción por la política. Sea lo que haga el ex empresario convertido en adalid de “la gente”, la derecha argentina ha encontrado en el reclamo por la seguridad un atajo para recuperar terreno. La “no política” y aún la “antipolítica” acostumbran ser en Argentina una buena sala de preembarque a la política. Tal vez Blumberg elija ese tránsito, como informa (¿o propone?) La Nación. Tal vez Gustavo Beliz, que “dejó la política”, sume su cuerpo a la movilización. La derecha argentina no encuentra su líder, pero ha encontrado su tema, su escenario, su cita de honor.
Qué hará el propio Blumberg sigue siendo un enigma. Su legitimidad, emanada del dolor causado por el secuestro y ulterior asesinato de su hijo, sigue intacta. Su reclamo se encuadra siempre en la lógica republicana. Proponer leyes, movilizarse frente a los edificios públicos, juntar firmas para un petitorio no sólo son acciones lícitas, sino también deseables. La validez de sus reclamos nada dice acerca de su pertinencia ni aun de su seriedad. Muchos comunicadores y muchos medios han emparentado al dolor con saber técnico y escuchan como si fuera verdad revelada las mociones de un hombre sin preparación jurídica previa. Autodidacta en la materia que lo obsesiona, Blumberg suele variar sus asesores, con una dispersión que no encaja en un esquema ideológico simplista. En una de sus primeras apariciones en el programa Hora Clave, pidió que la producción de Mariano Grondona invitara también al diputado Jorge Casanovas, militante del ala “Meta bala compañero” del peronismo bonaerense. Rápidamente se desprendió, al menos en público, del pegajoso Casanovas que buscaba vampirizar la popularidad de Blumberg. El domingo pasado Blumberg mocionó para que la gente de Grondona entrevistara a Fernando Maroto. Maroto es un magistrado garantista que suele pelear muy duro contra la Policía Bonaerense. Algo que Casanovas, que es muy creyente, consideraría pecado mortal.
Simultáneamente, Blumberg se apoya en un cuadro jurídico de la dictadura militar, Roberto Durrieu. Y recibe el asesoramiento constante de abogados de Fores, una ONG bancada por varios de los más grandes estudios jurídicos de la Capital, incluido el de Mariano Grondona hijo. Fores llegó a la fama por hacer campaña contra la llegada de Eugenio Raúl Zaffaroni a la Corte (ver asimismo página 5). En los días previos y ulteriores a la salida de Beliz del gabinete, Blumberg dialogó con él y lo elogió calurosamente. Un ex integrante del equipo ministerial de Beliz asegura que ese intercambio sigue y que el ex ministro está analizando la posibilidad de asistir “como ciudadano” a la movilización del jueves.
Blumberg dispensa un trato verbal respetuoso al presidente Néstor Kirchner, quien suele atenderlo por teléfono y personalmente. La Rosada ha contribuido a resolver más de una dificultad operativa o material de la Fundación que conduce quien será el principal orador el jueves que se viene.
Una mirada atenta
El Gobierno se sorprendió en la primera convocatoria de Blumberg. Desde entonces no se distrajo de él. Cuando Beliz fue removido y se debatía contrarreloj quién sería su sucesor, uno de los ítem que integró el casting fue la relación entre el nuevo ministro y Blumberg. Un protagonista de esas reuniones asegura que algún legislador perdió puntos tomando en cuenta ese factor. “No se pensaba en un veto –explica un asesor del Presidente–, pero se reconocía un poder.”
Poder que sigue teniendo su peso. La semana que termina hoy, el Congreso “cometió” un dislate legal. Una norma que suma matemáticamente las penas de delincuentes repetidores, que puede desembocar en que un ladrón de gallinas reincidente purgue mucha más cárcel que un homicida. Se trata de una de las tantas leyes insensatas impulsada por Blumberg que el Congreso sacó como si fuera una minuta: rapidito y con fritas. El Presidente debería vetar esa norma dislocada, que le pone los pelos de punta a juristas de la talla de Ricardo Gil Lavedra y también a abogados de buena formación como son Alberto Fernández y Carlos Zaninni. Pero todo indica que no lo hará abriendo el paraguas de cara a la reacción de “la gente”. El jefe de Gabinete, comentan voces de primer nivel de la Rosada, propuso al Presidente tres vetos respecto del paquete Blumberg, pero la evaluación política del Gobierno fue que era mejor dejar las cosas como están. Esto es, horribles.
Kirchner habla usualmente con respeto de Blumberg, pero recela de algunos de los aliados de su cruzada. Y presta atención a que el hombre no se convierta en el representante de todas las víctimas de la violencia delictiva o policial. La Rosada alberga reuniones permanentes entre el jefe de Gabinete y familiares de víctimas. En Balcarce 50 dan por sentado que Blumberg no tendrá, en ese sector, la convocatoria que tuvo su primera vez. Muchos familiares de otras víctimas no serán de la partida, descuentan. Tampoco participará, al menos institucionalmente, la Red Solidaria que lidera Juan Carr.
En el Gobierno se estima que “habrá mucha gente”, pero quizá menos que la primera vez. Y que el corte social será mucho más patente, con una concurrencia mucho más ligada a las clases medias altas que en las anteriores ocasiones.
“Dedicate a gobernar”
La movilización recoge una sensación térmica caldeada por el secuestro de Nicolás Garnil ocurrido en San Isidro, donde también mora Blumberg. La madre de Nicolás hizo pública, vía Canal 9 y La Nación, una carta abierta de tono agresivo y contenido autoritario, de la que el propio Blumberg tomó respetuosa distancia. Pero su presencia agregó a la escena otra protagonista indignada, cuyo discurso es repetido incansable y acríticamente por variados medios. El rebrote del tema en los medios sorprende al gobierno nacional en otra de sus clásicas contiendas con el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Felipe Solá.
La relación entre Kirchner y Solá ha sido zigzagueante pero pareció haber encontrado un equilibrio con la designación de Carlos León Arslanian como responsable de la Seguridad bonaerense. En el primer nivel de la Rosada no hay reproches sino elogios a la gestión y al coraje de Arslanian. Respecto de Solá es (muy otro) cantar. “Está pendiente de Blumberg, temeroso de lo que hagan los medios y sólo piensa en salvarse él”, dice un habitante del primer piso de Balcarce 50. Lo que más preocupa al Gobierno es que Solá cuestiona –por ahora en privado– a Arslanian, a quien los pingüinos juzgan irreemplazable. “Lo mueven los celos –dice el funcionario ya citado– está pendiente de si Arslanian lo cita cuando dialoga con los periodistas. Puso a Rivara que era su amigo y fracasó. No quiso ni hablar de (Marcelo) Saín. Y ahora que tiene al ‘Gordo’ (Arslanian), que es la persona más capacitada para ese cargo, no lo apoya suficientemente.”
La ansiedad del gobernador por la repercusión mediática, relatan en la Rosada, lo movió a costearse a la casa de los padres de Nicolás, ingresar por su parte posterior y obtener de la familia una segunda carta que dispensó agradecimiento y buen trato a la Bonaerense. Cuando Kirchner se enteró, tronó su furia. “Piensa en él solo, es un egoísta”, cuentan que fulminó.
Un allegado muy estrecho de Kirchner acumula cuestionamientos y anécdotas. Un par bastan como muestra.
- “A Kirchner lo saca de quicio que el gobernador se preocupe por no tener claro su futuro político en 2007. En medio de todo este lío se lo comentó al Presidente. ‘Goberná, Felipe y dejate de embromar’, le dijo Néstor, como toda respuesta.”
- “Le reclaman por la falta de seguridad en la provincia y nos pide plata a nosotros. Decidimos aumentar los sueldos y dice que le complicamos la gestión. Lanzamos un plan de obras públicas y exige privilegios. El gobernador es él, no puede ser que siempre derive los reclamos.”
Ese marco de malhumor y desconfianza connota las últimas medidas del Gobierno. La primera es promover más acciones en la provincia con participación de las fuerzas federales. La intención es la consabida saturación policial, inducir a los delincuentes a sentirse cercados, romper las redes de solidaridad o de temor en barrios y villas. Y también sacudir lo que el Gobierno percibe como modorra de la Bonaerense. Modorra registrada, y también comunicada, a Kirchner por los superiores de los uniformados federales que transitan la provincia.
Final abierto
Respetables por su dolor, emergentes como Blumberg y la madre de Nicolás suscitan identificaciones muy directas de quienes como ellos son padres o madres y temen por sus hijos. Pero puestos a pontificar sobre políticas concretas son (nada menos) que ciudadanos comunes. El poder de movilización de Blumberg, que seguramente permanece vigente, no disuelve la trama de las instituciones existentes ni suprime al claro mecanismo del voto. Es una aclaración que parece banal pero que no lo es tanto. Hace unos días, el matutino de negocios Ambito Financiero destacó que Blumberg tiene cinco millones de votos, aludiendo (resignificando) las firmas que acompañan el petitorio de la Cruzada por Axel. Esa intención de reemplazar los votos (que se emiten en circunstancias solemnes, tras meses de debates públicos y reflexión ciudadana) por instancias plebiscitarias connotadas por la emoción y la imprecisión remiten como una flecha a Venezuela. En los pagos de Hugo Chávez, una derecha sin líderes se empaca en polarizar la sociedad mientras inventa rebusques para encontrar en las calles lo que perdió en las urnas. Con las diferencias del caso, la situación de Argentina tiene sus aires de familia con la venezolana.
Claro que por ahora, el establishment empresario no grita, como en Venezuela. “Los empresarios no están furiosos, les está yendo más que bien. Pero rezongan, tienen algunos reparos, desconfianza. Les preocupa la inseguridad, los secuestros, el tipo que se enterró en la Plaza de Mayo como expresión de protesta, los piqueteros.” El ministro que habla con Página/12 estuvo en el coloquio de IDEA y explica el malestar empresario que no alude a su víscera más sencilla, el bolsillo, sino a su visión del mundo. Página/12 repara en que el conjunto de preocupaciones engloba elementos heterogéneos que van desde la protesta aislada hasta el delito. “En su mentalidad tienen algo en común –explica el ministro– todo es, para ellos falta de control.” La derecha económica pide control. Y los argentinos saben qué quiere decir “control” en labios de una derecha de improbables pergaminos democráticos. La derecha política no encuentra representantes a la altura de sus ambiciones. La derecha sociológica quiere “ganarle la calle” a los piqueteros. El jueves habrá movilización a Congreso. Los canales de TV abierta lo transmitirán en directo, en cadena, aboliendo cualquier alternativa. A su modo, el éxito de la convocatoria está asegurado.
Esta historia continuará.

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