EL PAíS › REACCIONES ENCONTRADAS DE IMPUTADOS Y VICTIMAS ANTE EL FALLO

El alivio de unos y la desazón de otros

La lectura de la sentencia por el atentado contra la AMIA provocó la alegría de los presos, que en su mayoría quedarán libres, el repudio de los familiares y los reproches hacia la dirigencia comunitaria.

Por A. M. y R. K.

Podría haber sido la crónica de una sentencia anunciada. Pero no lo fue. Las reacciones de los familiares y los abogados de acusados y acusadores fueron subiendo de tono a medida que el Tribunal Oral Federal 3 leía el fallo. Los policías bonaerenses respiraron aliviados, mientras sus familiares lloraban y se abrazaban, cuando se supo que caía la causa Brigadas que los llevó al banquillo. Pero la desazón estalló enseguida con la segunda disposición, cuando el juez Miguel Pons dijo que quedaba absuelto el principal imputado, el reducidor de autos Carlos Telleldín. Laura Ginsberg se tomó la cabeza y junto a otros familiares se retiró de la audiencia. Con el fin de la lectura terminó el juicio oral por el ataque contra la AMIA y comenzaron a elevarse las voces. “¡Las va a pagar, por estos diez años!”, le gritaron a la abogada de la DAIA Marta Nercellas los ex imputados. “Ustedes son los culpables de esto, háganse cargo”, le dijeron a la dirigencia comunitaria los representantes de Memoria Activa.
Diana Malamud, una de las fundadoras de esa agrupación de familiares de las víctimas, iba sintiendo escalofríos con cada uno de los nombres de los 22 acusados que iban quedando libres de culpa y cargo. “Fue terrible, había mucho nerviosismo, íbamos viendo cómo festejaban... fue escalofriante porque uno no termina de saber si son culpables o inocentes”, describió Malamud a Página/12. Junto a ella apenas había una docena de familiares, entre ellos el papá de Ricardo Said. Oficialmente en la AMIA murieron 85 personas pero la mayoría de sus familiares no tuvieron participación en este juicio, ni integran agrupación alguna. “Volvimos a fojas cero gracias a Corach, Menem, Galeano, los fiscales, Beraja, Nercellas, y en 10 años no hay nada. La dirigencia comunitaria debería renunciar mañana”, enfatizó Malamud al destacar la complicidad de ese sector con la investigación viciada que terminó con este resultado judicial.
“Estoy estupefacta, porque lo primero que resolvieron es la nulidad del acta que ordenó la investigación a los policías, en 1995. Si es así, no entiendo cómo los mantuvieron presos estos años y es incomprensible el tiempo que nos hicieron perder”, se quejó Nercellas al salir de la acalorada audiencia. En ese momento, los querellantes se mezclaron con los absueltos, y los familiares de los ex acusados con los parientes de las víctimas. “Me siento agradecido con el tribunal pero esa mujer no puede hablar, los tenemos denunciados por hacernos una cámara oculta violando el debido proceso y en complicidad con el juez Galeano”, gritó el policía Bautista Huici al pasar junto a la letrada. Nercellas también estuvo en la mira del tribunal que le pidió al Colegio Público que analice su desempeño, junto al de otros dos abogados.
Laura Ginsberg, de la Agrupación por el Esclarecimiento de la Masacre Impune de la AMIA (Apemia), estaba en la sala de prensa cuando escuchó que absolvían a Telleldín. “Es sorprendente, anularon lo que se vincula con él y así exculpan a la SIDE, pero no fueron capaces de anular el juicio mismo y entonces se salvaron ellos y los secretos de Estado”, declaró a Página/12 antes de abandonar los tribunales de Retiro y anunciar en la vereda el acto de repudio previsto para hoy (ver recuadro). “Este era el juicio histórico, nada podemos esperar de lo próximo, mientras liberan a estos asesinos encarcelan a los luchadores sociales y encima la causa le cae a Galeano, así se preserva el aparato judicial”, afirmó Ginsberg en alusión a los detenidos por los incidentes frente a Economía.
Mientras el abogado de Telleldín, Víctor Stinfale, festejaba “la absolución clara, por falta de participación en el atentado”, el letrado de Memoria Activa, Pablo Jacoby, aseguró que “el tribunal destruyó la historia oficial y eso es saludable, pero ahora habrá que empezar de cero”. Página/12 le preguntó si esto es posible tras 10 años, a lo que Jacoby respondió que eso queda en manos de las investigaciones que abre la sentencia y la que lleva el juez Claudio Bonadío respecto de las irregularidades de la causa madre, y la causa residual. Jacoby se sumó al pedido de autocrítica que se le reclamó a la dirigencia comunitaria al expresar que “si esto no ocurre las víctimas terminan transformadas en victimarios”.
A esa altura, el hall de Comodoro Py era territorio de los absueltos, que al salir de los ascensores se abrazaban emocionados con defensores y parientes. “Hay que saber quién puso la bomba en la AMIA, pero la justicia llega tarde o temprano”, decía entre llantos Marcela de Ribelli, ya en las escalinatas del edificio. Un rato antes se había abrazado a su hija mayor, en el palco superior de la sala. La misma escena repitieron los familiares de los policías Raúl Ibarra y Jorge Rago. La tarde de nubes indecisas terminó con las últimas palabras del juez Pons, el aplauso intenso y espontáneo de los familiares de los absueltos y la bronca contenida de los familiares de las víctimas.

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