EL PAíS › OPINION

No faltar a la verdad

Por Guillermo Oliveri *

El lugar de la oposición suele brindar ventajas y beneficios al discurso político, pero también riesgos de exageración gratuita en el que pueden caer quienes se encuentran fuera del escenario activo. Un verdadero salvavidas de plomo. Una cosa es ser opositor, otra muy distinta es aventar dramatismo y ensayar la construcción de imágenes mediáticas para calificar la gestión del actual jefe de Gobierno porteño Aníbal Ibarra. Ni muy muy, ni tan tan. Porque si bien la conducción aliancista se hace pasible de críticas por diversas razones, adjudicarle la calificación de “gobierno de facto” es faltar, por lo menos, a la verdad y a un objetivo análisis de la realidad.
Cualquier sector político-partidario debería hoy analizar con crudeza la verdadera situación económico-financiera de la ciudad de Buenos Aires a la luz de la debacle generada a nivel naciona,l debiendo compartir responsabilidades por los desaciertos y la imprevisión.
También Ibarra debe reducir drásticamente el gasto público, como lo están haciendo obligadamente todas las provincias, o en el mejor de los casos reasignar adecuadamente los recursos del distrito para optimizar la educación, la salud, la ayuda social y el derruido paisaje urbano. Desde la oposición puede exigírsele esto y mucho más a Ibarra, pero nunca acusarlo de ser un gobierno de facto “por fuera de la ley”, denominación que excede los límites de la razonable convivencia política salvo que se quiera, con ello, generar una imagen mediática de impacto, o una “publicidad engañosa”. La ciudad de Buenos Aires tiene urgencias y gravedades superiores a las simples preocupaciones de un político con ambiciones. Está al borde del default y todas las fuerzas políticas deben coadyuvar para evitarlo, uniendo sus inteligencias y eligiendo el camino menos malo para evitarle más sinsabores a los ajetreados habitantes porteños.
Algunos opositores debieran tomar en consideración la manipulación mediática organizada para instalar el golpe militar en Venezuela, una muestra de exageraciones y distorsiones sistematizadas, derrumbada como un castillo de naipes en menos de 24 horas.
* Diputado porteño.

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