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La nueva discusión sobre la conflictividad gremial

El Gobierno se preocupa sobre la modalidad de conflicto gremial que no domina ni la CGT ni la más combativa CTA. Las comisiones internas de los gremios criticaron a las centrales sindicales.

 Por Laura Vales

¿Hay una escalada de conflictos sindicales? ¿Se mantiene igual su número, pero se expresan con mayor virulencia? ¿Son medidas impulsadas por intereses solapados? Ayer, cada uno de estos planteos tuvo un lugar en el debate abierto por los reclamos gremiales. Mientras voceros del Gobierno ratificaron que las instrucciones del presidente Kirchner al Ministerio de Trabajo son mantener una posición de “firmeza” frente a las protestas, a las que atribuyeron “intenciones políticas”, los dirigentes de la CTA y la CGT ofrecieron lecturas disímiles sobre la razón de las protestas. Y los trabajadores en conflicto, en un gesto que dice mucho sobre el carácter de los reclamos en marcha, criticaron a las dos centrales obreras.
Kirchner se reunió a la mañana con el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, para analizar la situación abierta por los reclamos gremiales. Fuentes de la Casa Rosada dijeron que la preocupación estuvo centrada en el hospital Garrahan (ver aparte). El plan de lucha de los trabajadores de Lafsa y el paro en los subtes del martes en solidaridad con los aeronáuticos son los otros conflictos recientes. A la lista se podría agregar la huelga de los maestros de Salta, que se mantuvo durante siete semanas.
En todos los casos se trata de protestas que han rebasado las dirigencias de sus sindicatos. Si bien el personal del Garrahan, los aeronáuticos y docentes pertenecen a gremios de la CTA y los trabajadores del subte a sindicatos de la CGT, en cada caso los trabajadores rechazaron sus estructuras para organizarse con asambleas y manejarse con delegados propios.
Ayer, la irrupción de estos reclamos fue descalificada por la CGT. Susana Rueda, cosecretaria de la central obrera, puso en duda que la protesta del Garrahan, así como la de los aeronáuticos, “esté respondiendo al verdadero interés de los trabajadores”.
“Si las empresas están dispuestas a la negociación pero (los delegados) no negocian y solamente se protesta, hay algo extraño”, opinó. Abonó así las críticas que el Gobierno hizo el martes pasado a través del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, quien habló de “reclamos que en muchos casos tienen contenidos políticos, partidarios o interesados”.
Por el contrario, el titular de la CTA, Víctor De Gennaro, sostuvo que lo que ocurre es una “respuesta sindical a la concentración de la riqueza en pocas manos”. En el mismo sentido habló el economista Claudio Lozano, para quien es “lógico” que haya conflictividad “cuando los salarios están un 15 por ciento por debajo del 2001”.
“Llevamos dos años de crecimiento de la actividad económica y, sin embargo, la pauta de reparto de los beneficios de ese crecimiento reconoce una profunda desigualdad. Tenemos seis millones de personas en situación de indigencia, y 16 millones en situación de pobreza”, dijo el economista. Finalmente el abogado de la CGT Héctor Recalde trató de minimizar las cosas. “No hay un aumento excesivo de la conflictividad”, dijo. “En el país existen más de un millón y medio de empresas y estos conflictos se están dando en dos o tres establecimientos.”
¿Cómo ven la situación sus protagonistas? Para Carlos Platkowski, delegado de Lafsa, existe “sin dudas” mayor conflictividad, y la hay “porque tenemos un problema salarial. En la Argentina los sueldos están por debajo de la línea de pobreza, eso es lo que sostienen los reclamos”.
Platkowski señaló que, si bien el uso de las asambleas y el rechazo a las dirigencias tradicionales no son una novedad, sí lo ha sido que “distintas comisiones gremiales” hayan conseguido “establecer cierto grado de coordinación”, como el que se vio el martes, cuando la represión en el aeroparque tuvo como respuesta “el paro en el subte, un corte del MTD Aníbal Verón en el Puente Pueyrredón, una marcha al Ministerio de Justicia y, en el sur, dos actos que los trabajadores de Zanon hicieron en el aeropuerto de Neuquén”.También para Beto Pianelli, del cuerpo de delegados del subte, haber recuperado la práctica de esa solidaridad es el dato más significativo. “Hay quienes nos han hecho notar que los nuevos conflictos gremiales están protagonizados por jóvenes sin experiencia gremial. Es cierto. La contracara del fenómeno es que tampoco tienen el peso de la derrota de los últimos 15 años.”
Pianelli lo ilustra con un episodio reciente: “Nosotros ya conseguimos que el trabajo en el subte se considere insalubre y ahora estamos debatiendo cómo resolver el problema de la jubilación. En la última asamblea planteamos que tenemos que recuperar el 82 por ciento móvil. ‘¿Por qué el 82 y no el 100?’, preguntó uno de los compañeros. Eso es lo que pasa al no tener viejas estructuras. Se hacen cosas y se piden cosas que para la ortodoxia parecen descabelladas”.

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La asamblea del Garrahan decidió suspender el paro.
 
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