EL PAíS

El informante que no está

Por M. Z.

La vida de Luis Jorge Capurro cambió dramáticamente desde el mismo día en que decidió arrepentirse y convertirse en informante de las maniobras que él mismo había protagonizado como ejecutivo de Loma Negra. El 15 de marzo de 2000 el autor de esta nota recibió una carta de Capurro que comenzaba diciendo: “Luego de tu artículo ‘¿Por qué Amalita puede ir presa?’ en la revista Veintidós, ocurrieron algunos incidentes y fue amenazada de muerte telefónicamente mi familia. En otra oportunidad me esperaba un Mégane gris en la vereda de enfrente a mi domicilio, y al salir e intentar cruzar la calle para efectuar una compra el automóvil arrancó de imprevisto y trató de embestirme. Estos hechos intimidatorios que ocurrieron fueron determinantes para que me tomara unas largas vacaciones obligadas sin dejar ninguna pista de los lugares en que me encontraba, siendo éste el motivo fundamental por el cual no te contacté nuevamente”.
Desde entonces resultó imposible volver a contactarlo, pese a conocer su domicilio, su teléfono y su celular.
Quizás esté viviendo escondido pero seguro en algún lugar del mundo.

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