EL PAíS › OPINION

La construcción del Lejano Sur

FEDERICO SCHUSTER*.
Expresión de desencanto

Es un acontecimiento grave que, de algún modo, va a marcar las situaciones de conflicto social y laboral en lo que viene. Es raro que una cosa así suceda en una ciudad chica, donde los lazos sociales suelen poner un límite a este tipo de enfrentamientos. Desde el punto de vista social, es la expresión de un desencanto arraigado que viene desde hace tiempo. También se puede ver en Haedo: el modelo neoliberal ha dejado heridas en las personas que generan hartazgo, desencanto, violencia. La sensación de falta de respuestas surge rápidamente. Visto lo que sucedió en la Argentina, éste es un país mucho más pacífico de lo que podría haber sido. Los niveles podrían haber sido muchos más altos. Estas situaciones no se han dado muchas veces, sino que en la mayoría de los casos los manifestantes han sido víctimas de la violencia de la represión. Por otra parte, en la medida en que vuelve el sindicalismo, va a estar cruzado por la lucha piquetera de los últimos años. La experiencia de los cortes de ruta y las formas de organización novedosas (asambleísticas, de base) que caracterizan al movimiento piquetero van a influir. Una vez que ingresan nuevamente al mundo laboral, esa experiencia se introduce en el sindicalismo. Se trata de movimientos de base con otra experiencia de lucha, que van a desafiar las tradiciones del sindicalismo argentino, que tienen que ver más bien con la negociación. Existe cierta distancia entre la dirigencia y las bases, por lo que se genera un cuestionamiento de los nuevos sindicalistas. No creo que el sindicalismo cambie en un tiempo breve, pero sí va a haber conflictos.

* Decano de la Facultad de Ciencias Sociales



NICOLAS CASULLO*.
La violencia cotidiana

En el caso de esta problemática que se da en Santa Cruz se vuelve a poner de manifiesto la naturalización de la violencia, que se escribe con el lenguaje supremo de lo mediático visual. Todos los días acontece violencia, más allá de la justicia de la situación. Hay una suerte de interiorización en el argentino casi patológica de esta violencia, se llame protesta en Santa Cruz, jóvenes correntinos que se pelean en Brasil, cortes de puentes a Uruguay o padres de Cromañón. Estamos viviendo en una suerte de borde. En este caso de Santa Cruz se manifiesta con heridos, palos y balazos que no se sabe de dónde vienen. Al cuadro se agrega la violencia verbal que muestran los dirigentes políticos. Existe un trasfondo propicio como, por ejemplo, un conflicto petrolero que forma parte del pasado de una Argentina que entró en liquidación. Hay huelga de trabajadores, cortes de ruta, izquierda radicalizada, todo aquello que nos lleva a una escena acostumbrada: los símbolos se superponen a los símbolos y forman una especie de napa hasta llegar a la imagen conocida. El conflicto de Santa Cruz va a pasar, pero va a dejar esta impronta de violencia con la que nos acostumbramos a relacionarnos. Hay una suerte de no representatividad en aquellos que no contienen violencia y recién adquieren representación cuando se violentan las circunstancias. La nuestra se está convirtiendo en una democracia áspera, donde todos los sectores actúan como si no existiese un mundo democrático que invitase a otras formas. Eso ya entró en nuestra cotidianidad y no nos asombra que, por ejemplo, un automovilista mate con el auto a una familia entera y siga de largo.

* Ensayista. Docente de Comunicación Social.

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