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El proyecto del Gobierno para las Fuerzas Armadas

El presidente Néstor Kirchner cree que la situación entre los militares es más grave de lo que parece. En el Ministerio de Defensa se preparan para recorrer el interior, racionalizar el presupuesto y reglamentar la Ley de Defensa.

 Por Martín Piqué

La confesión tuvo el tono de un diagnóstico y se escuchó en el despacho presidencial, en el primer piso de la Casa Rosada. “Lo que pasó en el acto de la Plaza San Martín es más grave de lo que parece.” La frase partió de Néstor Kirchner, y fue el preludio de un monólogo de 40 minutos. Quienes escucharon el panorama fueron pasando del asombro a cierta inquietud. Eran la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto; el subsecretario de Tierras, Luis D’Elía; el ministro de Planificación, Julio De Vido; el secretario de Derechos Humanos, Eduardo Luis Duhalde, y su par bonaerense, Edgardo Binstock. Fue el martes a la tarde. Tras la reunión, los visitantes se fueron con la certeza de que el jefe de Estado estaba muy preocupado por la situación militar. “Tenemos que profundizar la política de

derechos humanos”, concluyó Kirchner en su monólogo. ¿Qué es lo que piensa hacer el Gobierno en este tema? “Vamos a recorrer el interior con el equipo (del Ministerio de Defensa), racionalizar el presupuesto y sacar la nueva Ley de Defensa”, anticiparon a Página/12 en el Edificio Libertador, sede de la cartera que encabeza Nilda Garré.

La reunión del martes en la oficina del Presidente derivó rápidamente en una charla sobre las Fuerzas Armadas. El tema estaba cantado. Las tapas de los diarios del día reproducían una expresión, calcada de un modismo televisivo impuesto por Fabián Gianola y Claudio Morgado en Televisión Registrada, que había usado Kirchner el día anterior. “No les tengo miedo”, había dicho en el acto por el Día del Ejército en el Colegio Militar. El martes, cuando los invitados se sentaron a la mesa de conferencias del despacho presidencial, no pasó mucho tiempo hasta que preguntaron por el acto con los militares. Kirchner entonces dedicó cuarenta minutos para contarles el trasfondo de la situación.

“Todavía quedan importantes resabios autoritarios. El descontento llegó a una parte de los oficiales jóvenes, los están adoctrinando militares retirados. También existen oficiales comprometidos con la democracia”, expuso el Presidente ante el silencio expectante de sus interlocutores. Alrededor de la mesa estaba también el secretario de Obras Públicas, José López, porque la reunión había sido convocada para definir los detalles de un plan de vivienda dirigido a las víctimas del terrorismo de Estado. La conclusión de Kirchner fue que no había que retroceder en la aplicación de las reformas previstas para el sector. Lo mismo explicó a Página/12 un funcionario especialista en el tema que trabaja en Defensa.

Retroceder nunca,
rendirse jamás


Subir las escaleras del Edificio Libertador no es una experiencia muy aconsejable. Entre las penumbras y la cantidad de puertas cerradas con candado, es inevitable pensar en Michel Foucault y su concepto de “institución total”. Pero lo que se ve en el inmenso edificio neoclásico de Paseo Colón es la imagen de la falta de proyecto de esa institución. La sensación que provoca el entorno coincide con el diagnóstico del funcionario civil del Ministerio de Defensa que recibe a Página/12.

–Tenemos que darles un proyecto. Ellos (por los jefes militares) lo saben. Así como están no pueden seguir más –resume el anfitrión.

La frase sintetiza lo que se propone el Gobierno con la reglamentación de la Ley de Defensa, demorada por todos los gobiernos democráticos. Las reformas fueron delineadas por Kirchner en el Colegio Militar. ¿En qué consisten los cambios?

- Una nueva Ley de Defensa. A pesar de la resistencia que genera el proyecto, el Ejecutivo va a modificar las normas que reglamentan y ponen límites al accionar de las Fuerzas Armadas. La reforma apunta a dejar bien claro en qué casos deben intervenir las tres armas. “Sólo podrán intervenir ante una agresión exterior de una fuerza militar estadual”, destaca el funcionario, subrayando las palabras militar y estadual. Eso significa que el terrorismo y el narcotráfico quedarán exceptuados de las hipótesis de conflicto que justificarían una respuesta de las Fuerzas Armadas. Esos tipos de agresiones quedarían a cargo de las fuerzas de seguridad (policías, Gendarmería y Prefectura). Sólo se autorizaría la intervención militar en el caso de que fuera atacada una unidad castrense. El eje de esta reforma se opone a la doctrina que está tratando de exportar el Comando Sur del Ejército de los Estados Unidos. Página/12 pudo saber que Kirchner quiere acelerar la aprobación de ese proyecto. “Tenemos que movernos rápido”, es la consigna que circula entre los funcionarios civiles de Defensa, aquellos a los que el Presidente considera de confianza (no son muchos, la experiencia indica que en el área abundan las filtraciones interesadas y el espionaje).

- Racionalización de los gastos. La reforma del Ejecutivo tiene un capítulo importante para el tema presupuestario. Desde el retorno de la democracia, la Defensa no ha sido una prioridad en la asignación de recursos del Estado. La situación no cambió con este Gobierno. “No podemos gastar más en los militares cuando tenemos a la mitad de la población excluida”, asegura la fuente. La mayor parte del presupuesto de las Fuerzas Armadas (más del 80 por ciento) se utiliza para pagar sueldos, retiros y seguros, y con lo que resta se financian ejercicios, entrenamiento, compra de armas. Esa parte del presupuesto militar es administrada por las propias fuerzas. Eso es lo que el Gobierno se propone cambiar. “Eso lo va a administrar el ministerio. Vamos a hacer una mejor administración. Y vamos a incrementar el pozo con dinero del PNUD (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo) y con la venta de algunas tierras que están en propiedad de las fuerzas”, anticipa el funcionario.

En el Gobierno dicen que las autoridades castrenses no se opondrán a los cambios. “Saben que así como están no pueden seguir.” Sin embargo, también admiten que el clima entre los militares no es el mejor. Cuando se les pregunta por el acto del 24 de mayo en Plaza San Martín (convocado por familiares de víctimas de las organizaciones armadas de los ’70), reconocen que esa protesta logró reunir a bastante gente a partir de una convocatoria vía mail. “Eso demuestra que hay una red bastante aceitada de contactos”, revela el funcionario de Defensa. Y la fuente, que no parece alarmada, traza un rápido pronóstico.

–Puede haber otro foco –adelanta.

–¿Un alzamiento militar? –se sorprende Página/12.

–No. Algo como lo que pasó el 24 de mayo. Gestos de protesta a los que se sumen oficiales jóvenes. Tenemos que movernos rápido.

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Imagen: Ana D’Angelo
 
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