EL PAíS › IGLESIAS RENUNCIO A LA PRESIDENCIA DE LA UCR

Hundido entre los K, L y R

Roberto Iglesias explicó que no podía congeniar las tres posturas internas del radicalismo. Anoche, el resto de la conducción debatía cómo seguir. Le pedirían que siga.

Dentro del radicalismo se lo consideraba aislado. Había intentado, en Rosario, que la UCR consiguiera un candidato propio para las elecciones de noviembre de 2007 (léase: ni apoyar a Néstor Kirchner ni lanzar a Roberto Lavagna). No lo consiguió. Ayer, víctima de esta situación, el titular del radicalismo, Roberto Iglesias, presentó su renuncia a la presidencia del Comité Nacional partidario. Su argumento evidencia el complejo momento que vive la UCR: “De insistir en estas diferencias y no alcanzar una posición en común –indicó Iglesias en el texto de su renuncia–, el partido quedará dividido en tres, situación que desde mi punto de vista resulta inaceptable”. Anoche, la secretaria general del partido, Margarita Stolbizer; los jefes de los bloques de legisladores, el diputado Fernando Chironi y el senador Ernesto Sanz, y quien quedó como virtual nuevo jefe partidario, el chaqueño Mario Jaraz, entre otros, se reunieron en la sede de Alsina al 1700. Allí decidieron convocar a la mesa directiva el martes próximo para decidir si aceptan la renuncia y, según afirmaron los voceros radicales, “intentar convencerlo para que se quede”.

“Queda manifiesto que existen hoy claramente definidas tres posturas en la Unión Cívica Radical, quienes pretenden ir con el presidente Kirchner, posición debatida y rechazada en la Convención de Rosario; aquellos que avanzan en la alianza con Lavagna y el sector del justicialismo que lo acompaña; y la tercera, y seguramente la correcta, que es la de plantear una alternativa netamente radical, para luego acordar o no con otras fuerzas políticas.” Con este panorama esbozado en su carta de renuncia, Iglesias, según confió Jaraz –quien asumiría la titularidad del Comité por ser el vicepresidente primero–, “dio un paso al costado”.

Según explicó este dirigente, el mendocino sentía que “entorpecía” las negociaciones que se estaban realizando con el ex ministro Lavagna, por su negativa a integrar un frente con el economista y el grupo “El General”. Jaraz aseguró que la decisión de Iglesias no fue abrupta: es el resultado de “una serie de sucesos” ocurridos “en los últimos 30 días”, entre ellos los contrapuntos mediáticos con el ministro de Economía.

“En forma inmediata me aboqué a la función confiada, iniciando conversaciones con diferentes dirigentes políticos, incluido Roberto Lavagna y la propuesta que él encabeza”, relató Iglesias en su carta, y admitió que “el desarrollo del diálogo con otras fuerzas políticas se encuentra inconcluso, no así en relación a Lavagna, con quien las conversaciones fueron más extensas, habiendo arribado –personalmente– a importantes conclusiones”. El mendocino indicó que tuvo reparos en concretar un acuerdo con Lavagna y que comunicó a la Mesa del Comité Nacional la inconveniencia de establecer una alianza con el ex ministro. “Esto, obviamente, no ha sido compartido por algunos dirigentes partidarios (los alfonsinistas), quienes decidieron proseguir con las conversaciones en forma paralela, hecho que implica una definida decisión y dirección, y que a mi entender resulta inaceptable”, concluyó.

Al conocer la noticia de la renuncia, el diputado nacional Alfredo Cornejo, operador del gobernador K de Mendoza y archienemigo de Iglesias, Julio Cobos, aseguró que “no ha sido feliz su presidencia al frente del Comité Nacional, si hasta amenazó con echar dirigentes”. Según explicó a Página/12, “los problemas de la UCR no se solucionan con más disciplinamiento, sino con una discusión abierta y programática”.

Enfrentado con el alfonsinismo por un lado y con los gobernadores e intendentes radicales K por el otro, Iglesias buscó hacer pie junto a Stolbizer: se afirmó en esa posición cuando estuvo de acuerdo en intervenir el distrito partidario de Mendoza, gobernado por Cobos.

Fuentes partidarias comentaron que “las diferentes estrategias electorales del partido terminaron devorando la gestión de Iglesias” y coincidieron con una afirmación de Stolbizer: “La UCR se enfrenta al peligro de la disolución”.

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El mendocino Roberto Iglesias quería que el radicalismo apoyara a su propio candidato.
 
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