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La derecha sin tiempo y sin ni siquiera principios de acuerdos

Como buscando cubrir el espacio que dejó vacante Cavallo, la centroderecha no logra articular una opción concreta a nivel nacional.

 Por José Natanson

No les sobra el tiempo, ni tampoco los votos. Sin embargo, la centroderecha no logra ponerse de acuerdo para articular una opción concreta a nivel nacional. El jueves, dos de los referentes más importantes –Ricardo López Murphy y Patricia Bullrich– se reunieron a conversar, pero no lograron avanzar en coincidencias concretas: la ex funcionaria le había propuesto fusionar sus fuerzas políticas y pelear una interna abierta, pero el economista rechazó la oferta. El resto de las figuras –Mauricio Macri, el frente de partidos provinciales que lidera Alberto Natale– se encuentra en una situación similar: cada uno concentrado en su candidatura y muy lejos de construir una fuerza que permita ocupar el espacio que dejó vacante Domingo Cavallo.
Dos meses atrás, López Murphy se desafilió al radicalismo para construir su propio partido, buscando arrastrar sectores importantes de la UCR. Hasta el momento, sin embargo, no ha logrado más apoyo que el de algunos vetustos dirigentes balbinistas. También aspiraba a conseguir el respaldo de las fuerzas provinciales, aunque sólo han prosperado los contactos con el Partido Demócrata mendocino.
Sin apoyos fuertes, López Murphy parece cada vez más encerrado en lo que siempre fue: un economista de derecha que representa como nadie los intereses del establishment. Esta semana viajó a los Estados Unidos para participar del Bureau of Economic Research, una reunión académica en la que compartió el panel con los funcionarios del Fondo Anoop Singh y Anne Krueger, el profesor del MIT, Rudiger Dornsbusch, el mismo que reclamó una intervención internacional en el manejo de la economía argentina, y otros economistas como Alan Meltzer y Tomas Raichmann.
Bullrich está un poco más adelantada. Se lanzó de lleno a la construcción de su partido, Unión por Todos, apenas renunció al Gobierno de la Alianza. Más política que López Murphy, la ex funcionaria es consciente de la necesidad de articular sus figuras en un sólo espacio. Por eso, dos semanas atrás le propuso en forma reservada fusionar sus dos agrupaciones en una sola fuerza política.
La idea consistía en aprovechar la nueva ley electoral y presentarse en las internas abiertas, de modo de instalar las candidaturas y consolidar el nuevo espacio. Sin embargo, López Murphy se negó terminantemente. “Yo soy el referente natural de este espacio”, respondió.
El jueves, los dos volvieron a reunirse en las oficinas de la ex funcionaria delarruista. No llegaron a ningún resultado, y Bullrich salió del encuentro convencida de que López Murphy terminará declinando su candidatura presidencial. “El no quiere ser Presidente sino el sucesor de Cavallo”, deslizó la ex ministra a sus íntimos.
Algo similar ocurrió con los partidos provinciales, una docena de fuerzas más o menos conservadoras provenientes de diferentes distritos reunidas en el Movimiento Federal Argentino, que lideran el demoprogresista santafesino Alberto Natale y el gobernador de Neuquén, Jorge Sobisch. Primero intentaron acercarse a López Murphy, pero tomaron distancia por las dudas del economista en torno a la decisión de avanzar en un acuerdo. El miércoles, Sobisch se entrevistó con Bullrich, con la que sí encontró coincidencias, y después conversó con Macri.
El presidente de Boca era una de las promesas de la nueva derecha. Después de meditarlo mucho, Macri decidió jugar por la jefatura de Gobierno porteño por fuera del PJ. Tanto López Murphy como Bullrich buscarían incorporarlo a sus partidos, aunque Macri aún no ha descartado la posibilidad de acompañar, desde afuera, la candidatura presidencial del peronismo.
Dispersos y enfrentados, los representantes de la centroderecha tienen además el tiempo en contra. López Murphy está lejos de lograr que Recrear Argentina quede formalmente instalada en cinco distritos, el mínimo necesario para lanzar una candidatura presidencial. Bullrich, que no secansa de viajar al interior para recolectar apoyos, se encuentra un poco más avanzada. Autoconfinado a la Capital, Macri tiene menos problemas.
En cualquier caso, son fuerzas insignificantes para pelear una elección nacional contra la gigantesca estructura del PJ, el decrépito, pero aún en pie aparato radical y la estrella ascendente de Elisa Carrió. Conscientes de esta realidad, tanto López Murphy como Bullrich han mantenido contactos con los hombres de Domingo Cavallo. Aunque saben que su figura no vale nada desde el punto de vista electoral, el ex ministro maneja Acción por la República, lo más parecido a una estructura nacional.
Cavallo aterrizó esta semana en Buenos Aires luego de quince días en los Estados Unidos. Todavía no tomó una decisión, pero sus íntimos aseguran que no dejará a sus pocos seguidores librados a su voluntad. “Si no marcamos un rumbo claro, cada uno se va ir con el que le ofrezca más, y esto desaparece en quince minutos”, explican cerca de Cavallo.
Más allá de las estructuras, el proyecto de la centroderecha aún está en veremos. Y no es tan raro. La historia argentina moderna no registra una fuerza de derecha electoralmente potente y durable. Hasta la llegada al poder de Carlos Menem, los intereses económicos de la derecha se expresaban básicamente a través de los gobiernos militares. Más tarde, sólo Alvaro Alsogaray y Domingo Cavallo lograron algún avance, aunque sus partidos se extinguieron en simultáneo con el eclipse de sus figuras. Hoy, un puñado de dirigentes más o menos reconocidas buscan ocupar aquel lugar, pero aún están lejos de unirse en un espacio común.

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