EL PAíS

“Hubo un interés político”

La ministra de Desarrollo Social bregó por el diálogo entre las partes para resolver el conflicto gremial y pidió que las diferencias políticas se diriman en las urnas.

 Por Diego Schurman

A las 9 de la noche, varias horas después del escrache sufrido a la salida de una parrilla, Alicia Kirchner sigue angustiada. Desde el otro lado del teléfono, las palabras de la ministra de Desarrollo Social por momentos se apagan, y hasta se resquebrajan. “Hay que dialogar, no podemos dejar que Río Gallegos sea una ciudad tomada por la violencia”, conjetura ante Página/12.

–¿Cómo fue la agresión?

–El día estaba divino. Salí de mi casa, caminando, con mis hijas, con mi yerno y con Juan Carlos Molina, un cura amigo que tengo. Habíamos decidido ir a comer. Yo me voy siempre a Díaz, un restaurante que ya no se llama así (se llama Roco) pero alguna vez fue de Díaz y todos lo llamamos así. Ir a comer allí es como una suerte de hábito, como pasa en todo pueblo, viste. Voy todos los sábados.

–Más allá del día divino, ¿no percibió un mal clima entre la gente?

–Para nada. A lo largo de las cuatro o cinco cuadras que caminé la gente se me acercaba a saludar. Yo ahí no había visto a nadie, a ninguna patota. No sé quién avisó que yo estaba ahí, pero al rato empezaron a venir. Fue como una suerte de escrache. ¡Un escrache!

–¿Nunca le había pasado?

–Nunca. A los que me ofrecieron ayuda, yo les dije: “Déjenlo todo así, no quiero a nadie”. Porque ahí querían que venga la policía pero yo no quería nada. No me molestaba que esté la gente ahí afuera. Si tienen bronca que se la saquen, a su manera, pero que se saquen la bronca. A mí no me asustan las movilizaciones, ni los escraches porque, bien o mal, es una manera de expresarse.

–Y después...

–... después entraron. Entró Dino Zafrani, un abogado del fuero local, que no sé abogado de quién es. Vino con uno de los señores que tenía una herida de bala de goma (Juan Carlos Ibáñez), que empezó a decir un montón de cosas. Yo me dije para dentro que no iba a contestar porque iba a ser peor. ¿Me explico? Me quedé en el molde.

–Le pidió explicaciones por la represión ocurrida en la provincia...

–... me hablaba de cosas que yo no vi. Entonces lo mejor que podía hacer era quedarme en el molde y escucharlo. Después vino una docente, jovencita, a decirme que querían el diálogo y que le decían que no hay diálogo. Pero el diálogo es ponerse de acuerdo, no imponerse. Y yo sí vi ayer cómo el gobernador llamaba al diálogo con todo el mundo. Esa chica me dio un beso y se fue. A esa altura creía que se empezaba a calmar todo.

–¿Por qué?

–Porque después se acerca una docente de San Julián y me dice: “¿Por qué no viene a dialogar con los compañeros?”. Y yo le dije que con todos a la vez no, que no se podía dialogar con 40 compañeros, con bombos y enojados. Entonces le dije que elija cuatro y que yo me comprometía a tener un diálogo. Me dio el teléfono y de golpe, cuando yo iba a salir, se armó un despelote bárbaro. Hasta los mozos, que me conocen, salieron a ayudarme.

–¿Y no hubiese sido mejor, ante la tensión que se vivía, evitar el encuentro?

–Mire, hasta el padre Juan Carlos quería que saliera por atrás. Incluso la periodista del diario La Nación, que percibía la situación, me dijo: “¿Usted por dónde sale?”. “Por la puerta, por donde entré”, le dije. Y esto que quede claro para todos, como dije en la conferencia de prensa, siempre salí por la puerta de adelante. Nunca por la de costado o por la de atrás. Y más, en mi ciudad... ésa es también mi ciudad... viste. Me tiraron harina, huevazos, me tiraron del pelo y golpearon.

–¿Pero unos minutos antes no había quedado en dialogar con la gente?

–Quedamos en armar una comisión para hablarlo con el gobernador. Pero lo que recibí fueron agresiones nomás.

–Si le pidieron una reunión uno puede suponer que el diálogo era inexistente, o que no hay interlocución con la conducción gremial, o que la misma está desbordada...

–Tendría que haber interlocución. Pero realmente Río Gallegos es una ciudad tomada por la violencia.

–¿La que estaba afuera era la misma gente que había entrado al restaurante?

–Algunos los reconozco. Reconocí a abogados del fuero local, también a Pérez Gallard, hijo de un gran amigo que falleció... no entiendo... realmente no entiendo (hace un silencio, se le quiebra la voz).

–¿Ve detrás de los últimos episodios, incluso de este en el cual usted fue la víctima, una mano política?

–Y... qué le parece... pero saquen las conclusiones ustedes, los periodistas... nosotros necesitamos calma... mucha calma

–¿La llamó su hermano, el presidente Kirchner?

–Por supuesto, estaba repreocupado, ¿viste? Pero quería ver cómo estaba, nada más.

–¿La llamó el intendente de Río Gallegos, el radical Héctor Roquel, los gremios docentes, o algún otro dirigente de la oposición?

–No me llamó nadie de la oposición. Sí me llamó una dirigente del gremio ATE repudiando la agresión, y es una dirigente que está discutiendo con el gobierno provincial.

–Usted sabe que no es una figura más en Gallegos. Se la menciona como la posible candidata a gobernadora por el oficialismo.

–No voy a hablar de candidaturas... no es momento... hay tantas especulaciones. Yo creo, como es la provincia del Presidente, que hay un grupo que quiere aprovecharse de la situación, más allá de la discusión que sí hay que discutir. Pero la violencia... por favor. Nosotros no somos un pueblo violento. Y yo voy a recorrer las calles de mi provincia como recorro las calles de todo el país.

–Pero sabe que el clima de Santa Cruz hoy es otro.

–A mí me contaban los compañeros que los escrachaban, que les golpeaban los autos. Y yo, la verdad, les decía: “Chicos, capaz que ustedes no les dan la mano para el diálogo”. Vio cuando uno no cree... Estos meses para mí han sido agitadísimos. Eso para mí es para otro análisis. Háganlo ustedes. Yo lo que le digo es que estamos haciendo transformaciones sociales, pero creo que deben hacerse desde una construcción colectiva, y no desde la violencia.

–Supongo que es el pensamiento mayoritario. Pocos dirían lo contrario.

–Yo lo sé. Mire, yo no quería que nadie, que por ahí para defenderme, quiera pelearse. Hasta un periodista, que hace fotos para un medio que no está muy de acuerdo con nosotros, me ayudó. Ni digo el nombre porque lo van a echar. Pero lo agradezco porque puso su cuerpo para ayudarme.

–¿Relaciona esto con la agresión que, según el Gobierno, sufrió su madre?

–No sé. Yo creo que acá se está armando otra cosa. Creo que es político. Pero la política no se resuelve con violencia. Se resuelve en las urnas. Si no nos quieren, que no nos voten. Pero yo sé que la gente nos quiere. Peralta apenas asumió llamó a la concordia. Esto es otra cosa, acá hay algo raro.

–Su hermano y otros miembros del gabinete vienen responsabilizando de los sucesos a Roquel.

–No quiero echar más leña al fuego. No, no, no. Basta de violencia. Dialoguemos.

–¿No cree que algunas declaraciones del presidente y funcionarios pudieron generar esa violencia que usted repudia?

–No, no creo, realmente.

–¿Cuál es su opinión sobre el obispo de Río Gallegos, Juan Carlos Romanín, sobre el cual el kirchnerismo ha tenido palabras duras?

–Yo creo que entrar por ese camino es equivocarse. Mi postura siempre es más diálogo.

–¿No hubo un corte en la relación con la Iglesia?

–Nooooo. Por Dios. Qué barbaridad. No, para nada. Hay que dialogar con todos. Ustedes, como periodistas, también pueden llamar a la calma, a la no violencia. De esa manera se construye. De la otra, definitivamente no.

–Ya que es una conocedora de Río Gallegos, ¿pudo haber algún error del gobierno nacional o provincial en todas estas negociaciones?

–(Silencio.) ... El diálogo siempre es el que va a permitir construir. Eso es lo único que voy a decir.

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