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La supuesta enfermedad del chico inquieto y las pildoritas mágicas

El aumento inusitado del diagnóstico del Síndrome de Déficit de Atención es parte de la tendencia a “medicalizar” a chicos de clase media y alta, advierten los expertos. Los riesgos del metilfenidato, una droga de potencial adictivo. Las otras drogas y sus consecuencias.

 Por M. C.

Durante los noventa, el diagnóstico de chicos inquietos y desatentos con ADD y ADHD se extendió como una epidemia en sectores medios y altos del país, siguiendo la misma tendencia que en Estados Unidos, de la mano de fundaciones de padres y algunos profesionales que promovieron la difusión de esta supuesta enfermedad y su tratamiento con una pildorita mágica: el metilfenidato (MFD), cuya marca comercial más conocida es Ritalina, del laboratorio Novartis. Según un estudio a nivel nacional que realizó la Oficina de Seguridad de Drogas de la FDA (la agencia norteamericana de control de medicamentos), en Estados Unidos más del 9 por ciento de los varones de 12 años y casi el 4 por ciento de las niñas están medicados con diagnóstico de ADD/ADHD. En el país no se han realizado aún estudios epidemiológicos.

El MFD es en la actualidad el psicotrópico bajo fiscalización internacional con mayor distribución en el circuito legal. Se convirtió en una de las manufacturas más redituables para la industria farmacéutica. Los ingresos derivados del mercado de drogas para el ADD/ADHD, incluyendo al MFD y sus competidoras, alcanzan sólo en Estados Unidos valores superiores a los 3100 millones de dólares, de acuerdo con informes de la consultora IMS Health, una de las más importantes del sector.

Cada país tiene un cupo de importación de MFD acordado con la ONU. El de Argentina es de 60 kilogramos por año. El MFD sólo se vende para tratar el ADD y ADHD. En 2005, los laboratorios importaron 49,5 kilogramos de MFD, según informó a Página/12 Raquel Méndez, jefa de Psicotrópicos y Estupefacientes de la Anmat, la agencia nacional de control de medicamentos. En 2004, 40,4 kilogramos; en 2003, 23,7 kilogramos.

Cada firma debe elevar al organismo con un año de anticipación su pedido de importación de la droga. En total, según reveló la Anmat, para 2007 los siete laboratorios que la comercializan solicitaron autorización para traer al país una cantidad de MFD que supera la cuota máxima en un 38 por ciento: 82 kilogramos. El mayor importador es Novartis.

Por su potencialidad adictiva, el MFD se vende en el país con un recetario oficial que los médicos deben solicitar en el Ministerio de Salud. Las recetas se dan por triplicado y una queda archivada en la Anmat.

“No hay estudios a largo plazo del efecto que pueda producir en los niños el metilfenidato”, advierte el neuropediatra León Benasayag.

Entre 1999 y 2003, el sistema de reportes de eventos adversos (Aers) de la FDA recibió 25 casos de muerte súbita, de los cuales 19 eran menores de 18 años: ocho casos se vincularon con tratamientos con MFD (y 17 a anfetaminas) de entre 2 meses y 10 años de duración. A raíz de esta situación, en enero último la FDA pidió un cambio de prospecto de todos los medicamentos para tratar el Déficit de Atención que reflejara entre los efectos adversos “riesgos cardiovasculares y muerte súbita”. En mayo, la FDA insistió con otro cambio: pidió a los laboratorios que la sección “advertencias” de los prospectos de la medicación para ADD/ADHD se actualizara para reflejar información más específica acerca de los efectos adversos cardiovasculares y psiquiátricos y las complicaciones en el crecimiento a largo plazo. En Estados Unidos, Novartis implementó en junio las modificaciones requeridas. Consultado por Página/12, Novartis Argentina informó que en marzo el laboratorio elevó a la Anmat un pedido de cambio de prospecto para actualizar la información para los apartados “precaución y efectos adversos” del metilfenidato. Pero aún el organismo oficial no lo aprobó.

“El metilfenidato, que actúa de forma idéntica a las anfetaminas, en un primer momento y en algunos chicos puede producir una reacción paradojal que los tranquiliza durante un tiempo. Por eso se da más de una dosis por día y se realizan tratamientos de larga duración, lo que implica la posibilidad de la adicción y todos los nocivos efectos secundarios”, señaló Benasayag. En el mismo prospecto de la Ritalina se explica que “no se dispone de datos completos en relación con la seguridad y la eficacia del uso prolongado” de este fármaco.

Diferentes estudios desaconsejan el metilfenidato en caso de niños con tics porque algunos pueden agravarse, originando una forma extrema que es el Síndrome de Gilles de la Tourette y plantean que es riesgoso en chicos psicóticos, porque incrementa la sintomatología. Con el tiempo, puede derivar en retardo de crecimiento y provocar insomnio y anorexia.

“Tienen a los chicos tranquilos durante la clase, pero después hay que medicar los efectos adversos como el insomnio con un ansiolítico o un hipnótico”, observó Bisio, psiquiatra del área de Evaluación de Psicotrópicos de la Anmat.

En los últimos años aparecieron en el mercado otras opciones promocionadas por los laboratorios para el tratamiento del ADD/ADHD como la atomoxetina, un inhibidor de la recaptación de un neurotransmisor. Gador, uno de los líderes del mercado, lo comercializa con el nombre de fantasía Recit y lo vende bajo el slogan: “Hacia un aprendizaje organizado”. Para el diagnóstico del ADD/ADHD se utilizan, en algunos casos, cuestionarios que llevan el logo de este fármaco para que las maestras evalúen el comportamiento de los alumnos en el aula. Entre las preguntas (cuarenta en total) figuran: “¿Parece no escuchar cuando se le habla?, ¿es muy olvidadizo en sus actividades diarias?, ¿molesta a otros niños? ¿Interrumpe las actividades de otros o cuando otros están hablando?”.

En Estados Unidos, la FDA impuso a la atomoxetina la máxima advertencia (caja negra) porque se estudió que puede incrementar las ideas suicidas en niños y adolescentes. “Mientras su niño toma atomoxetina, vigile muy cuidadosamente su comportamiento”, se advierte en el sitio Medline Plus.

En Argentina, la venta de la atomoxetina tiene menos controles que la del metilfenidato ya que no se vende con receta oficial, sino por receta común por duplicado. Este hecho hace que también genere menos cuestionamientos en los padres. De todas formas, sus efectos adversos son importantes: puede generar aumento de la frecuencia cardíaca, pérdida de peso, pudiendo derivar también en retardo del crecimiento, síndromes gripales, efectos sobre la presión arterial, vómitos y disminución del apetito. Tampoco en este caso existen estudios sobre sus consecuencias en los niños a largo plazo. Por otra parte, ni el metilfenidato ni la atomoxetina curan los cuadros de ADD/ADHD. Y en un 30 por ciento de los casos, la estadística indica que los chicos no responden a la medicación.

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Diferentes estudios desaconsejan el metilfenidato en niños con tics porque pueden agravarse.
Imagen: Gonzalo Martínez
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