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En el Magreb

- La ley del regateo. Es difícil caminar por una zona comercial de Túnez sin que los vendedores salgan a interceptar a quienes tienen cara de turistas para ofrecerles de todo. Casi a la fuerza obligan a entrar a un comercio e informan el costo del producto. El segundo acto consiste en ofrecer una rebaja porque el afortunado turista es el primer cliente del día (en cualquier negocio y a cualquier hora siempre será el primer cliente del día). Allí empieza el juego del regateo. Finalmente se termina pactando un precio que es bastante menos que la mitad del precio pedido inicialmente. Y no sólo se circunscribe a souvenirs turísticos. Este cronista entró a un kiosco a comprar una botellita de agua mineral y un pack de pilas. Del precio original de 35 dinares, regateo mediante, terminó pagando 10 dinares (8 euros). Se fue contento, hasta que el taxista lo desilusionó: “Lo estafaron”, dijo secamente.

- Maradona, Messi y Monzón. El taxista en cuestión –Mohamed, se presentó– se entusiasmó hasta el límite de lo posible cuando supo que el pasajero era argentino: “¡Diego Armando Maradona! ¡Lionel Messi!”, exclamó. “Maradona tiene algunos problemas con el equipo nacional”, se lamentó. Pero recobró el ímpetu para recordar los dos campeonatos mundiales que ganó Argentina: “1978: Kempes —¡grande Kempes!—, Bertoni, Passarella. 1986 en México: 3 a 2 a Alemania, gol de Burruchaga. Maradona gran gol al Reino Unido y otro con la mano”. Y siguió: “Batistuta no fue campeón mundial, pero lo merecía. Gran jugador. Boca Juniórs, River Platé (así, con pronunciación “francesa”). Los veo por televisión”. Después mencionó a Carlos Monzón “que mató a su mujer” y se entristeció al recordar que el ex campeón de boxeo había fallecido en un accidente de tránsito. Pero volvió a los elogios al recordar cuando Monzón obtuvo el cinturón de campeón al vencer a Nino Benvenutti en 1970 y empezó a describir detalles técnicos de aquella pelea que el pasajero ya no alcanzó a comprender. Un verdadero fanático de Argentina.

- Mártires cartagineses. Los integrantes católicos de la delegación argentina buscaron hacerse unos minutos libres para ir hasta las ruinas de un anfiteatro de la época en que Cartago formaba parte del Imperio Romano. En ese sitio, los cristianos eran soltados para que los devoraran los leones y allí murieron en el año 203 dos mártires, Santa Perpetua y Santa Felicidad, cuyas lápidas fueron encontradas en excavaciones realizadas a comienzos del siglo XX. En abril de 1996 el papa Juan Pablo II rindió homenaje en ese lugar a las dos santas y a Cirpriano, otro santo cartaginés.

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