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Filtrado. En Facebook, los adversarios del PRO colgaron en plena veda un backstage del último spot del jefe de Gobierno, Mauricio Macri, junto a Gabriela Michetti. Allí Mauricio Macri se queja de que “Francisco con sus avisos satura”. “Lo llamé para decirle que afloje, porque estaba saturando. A éste con tal de facturarle, le meten avisos. ¿Y cómo hace con la cuenta legal? Se fue a la mierda”, admite Macri sobre los gastos de campaña, que no deben superar los 14 millones de pesos y en algunas estimaciones en la campaña de De Narváez llegaron a los 54 millones. Luego comenzó a bromear sobre la denuncia de Pino Solanas acerca de los prostíbulos en la ciudad, que Michetti no contestó en el debate por televisión. “Estamos con poco trabajo, Pino –dice Macri–. Había que darle trabajo a Constitución. Yo puse una tintorería, un prostíbulo, una tintorería, un prostíbulo.” De fondo, se escucha la risa inconfundible de Michetti, que agrega: “Para que sean limpitas”. “Porque si no, las sábanas están sucias, Pino”, se divierte Macri. “Un par de jodas así saldrían bien”, dice el jefe de Gobierno, que admite que tiene un “complejo de no modular”.

Todos con dobles. Se olvidó el documento y tuvo que volver al auto. Macri llegó a las 10 a votar al Colegio Nacional de Buenos Aires, seguido de cerca por su doble del “Gran Cuñado”. De igual manera ocurrió con Francisco de Narváez –al que lo acompañaba, además, un imitador de Michael Jackson– y con Michetti. En las tres escuelas se repitió la escena de militares y oficiales de Prefectura con barbijo. De los tres, De Narváez fue el único que, además de agradecer a los fiscales, les mandó un saludo a “las fuerzas de seguridad”. A la candidata de PRO, que votó en el salón de actos de un Mariano Moreno muy venido abajo, la aprisionaron en una nube de camarógrafos, que forcejearon incluso con los militares que portaban fusiles. La acompañaron el vicepresidente primero, Diego Santilli, y el primer candidato a legislador, Fernando de Andreis, que se mantuvieron a distancia prudencial de los empujones. También el ministro de Justicia y Seguridad porteño, Guillermo Montenegro, que lucía un look teenager: zapatillas blancas, pantalones rayados y un buzo beige. Tras escapar a la ola de periodistas, Michetti fue a misa y luego almorzó con Macri. Otros dirigentes de PRO eligieron, en cambio, entrarle a un asado en Belgrano.

Pulseras. La blanca, de los candidatos, era la más buscada. La púrpura conduce al que la porta más allá del escenario. La celeste es de producción. Los periodistas la tienen amarilla. Y los voceros, roja. Las credenciales que delimitaban los espacios rígidamente distribuidos por la organización PRO tuvieron un adelanto: también había fotos de los voceros de los principales candidatos, que constituían el círculo de los “más buscados”.

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