EL PAíS › LA PREOCUPACIóN POR LA BIOéTICA

Mandato vaticano

 Por Mariana Carbajal

En 2008, el papa Benedicto XVI declaró el Año de la Bioética y se multiplicaron los cursos y las jornadas. El Vaticano empezó a involucrarse con más preocupación con la bioética a mediados en la década del ’90. En el marco de la Pontificia Academia para la Vida fundada en 1994, con el objetivo de monitorear los avances de la biomedicina y el derecho que afecten “a la moral cristiana y al Magisterio de la Iglesia”, teólogos y miembros de la jerarquía católica elaboraron una corriente de bioética, a la que llamaron “bioética personalista ontológicamente fundada”, cuyo principal representante es el cardenal Elio Sgreccia.

Italiano, con 82 años, Sgreccia es hoy uno de los máximos referentes de la doctrina católica sobre aborto, contracepción, manipulación de embriones y eutanasia. Fundador de la Academia Pontificia por la Vida, la encabezó entre 2005 hasta 2008, cuando por cuestiones de edad, dio un paso al costado. En noviembre último recibió el premio europeo Madre Teresa de Calcuta, una especie de “Premio Nobel por la Vida”, instituido en 2008, por iniciativa del movimiento antiderechos de Italia, para distinguir a personajes que se destacan por su militancia en defensa “de los derechos a la vida de los niños no nacidos y en apoyo a la familia natural”. En 1988, Sgreccia publicó su primer Manual de bioética, una biblia para los especialistas católicos, que ha sido traducida a varios idiomas europeos y también al árabe. El año pasado, Sgreccia estuvo en el país para presentar la nueva edición en español para Latinoamérica y el Caribe. Este cardenal ha sido el promotor de la creación del Instituto de Bioética en la Facultad de Medicina y Cirugía de la Universidad Católica de Roma, y se le adjudica la constitución en todo el mundo de otros 45 centros de bioética. Sgreccia fue el primer director del programa de doctorado en Bioética de la Universidad Católica del Sacro Cuore de Roma, escuela a la que asistieron numerosos religiosos y religiosas y laicos y laicas argentinos para formarse, de acuerdo con el investigador del Conicet. También estuvo en el país en 2008 para participar de un Congreso Internacional de Bioética, que se desarrolló del 12 y 13 de junio en Santa Fe, organizado por el Instituto de Bioética de la UCA juntamente con su par de la Universidad Católica de Santa Fe. La UCA aprovechó su presencia para otorgarle un Doctorado Honoris Causa.

De acuerdo con la investigación del CEIL-Piette, hay una variada gama de bioeticistas católicos ultraconservadores entre los que se incluyen miembros del Opus Dei, de la orden de San Agustín, del movimiento apostólico de Shoenstatt y de Fasta (Federación Santo Tomás de Aquino). Aunque pueden tener diferencias y matices entre ellos, sostienen un interés fundamental: “Transmitir, perpetuar y legitimar la doctrina de la Iglesia Católica, apropiándose de un discurso científico”.

Tienen presencia también en la Academia Nacional de Medicina y en la Facultad de Medicina de la UBA, desde cuyo decanato quisieron bajarse de la organización del reciente Congreso de países del Mercosur sobre Bioética y Derechos Humanos. Derecho a la Salud, convocado por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación, junto a la cátedra libre de Derechos Humanos y BIO & SUR Asociación de Bioética y Derechos Humanos, debido a que se había incluido en el temario el aborto no punible. Tuvo que intervenir el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel, para que reconsideraran la decisión, y finalmente aceptaron continuar con la realización del Congreso.

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Una marcha de organizaciones sociales, polìticas y de mujeres en reclamo por los derechos sexuales.
Imagen: Sandra Cartasso
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