EL PAíS

Un hombre clave

 Por Horacio Verbitsky

Nacido el 14 de mayo de 1927, por más de un cuarto de siglo Tepedino fue un hombre decisivo en las estructuras de inteligencia del Ejército, responsables por los peores crímenes de la historia argentina. Entre 1975 y 1977 fue director de inteligencia interior de la SIDE, desde donde el Ejército supervisó primero y absorbió luego las estructuras y actividades de la Triple A, creada por el ex ministro José López Rega. También comenzó allí la coordinación del Plan Cóndor con las dictaduras de Chile, Brasil, Uruguay y Paraguay. En 1978 y 1979, condujo el Batallón de Inteligencia 601 del Ejército, una unidad de primera importancia en la guerra sucia, cuyo organigrama y forma de actuación están descriptos en la colección de documentos del Departamento de Estado de los Estados Unidos, desclasificados el año pasado. En 1980 y 1981 pasó a la Jefatura II, Inteligencia, del Estado Mayor del Ejército. Se retiró en 1981 pero continuó hasta la finalización de la dictadura como Director General de Seguridad Interior, en el Ministerio del Interior.
En diciembre de 1978 fue secuestrada y asesinada Elena Holmberg, prima del ex jefe del Ejército Alejandro Lanusse. Tepedino investigó el crimen y comunicó a la familia que había sido cometido por un grupo de tareas de la Armada, pero nunca puso esas conclusiones en conocimiento de la justicia. Fue procesado por encubrimiento y falso testimonio. Desde la Dirección de Seguridad Interior intervino en la destrucción de archivos ordenada por el último dictador, Benito Bignone, razón por la cual también fue procesado. Con el decreto 1002/89 Carlos Menem lo indultó en ambas causas.
Contratado como adscripto al Departamento de Informática de la Jefatura de Inteligencia del Ejército, durante la década pasada tuvo a su cargo la custodia de los archivos sobre la guerra sucia. También organizó el envío de un grupo de Inteligencia a Neuquén, para realizar una investigación paralela sobre la desaparición del último conscripto, Omar Carrasco. En 1997, el juez español Baltasar Garzón pidió su captura internacional que el gobierno rechazó. En setiembre de 2000 la jueza federal de Córdoba Cristina Garzón de Lascano lo procesó por realizar tareas ilegales de inteligencia “en claro detrimento de nuestro sistema democrático, representativo, republicano y federal”, sobre funcionarios judiciales, partidos políticos, abogados de derechos humanos, empresarios y periodistas cuando comenzaron los juicios por la verdad.
En julio de 2002 el juez federal Claudio Bonadío ordenó su detención, junto con otros 43 represores, por la desaparición de una veintena de personas que volvieron al país en 1979 y 1980 como parte de lo que la organización Montoneros llamó “Contraofensiva” y el Ejército “Operación Murciélago”. Del Batallón 601 dependían el grupo de tareas 2 y la Central de Reunión, que tuvieron a su cargo la operación. Esto fue revelado hace dos décadas a la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas por el agente de inteligencia del Servicio Penitenciario Federal Néstor Cendón, otro de los detenidos por Bonadío. Según su testimonio, el Murciélago fue concebido por el teniente coronel Jorge Luis Arias Duval, uno de los prófugos en la causa, que era entonces jefe de reunión del Batallón, dependiente de Tepedino. Tres agentes de la inteligencia militar que hablaron bajo condición de anonimato dijeron al periodista de este diario Carlos Rodríguez que Tepedino fue el principal responsable de aquel operativo que, según Cendón, procuraba “detectar el ingreso o egreso del país de miembros de la Organización Montoneros”. Una vez capturados eran sometidos a torturas y eliminados.
Además, Bonadío lo procesó por el homicidio con alevosía de Carlos Guillermo Fassano y Lucía Adela Révora de De Pedro, el 11 de octubre de 1978, durante el asalto militar a una casa en la calle Belén 335 del barrio de Floresta, de acuerdo con la información brindada por otros detenidos. Allí murió de un tiro en el abdomen el oficial de la PolicíaFederal Augusto Covino y resultaron heridos el alcaide penitenciario Juan Carlos Avena y el entonces capitán y hoy coronel del Ejército Enrique José Del Pino, lo cual robusteció la falsa idea de un enfrentamiento. Pero según declaró el gendarme Omar Torres “en ningún momento las personas que estaban adentro del domicilio contestaron los disparos”.
El episodio formó parte de la causa contra las juntas militares en 1985, pero los ex Comandantes fueron absueltos porque no se probó que hubieran ordenado ese operativo, cuyo principal objetivo fue apoderarse de un botín. Para Bonadío la operación fue dispuesta por el Batallón 601, que conducía Tepedino y tenía el propósito de apoderarse de una valija con dólares que guardaban en la casa. En la avidez por el dinero, los miembros del grupo de tareas se tirotearon entre ellos, según el testimonio de varios de sus integrantes. Fassano y Révora, que estaba embarazada a término, fueron vistos por otros detenidos en el campo clandestino de concentración El Olimpo, al que llegaron heridos, pero hasta hoy no han aparecido. También hicieron desaparecer al bebé Eduardo Enrique De Pedro, que meses después fue restituido a la familia, por mediación de la curia de Mercedes. Como jefe del Batallón 601, Tepedino “por acción u omisión, participó conscientemente en la ejecución de los hechos”, sostuvo el juez. Bonadío cita el testimonio que prestó en el juicio a las juntas militares Osvaldo Acosta, quien estaba secuestrado.
“Llegaron con un herido y lo interrogaron, sólo le preguntaban qué cantidad de dinero había en la casa. Torturado y herido, confesó que había 150.000 dólares. Eso generó una tremenda disputa entre los oficiales del Olimpo, algunos se fueron a las manos, otros exhibieron armas. Se armó un tremendo escándalo, y algunos amenazaron con denunciar a sus superiores la cosa, porque cuando hicieron el recuento no había más de 20.000 dolares”, dijo Acosta. Como Acosta era abogado, sus captores le ordenaron que instruyera un sumario “para evitar la participación de abogados provenientes de Campo de Mayo y así poder tener control sobre el trámite del sumario”. Los cuerpos de la pareja fueron quemados, pero antes uno de los subordinados de Suárez Mason y Tepedino le cortó un dedo a Fassano para quitarle un anillo.

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