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El papel de la OEA y la CIDH

En la OEA Ecuador fue bastante duro sobre el rol de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos ¿Cuál es su postura?

–El principio básico de reformar esta comisión es que no sea parcializada, que no sea una instancia de un país superior que dirige ciertas formas de conducción o análisis de los derechos humanos como forma de castigo. Es feo hablar en estos términos, pero hay países que ponen membretes a otros. Por ejemplo, si viene de Estados Unidos una queja sobre una situación de derechos humanos en cualquier parte del mundo es casi un membrete en la frente, cuando dentro de los Estados Unidos y en los países que usa Estados Unidos para ciertas cosas hay más violaciones a los derechos humanos que en todos los otros países juntos. Un caso es el tema de Guantánamo. No es posible que un territorio que no es propiedad de los Estados Unidos, que es territorio soberano de Cuba, sirva como una cárcel donde torturan con el argumento de guardar la paz y la seguridad internacionales. Luego, el organismo máximo de derechos humanos a nivel regional está en Washington. Puede ocurrir que usted, como ciudadano de un país, quiere hacer un reclamo ante la comisión y no le den la visa para ingresar. Esas cosas tienen que cambiar, tiene que ser mucho más abierto y democrático.

–¿Piensan en una reforma o un organismo paralelo?

–El esfuerzo por reformular el existente es casi nulo, porque la estructura está muy amañada y no hay forma de que surjan acuerdos ya que la OEA tiene como socios a Estados Unidos y Canadá y son los principales interesados en mantener a estructura tal y como está. Ecuador ha propuesto que hay otros organismos que crecen en la región, que son Unasur y la Celac, que pueden tener un consejo u observatorio de derechos humanos en un ambiente democrático donde todos tenemos las mismas culturas, los mismos problemas y la misma idiosincracia.

–En Argentina, sin embargo, hay respeto por el rol que tuvo la CIDH durante la última dictadura militar.

–La historia de la creación de la OEA misma tiene una razón de ser, pero hay ciertos elementos que deben ser mucho más democráticos para tener validez, tanto en esa época de la Argentina, como ahora o mañana. Todos debemos de tener confianza para recurrir al organismo. Ahora, si un país se declara un poco más a la izquierda del centro, eso es ya un foco de alerta para los Estados Unidos. Y eso está mal.

–Pero si hay miembros u observadores independientes...

–Pero deben ser también regionales. Por ejemplo, Bolivia ha tenido problemas en términos de violaciones a los derechos humanos por las manifestaciones de indígenas: indígenas contra indígenas. Tiene que ir alguien que entienda la región. Esos son los conceptos de Ecuador, no son destrozar la comisión ni mucho menos, sino darle fuerza democrática.

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