EL PAíS › ¿POR QUE NO SE PUDO PREDECIR EL RESULTADO DE LAS ELECCIONES?

Un misterio brasileño

 Por Raúl Kollmann

Tras las elecciones de Brasil, quedaron flotando las dudas sobre las encuestas, su falsedad o un supuesto fracaso. Están los que dicen que se usan para operaciones políticas y quienes las defienden afirmando que son los electorados los que cambian y que no hay manipulación. Primero se dijo que Marina Silva podía derrotar a Dilma Rousseff y que Aécio Neves sería tercero. En el primer turno, Aécio duplicó a Marina Silva, que quedó afuera del ballottage. Luego se diagnosticó que Aécio estaba dos puntos por encima en el ballottage y más tarde que Dilma ganaría por entre seis y ocho puntos. Ganó por tres. Página/12 consultó a algunos de los más conocidos consultores de campañas sobre esta controversia, en la que hay posiciones muy distintas.

“La técnica de la encuesta por muestreo –afirma Mora y Araujo– está poco preparada para anticipar el futuro; es un enfoque de investigación, no de predicción; en todo caso, su mayor valor agregado está en que es útil para decidir estrategias de campaña, que es ni más ni menos que tratar de ‘cambiar el futuro’, de intervenir para tratar de que no sucede lo que va a suceder. Y eso es exactamente lo contrario de anticipar el futuro. Yo creo que en Brasil el electorado fue muy volátil, cambiante. No es creíble que muchas encuestas hablaban de un notable crecimiento de Marina en un momento dado, de un crecimiento de Aécio después... y que todas mentían concertadamente. Eso pasó también en Uruguay y no mucho tiempo atrás en Chile, en Panamá, en Costa Rica, en Colombia. Me parece más plausible la idea de que los electorados se vuelven inestables. No creo en la idea de que las encuestas mienten todas concertadamente.”

Muy diferente piensa Artemio López: “La gente cambia, las encuestas son falibles, pero la manipulación de encuestas durante la primera ronda en Brasil fue evidente y siempre en perjuicio del voto oficialista. El núcleo de la manipulación supuso inflar las preferencias de voto a Marina Silva para atenuar el efecto de voto útil a favor del Dilma Rousseff. Pensaron que una parte del voto oficialista (el menos adherido o periférico) migraría hacia Marina si se la mostraba más competitiva. Fue una manipulación”.

Carlos De Angelis, que encabeza el Centro de Estudios de Opinión Pública de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, considera que “un hecho fortuito e imprevisto puede producir cambios bruscos en el electorado. El ejemplo clásico fue la derrota del PP en España a partir del atentado en Atocha del 11 de marzo de 2004. En este sentido, la muerte en un accidente aéreo del candidato por el Partido Socialista Brasileño, Eduardo Campos, y su reemplazo por Marina Silva pudo romper la brújula de los votantes, situación de desorientación que habilitó a una operación política de envergadura para debilitar a Dilma Rousseff. No obstante, en este caso trascurrieron casi tres meses entre el accidente y la elección, lo que permitió al PT identificar el nuevo contexto de campaña y responder a la situación. Creo que la gran complejidad de Brasil, con zonas que votan muy distinto, facilitó la manipulación”.

“Desde ya que las encuestas tienen error estadístico –afirma Hugo Haime–. Pero si me preguntan si hay colegas que empujan el lápiz y dibujan encuestas, diría que por desgracia hay malos profesionales en todos lados. Ahora, yendo a Brasil, no creo que haya existido manipulación. Las empresas líderes son serias y lo han demostrado históricamente. En el ballottage, el electorado estaba partido en dos y se entró en el error muestral. Y respecto de Marina Silva, hubo un sacudón ante la muerte del candidato presidencial y el electorado creyó ver en Marina la opción de cambio. A poco de andar, Marina no pudo sostenerse como candidata y se percibió que no estaba preparada para gobernar.”

Para Ricardo Rouvier, “es muy difícil establecer un dictamen. Puede haber habido agencias cómplices de políticos, puede haber habido errores humanos, o rápidos desplazamientos de las orientaciones del electorado, que la foto de la encuesta no alcanzó a tomar. Algunas de estas cosas también se pueden dar conjuntamente. En el año ’95 hubo una movilización del voto entre Bordón y Menem que le permitió a este último ganar en primera vuelta en los últimos días”.

“En Brasil, el principal error fue en la primera vuelta –sostiene Roberto Bacman–. Luego, para el ballottage todo giró alrededor de una exigua diferencia entre los dos candidatos (Dilma y Aécio) que terminó en tres puntos a favor de la actual presidenta. Las encuestas dejaron claramente al descubierto una sociedad profundamente dividida entre los que aceptaban el modelo de gestión de doce años (Lula-Dilma) y los que entendían que era menester cambiar radicalmente de modelo, ya sea a través de Marina primero y de Aécio, luego. Lo cierto es que hay errores y también muchas suspicacias. La importancia que la política les otorga a las encuestas de opinión ha crecido en los últimos años (quizá demasiado) y hay circunstancias donde los cambios del votante son muy significativos.

“Puedo contar mi experiencia –dice Analía Del Franco–. Trabajé durante todo el mes de septiembre haciendo estudios cualitativos en Santa Caterina para un candidato a senador del PSB. Así que puedo dar cuenta a través de los resultados de estudios hechos ‘todas las semanas’ de los cambios de opinión ocurridos en breve cantidad de días. Santa Caterina es un estado del sur tradicionalmente anti PT en la mayoría de su población. Los primeros quince días mostraban un cierto deslumbramiento por Marina Silva, fue un efecto ‘casi sorpresa’ tras la muerte de Campos, y un destino ‘seguro’ para los que querían cambios en el gobierno nacional, sin que éste fuera total. Dilma concentraba sentimiento de rechazo, pero salvando siempre la figura de su garante y mentor Lula, quien finalmente funcionó como puente de plata para el retorno de votantes en los últimos diez días en los que Marina comienza a decepcionar.”

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